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José Antonio Cutz Medina

Un recurso en la educación para descolonizar el pensamiento científico en América Latina

Desde la perspectiva de la nueva escuela mexicana, la educación y el conocimiento científico son los medios fundamentales para revalorar y recuperar los saberes y conocimientos culturales de los pueblos primigenios. Una herramienta vigente y pertinente para equilibrar las bases científicas, es la perspectiva filosófica y epistémica que plantea el enfoque intercultural.

Por ello, en este trabajo se divulgan las aportaciones de Uribe Pérez, quien diserta con claridad y sencillez la necesidad de descolonizar el pensamiento científico en territorio latino, debido a que ésta da continuidad al colonialismo académico que históricamente ha subordinado y minimizado el valor de las creencias, saberes y conocimientos de las culturas originarias de Latinoamérica, con la honrosa excepción de la comunidad científica de La Habana, Cuba, que ha resistido y combatido el yugo del pensamiento colonial.

En sus reflexiones, la autora señala que la sociedad actual representa un escenario multicultural, debido al proceso migratorio y al desplazamiento (diásporas), producto de situaciones de orden económico, político, y social. Por tanto, afirma, son evidentes las diferencias culturales (pluralidad de lenguas, saberes, significados, tradiciones, formas de ser y de pensar), y en términos de Geertz (1992), la pluralidad de significados y símbolos, donde tienen lugar las relaciones e interacciones sociales entre diversas culturas.

Sin embargo, continúa, la homogeneización social y cultural como un hecho histórico, económico y político relacionado con la colonización y con la globalización, representa una amenaza que ha llevado a la occidentalización de las culturas en Latinoamérica (comunidades indígenas y afrodescendientes) y a la desaparición de muchas comunidades ancestrales con un gran acervo cultural. El conocimiento occidental como eje de la colonialidad del saber representa el posicionamiento del eurocentrismo como orden exclusivo de la razón y el conocimiento, lo que descarta y descalifica la existencia y viabilidad de otras racionalidades epistémicas y otros conocimientos que no sean los de hombres blancos europeos o europeizados; la colonialidad penetra los marcos epistemológicos, academicistas y disciplinares (Walsh, 2012).

Frente a esta realidad, dicha autora, menciona que desde hace algunas décadas se ha abierto en el ámbito educativo la discusión de temas como la interculturalidad y la descolonización del saber, lo que representa un gran desafío para superar la exclusión y la marginación de algunas culturas. Esta discusión constituye un escenario para empoderar a poblaciones que poco han sido tenidas en cuenta, por medio del diálogo de saberes y el fortalecimiento de relaciones democráticas y de igualdad; ya que no hay un conocimiento único, por tanto, es necesario reflexionar sobre aquellas formas no eurocéntricas de producción de conocimiento. La escuela debe buscar la descolonización del saber y la liberación ideológica como crítica al imperialismo cultural y como posibilidad de emancipación y reafirmación de identidades; una visión hegemónica no es posible en un país diverso. Debido a esto es necesario cuestionar la relación ciencia-escuela, ya que esta última ha privilegiado por siglos la ciencia occidental y sus diferentes atributos: mecanicista, materialista, reduccionista, empírica, racional, positivista, descontextualizada, idealizada matemáticamente, ideológica, masculina, elitista, competitiva, impersonal y violenta.

En este sentido, Uribe Pérez, refiere que la descolonización del saber, en la práctica pedagógica, se fundamenta en las aportaciones filosóficas y sociológicas de pensadores críticos como Freire, Apple, Giroux, McLaren, Elliot, Carr y Kemmis, quienes señalan transitar hacia una pedagogía intercultural, que resignifique las diferencias y que recupere lo ancestral, lo popular, lo campesino/rural; desde nuevos movimientos éticos, políticos, sociales y educativos.

De acuerdo con la autora, la educación debe enfrentar las grandes exigencias de una sociedad intercultural y dar paso a la integración de los saberes ancestrales de los pueblos indígenas y afrodescendientes, además de promover debates acerca de sus cosmovisiones; así como negociar los significados entre sujetos que hacen parte de culturas diferentes. La educación en ciencias se debe construir desde el diálogo entre las múltiples bases culturales.

El enfoque intercultural va más allá de los modelos y enfoques de educación multicultural, pues busca el intercambio de saberes por medio de una interrelación dialógica entre las culturas. Este enfoque está relacionado con un sujeto que se construye a sí mismo desde el pensamiento crítico, capaz de comprender que en la escuela el que piensa y reflexiona no es un único sujeto; también puede pensar y reflexionar sobre el conocimiento como una función y compromiso de todos. La pedagogía intercultural posibilita un interaccionismo simbólico y da sentido a los significados de los sujetos y a la interacción de estos significados.

La descolonización del saber desde este enfoque no es funcional sino crítica, mientras que el interculturalismo funcional busca promover el diálogo y la tolerancia sin tocar las causas de la asimetría social y cultural, el interculturalismo crítico busca las causas de la asimetría social y la discriminación cultural, que hacen muchas veces imposible un diálogo intercultural auténtico. La interculturalidad crítica es una construcción de y desde la gente que ha sufrido una historia de desconocimiento o de sometimiento.

El enfoque intercultural en ciencias naturales contribuye a reconstruir la lógica de cómo los diversos grupos étnicos y culturales han producido conocimiento en las ciencias de la naturaleza bajo una mirada de interculturalidad epistémica como propone Walsh (2004), bajo la comprensión de que en la escuela coexisten diferentes epistemologías con sus respectivos discursos, por lo que se pueden valorar diferentes tipos de conocimientos.

El enfoque intercultural otorga reconocimiento a los contenidos culturales ya dados, suspendidos en el marco temporal del relativismo, y da nociones liberales de multiculturalismo y de intercambio cultura.

Tal como se observa, Uribe Pérez, hace un enérgico llamado académico para repensar y cuestionar las conocimientos científicos y epistémicos que ignoran los conocimientos ancestrales de las comunidades. Desde esta perspectiva, el enfoque intercultural no solamente focaliza la formación de ciudadanos conscientes y respetuosos de las diferencias, sino que hace frente a la hegemonía científica colonial que tiende dominar y subordinar el conocimiento y saber de lo pueblos originarios.

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