Cultura

Massiel, voz febril, y el valor con que enfrenta su drama

Conrado Roche Reyes

Todos los que peinamos canas (o ya no peinamos nada), nunca podremos olvidar la conmoción que nos causó una cantante española que obtuvo resonante éxito mundial con las inolvidables melodías “Rosas en el mar” y “La la la” en los años sesenta del siglo XX. Ella se llamaba Massiel y tenía una de las voces femeninas más febriles que yo haya escuchado en mi vida.

Massiel era ya una cantante de cierta popularidad cuando fue llamada a representar a España, en 1968, en el entonces afamado festival Eurovisión para canciones inéditas. El escogido para representar a su país, con la canción “La la la”, fue Joan Manuel Serrat, pero fue rechazado por su terquedad al querer cantarla en catalán. Entonces, con sólo unos cuantos días y sin conocer la canción, Massiel lo sustituyó cantándola en el Royal Albert Hall, de Londres, y ganó el primer lugar por sobre el súper favorito Cliff Richard (el Elvis británico).

A partir de aquel clamoroso triunfo, la cantante española ocupó un primer lugar entre las preferencias de todo el mundo, no solamente de los países de habla hispana.

El régimen fascista de Francisco Franco le otorgó una medalla en reconocimiento a su triunfo, pero ella no acudió a recogerla.

En conocido programa de Televisión Española, cuando era ella un icono del país, declaró públicamente ser antifascista y estar a favor del divorcio (prohibido por aquel entonces en España).

En sus exitosas canciones “Rosas en el mar” y “Aleluya”, con cientos de miles de discos vendidos, la letra, de Luis Eduardo Aute, tenía versos como: “Voy pidiendo libertad y no quieren oír. / Es una necesidad para poder vivir / La libertad, la libertad / derecho de la humanidad…/ Es más fácil encontrar rosas en el ma.

Ella dice que “No sabía ni cómo era la canción, pero pensé que si era buena para Serrat, sería buena para mí, porque por aquel entonces cantábamos cosas comprometidas. Yo cantaba de negro. Iba con botas largas, vestido largo, muy existencialista, melena y un collar de plata.

Tan pegajoso es el estribillo, que Massiel no se ha podido desprender de él, cosa que la tenía ya harta, ya que habían pasado más de quince años de aquel gran triunfo, mismo que la catapultó a la fama, pero ni su carácter ni sus ideales cambiaron. Al negarse a una foto con Franco, fue vetada durante un año por la televisión española.

Pasados los años, cantaba ya canciones con poemas de Bretch, Aute y otros de izquierda muy buenos. En 1970 incursionó en el teatro con el enorme actor Fernando Fernán Gómez e interpretar “A los hombres futuros, yo, Bertold Bretch”. De ahí se le catalogó con el cliché de “roja” (comunista). Su casa fue objeto de pintas ofensivas y dibujos de la cruz gamada nazi.

Fue la figura más popular de España; le dijeron los derechistas: roja, divertida, adoradora de Baco (ebria), pero siempre tuvo un temperamento que la llevó a sobrellevar todas esas cosas.

Se retiró de la música a los pocos años, cuando estaba en la cúspide, y se dedicó a otras cosas, como cine, teatro, siempre con su ideología de izquierda.

Sin embargo, la tragedia y el drama se presentan en la vida de la desenfadada Massiel. Padece una enfermedad de los ojos que al parecer la dejará ciega. La visión de un ojo ya la perdió por completo. Aunque por momentos se deprime, su carácter la saca adelante. Le pone buena cara a esta aparente derrota, se arregla muy coqueta y sale a las calles. Se niega a que la enfermedad le gane la batalla y, por eso, no se pierde un sarao o reventón. A pesar de esto, Massiel no ha renunciado en su retiro un tanto fatal, a una de sus mayores pasiones: la lectura. Lee diariamente con una lupa gigante. Su manera de afrontar esta enfermedad es envidiable: “Soy la tuerta más famosa de España”.

Ya retirada, se dedica ahora más a cuestiones caseras. Al preguntarle un periodista qué hace actualmente, qué es lo que más le gusta, ella respondió como sólo Massiel podía hacerlo : “Lo que me da la gana, que para eso me lo he ganado”.