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Cultura

Yucatán en la obra de Rivera y Orozco

Jorge Cortés Ancona

Con la llegada del Gral. Salvador Alvarado se vivió una transformación cultural en Yucatán, con la colaboración de intelectuales y educadores que desde el siglo XIX habían manifestado una amplia actividad y de los escritores, educadores, artistas, técnicos y científicos que vinieron invitados a trabajar en el estado.

Una de las consecuencias de esta labor fue la creación de la Escuela de Bellas Artes en 1916, encabezada por maestros provenientes de la Academia de San Carlos: José del Pozo y Miguel Ángel Fernández. Las consecuencias favorables de la creación de este recinto de enseñanza artística fueron diversas y llegan hasta nuestros días. Entre otros aspectos, se dio oportunidad a que campesinos henequeneros y obreros, o sus familiares, pudieran estudiar artes plásticas. Asimismo, que la revaloración del paisaje yucateco humano y físico, así como del pasado y presente de los mayas, junto con una ideología socialista se manifestara en el plano creativo y educativo.

Dentro de todo ese movimiento intelectual que estaba aún en efervescencia, a fines de 1921 vino a Yucatán José Vasconcelos, secretario de Educación Pública, acompañado de pintores como Diego Rivera y Roberto Montenegro, ambos con poco tiempo de haber regresado de Europa, y Adolfo Best Maugard, así como de los escritores Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet y Pedro Henríquez Ureña.

Durante esa visita, Diego Rivera pudo ver de cerca una acción revolucionaria en el arte, que habría de influir en su obra posterior. Poco tiempo después, cuando el periodista Febronio Ortega le preguntó a quién consideraba como el mejor artista de México, contestó que lo mejor del arte mexicano se estaba haciendo en Yucatán, “porque ahí respetan todas las ideas sociales y artísticas”.

Tanto Rivera como Montenegro y Best Maugard trabaron amistad con Felipe Carrillo Puerto, quien los invitó a estar presentes en enero de 1923 en la inauguración de la carretera de Dzitás a Chichén Itzá, que facilitaba el acceso a la zona arqueológica. Esa inauguración incluyó un programa de actividades diversas, a algunas de las cuales tuvieron acceso estos invitados.

En la obra de Diego Rivera hay varias referencias al mundo maya, como sus ilustraciones del Popol Vuh, de la zona maya-quiché. En uno de sus frescos del ex Convento de la Encarnación, sede hasta hoy de la Secretaría de Educación Pública, plasma un cenote –un elemento natural distintivo del paisaje yucateco– y a una mujer vestida de hipil y que sostiene a un bebé. En el mismo edificio representó a los agraristas de México, uno de ellos Felipe Carrillo Puerto. En un panel figura vestido de blanco y en uno de los nichos aparece como un mártir. Asimismo, en la parte superior de un mural relativo a la Historia de México en Palacio Nacional, Felipe aparece de sombrero, junto a Zapata y al duranguense José Guadalupe Rodríguez detrás del estandarte de Tierra y Libertad.

Existen además dibujos y apuntes diversos relacionados con el pasado maya prehispánico. Recuerdo haber visto un óleo, probablemente en una exposición temporal en el Museo de Arte Moderno de la capital del país, donde se veía a una niña maya ante una casa de paja. Hasta el momento no he vuelto a encontrar la imagen de ese cuadro fechado a principios de la década de 1930 ni tampoco alguna información sobre el mismo.

José Clemente Orozco pintó en 1930 y 1931 una serie de murales en la biblioteca de la New School for Social Research, de Nueva York, encargados por una organización obrera norteamericana. En ese conjunto de frescos plasmó la “Mesa de Trabajadores”, “La Lucha de Oriente”, encabezada por Gandhi, y “La lucha de Occidente”, encabezada por Lenin y Felipe Carrillo Puerto, representando respectivamente a Europa y América.

El prócer yucateco aparece junto a la pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá y a las banderas rojas de las Ligas de Resistencia del Partido Socialista del Sureste. Este mural con las imágenes de Lenin y Carrillo Puerto estuvo cubierto durante varios a causa de la Guerra Fría, en especial durante el período macartista.

No me consta que Orozco haya estado en Yucatán alguna vez, pero algunos de sus cuadros sí llegaron a exponerse en Mérida en la década de 1940 junto con los de otros pintores del nacionalismo revolucionario.

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