Fernando Muñoz Castillo
II y última
Violenta como Bette Davis en Betzabé.
Amorosa y luminosa como Rommy Schneider, elegante y misteriosa como Capucine, sensual e iridiscente como Claudia Cardinale.
Ella es así,
caprichosa y rebelde,
es un potro sin freno
es la tempestad.
Es lluvia fina,
es un ciclón,
pero no conoce la traición.
Ella es así
y a mis ojos es buena;
no le pido que cambie
ni es mi condena.
Nada quiero quitarle,
nada quiero cambiarle,
como la conocí
la quiero así.
Como cantaba José José en esos nuestros ayeres adolescentes, mientras Carlos Santana le rendía homenaje con Mujer de magia negra…
Que haya llegado a mi vida, no es una casualidad sino una causalidad.
Es la Vampira Adolescente renacida que me permite volver a ser el Señor Vegetativo y mirar con mi telescopio desde una estrella personal y particular.
Me encantan sus porcelanas y fruslerías que como reza el danzón: cosas que sólo saben mujeres y poetas.1
Ella es como dice María Noel Lapoujade: “La imaginación ‘imaginante’, se asemeja como anticipaciones presentes que producen nuevas conjugaciones de signos a partir de percepciones sobre el pasado”.
Notas
1.- La Cleptómana, de Agustín Acosta y Manuel Luna
Era una cleptómana / de bellas fruslerías/robaba por un goce / de estética emoción./ linda, fascinadora, / de cuyas fechorías / jamás supo el severo / Juzgado de Instrucción. / La conocí una tarde /en un comercio antiguo / hurtando un caprichoso / frasquito de cristal / que tuvo esencias raras, / y en su mirar ambiguo / relampagueó un oculto / destello de ideal. / Se hizo mi camarada / para cosas secretas, / cosas que sólo saben / mujeres y poetas. / Pero llegó a tal punto / su indómita afición / que perturbó la calma / de mis serenos días. / Era una cleptómana / de bellas fruslerías / y, sin embargo, quiso / robarme el corazón.