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Cultura

Anónimo, pequeña biografía de mi gato

Ivi May Dzib

Anónimo nunca tuvo hijos, pero la mía le llamaba Papá Miau y aseguraba que era el padre del gato bebé que recién había llegado a la casa. Anónimo fue el nombre provisional que le pusimos cuando llegó hace como dos tres años, pero llegó en un momento muy difícil de nuestras vidas, por lo que ya no tuvimos tiempo de renombrarlo. Anónimo no tenía una pata completa, alguien le había mutilado la mitad de una de sus patas traseras, por lo que siendo cachorro le costaba mucho subir a las ventanas abiertas de la casa para acostarse en ellas como los demás. Anónimo siempre le tuvo paciencia a Zoe, incluso sirvió como lienzo en sus primeras incursiones a la pintura, los dos acababan pareciendo arcoíris. Anónimo tenía esa habilidad de ser querido por la mayoría de los humanos que lo conocieron y frecuentemente preguntaban por él, refiriéndose al gato gordo que está muy bonito. A veces se quedaba tan dormido en la barra del desayunador y despertaba confuso por lo que se caía y la niña con toda cortesía y preocupación le preguntaba “Miau, ¿estás bien?”. Anónimo se convirtió en un buen amigo para la pequeña, cuando estaba hambriento ella le servía un buen plato de piedras, porque pensaba que igual y los gatos no lo iban a desdeñar, mientras él solo olía el plato para luego echarse al suelo con ojos verdes de desilusión. Llegaba a veces a la casa después de una incursión por los terrenos baldíos con muchas hierbas pegadas al cuerpo y arrancarlas de su pelaje se volvía una tediosa tarea que terminábamos por hacer. Anónimo era el mejor escucha de Zoe, quien se empeñaba en leerle un libro hasta que quedara dormido, porque los pequeños imitan esa forma en la que los tratan. Anónimo murió hace unos días y no encontramos palabras para decir ni para decirle a ella que Papá Miau ha partido. Anónimo se fue una semana después de que abandonaron a tres gatitos bebés en la puerta de nuestra casa, lo que debimos de intuir era un mal presagio, ya que siempre que entran gatitos a la casa, otros se terminan por ir, como si la vida nos hiciera un intercambio. Anónimo fue uno de los tantos gatos que han dejado una profunda huella, porque en el patio de la casa, donde Zoe dice que está la mar y sus pececitos, se pueden ver todavía, sus pasos al caminar.

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