Cultura

La prensa roja del siglo XIX

Roger Aguilar Cachón

La prensa del siglo XIX significó para la población yucateca la ventana al mundo, el medio más efectivo y veraz para enterarse y conocer qué cosas estaban sucediendo en el mundo y en el medio propio. El periódico fue el mecanismo mediante el cual las autoridades daban a conocer a la sociedad el estado que guardaba Mérida -en este caso- así como de las medidas instrumentadas para lograr la armonía entre los conciudadanos.

Por medio de la prensa no solamente se podía uno enterarse de qué pasaba en la política, en la economía y en el mundo de las curiosidades, sino que también se daba a conocer de una manera muy extensa -en algunos casos- de aquellos sucesos que rompían con la normatividad y con el orden establecido por el Gobierno. En este caso no se trataban de notas sociales sino de lo que hoy en día se conoce con el nombre de la Nota Roja.

La Nota Roja fue la mejor forma de hacer pública las diversas faltas de conducta social de los yucatecos, así como el mecanismo utilizado para castigar éstas. Desde luego que la Nota Roja de aquel entonces es muy diferente a la que nosotros conocemos, ya que éstas no se encontraban en un lugar especial dentro del periódico y mucho menos estaban bajo los titulares de la policía.

En el período de tiempo analizado que va de los años de 1880 a 1900, en El Eco del Comercio se pudo detectar una gran cantidad de hechos delictivos entre los que destaca las riñas y lesiones, los pleitos por celos, los ataques de animales, los atropellamientos, los suicidios, los homicidios, las muertes repentinas, las desgracias, los accidentes por arma blanca y las punzocortantes, los asaltos, los robos en casa habitación, en las iglesias, así como también de animales, las fugas de mujeres casadas, etc.

En esta ocasión haré referencia de los hechos que no son tan comunes y que resultan curiosos dentro del rubro de la Nota Roja, ya que por lo general no eran delitos que se cometieran a diario, pero que sin lugar a dudas llamaron mucho la atención en el momento de su publicación en El Eco del Comercio.

Una de las notas que se publicó en el periódico ya mencionado, hace referencia a un atentado físico que sufrió una autoridad de un pueblo –el Presidente Municipal– el cual quiso intervenir por su investidura para calmar los ánimos de los rijosos. Hay que hacer notar que el edil fue el que sufrió las consecuencias. La nota se publicó de la siguiente manera:

SIN OREJAS

Y con una pierna quebrada, dejaron al presidente municipal de Mocochá, C. Francisco Bojórquez, unos individuos que tuvieron una riña en dicha población y á quienes quiso contener. Son informes de persona respetable.

(Sábado 19 de junio de 1880, Año I, Núm. 45, p. 3).

Otra de las notas que era común encontrar en los periódicos y de manera recurrente en El Eco del Comercio, eran las relacionadas con los suicidios -tema que de seguro interesaría mucho al Dr. Gaspar Baquedano López-, ya que en la mayoría de casos de las notas de este tipo, se hacía referencia a los antecedentes que habían conducido a la persona a llegar a esta determinación. En el caso particular de la nota que a continuación se transcribe, se hace notar que la vergüenza y la frustración de una persona pueden llevarlo a buscar y encontrar la muerte como un acto de desesperación.

SUICIDIO

En la ciudad de Valladolid, un joven de veinte años, llamado Máximo Remes fue invitado por unos amigos á ocupar la tribuna por las festividades del 15 de Mayo último. El joven accedió á sus deseos; pero no teniendo la costumbre de hablar en público, estuvo poco feliz en su improvisación y sufrió algunas burlas y chacotas de varios de sus oyentes. Al día siguiente de este suceso, reunió á los amigos que se habían burlado de él y después de manifestarles que le pesaba la vida por el fracaso que acababa de hacer, se disparó un tiro de pistola que le hirió en el pecho. Todos los esfuerzos que hicieron los médicos para salvarle la vida fueron inútiles y hace pocos días que descendió al sepulcro, después de tres meses de horribles sufrimientos.

Remes era un joven pundoroso y de una imaginación ardiente, como harto lo prueba el suceso que acabamos de referir y con toda nuestra alma deploramos que haya privado á la sociedad de una existencia, que probablemente hubiera sido muy útil en el porvenir.

(Martes 10 de agosto de 1880, Año I, Núm. 60 p. 3)

El abandono de la casa por alguno de los cónyuges no era común que se llevara a cabo en nuestro medio, y de ser así siempre era el hombre quien salía de su hogar por tener otra relación amorosa. Pero cuando esto acontecía, la noticia solamente era transmitida vía oral entre los familiares primero y luego ésta ya se hacía pública. En el caso que nos ocupa, se trata de un caso particular, ya que si bien es cierto algunas mujeres tenían alguna relación fuera del matrimonio, ésta se trataba siempre de ocultar, pero cuando el amor ya era demasiado para contener alejado a la persona amada, la mujer tomaba la decisión de abandonar el hogar.

Los delitos cometidos por mujeres en un arranque de celos, también ocuparon muchas líneas en el periódico que nos sirve para realizar este análisis. O bien la persona se mataba o realizaba algunos actos que de alguna manera rompían el orden social y la convivencia pacífica de los yucatecos. En algunos casos y cuado la manera de demostrar los celos iba más allá de nuestras costumbres y tradiciones -en lo que se refiere a vigilar al marido- se hacía referencia del lugar de procedencia o bien se aclaraba que no era yucateca la mujer que había cometido determinada falta social. Tal y como se observa en la siguiente:

SIEMPRE LOS CELOS

Antenoche capturó la policía á una señora que vestida de hombre dio varias vueltas en la última avenida del jardín de la plaza. Interrogada en el vivac, dijo que los celos la habían impulsado á cambiar de traje, porque tenía la convicción de que su esposo le era infiel y quería sorprenderlo. Inmediatamente fue conducida al Hospital “O´Horán” en donde se encuentra purgando su ligera y celosa determinación.

Hacemos constar que tan apreciable dama no es yucateca.

(Jueves 7 de julio de 1898, Año XIX, Núm. 2064 , p. 2).

Pues bien mis caros y caras lectoras, para finalizar esta Nota Roja, haré referencia a un robo muy original, el de un gallo. El robo fue uno de los delitos que la población yucateca varonil era propensa a cometer. Los sitios preferidos por los cacos eran las casas habitación, los establecimientos comerciales o bien las iglesias, cuyos objetos extraídos de estos sitios eran vendidos de manera inmediata. Esto era común, pero cuando se robaban algún animal y se publicaba, esto resultaba no sólo fuera de lo común sino que también curioso. En la nota que a continuación se reproduce, se hace mención del robo que se cometió y el animal robado, un gallo. Desde luego que no era un gallo cualquiera, sino de uno fino, y suponemos que era de pelea. La nota es la siguiente.

POR UN GALLO

No se vayan á figurar ustedes que se trata de correr un gallo (vulgo tuna) no; se trata del robo de un gallo fino, cometido por Manuel y Marcelino Noh, padre é hijo, según un colega local.

Estos individuos por lo visto son gentes de plumas y hay que tener mucho cuidado con ellos, porque se levantan temprano, y no preguntan nunca qué hora es.

Que lo diga D. Manuel Valdez, dueño del último gallo robado.

(Jueves 10 de marzo de 1898, Año XIX, Núm. 2012 , p. 2).