Por Conrado Roche Reyes
Charles Henri Sanson fue el primer verdugo de la guillotina en Francia. Fue educado en un colegio de monjas hasta que el padre de otro estudiante reconoció a su padre como el verdugo oficial (siete generaciones de los Sanson realizaron tal macabra encomienda), entonces tuvo que dejar la escuela y continuar sus estudios en privado. Al morir su padre, dejó sus estudios de medicina y le sucedió en el oficio de verdugo.
En 1757 Sanson ayudó al verdugo de Reims, su tío Nicolas Sanson en la ejecución de un hombre que había intentado asesinar al rey. Por aquella época las ejecuciones eran espantosas; se hacían por desmembramiento –la guillotina se inventaría más tarde– y aquella duró cuatro horas, causando tal horror en su tío, que este renunció a seguir siendo verdugo. Henri Sanson lo sucedió en una especie de tradición familiar, recibiendo la capa de color rojo sangre, símbolo del verdugo oficial.
Charles Henri, quien se mantuvo en el puesto durante 18 años, fue quien más influyo en la introducción de la guillotina para ejecutar personas después de la Revolución francesa. Por razones humanitarias, según Sanson, la Asamblea de Francia aprobó este nuevo método. Él personalmente hizo numerosas pruebas durante las que practicaron primero con pacas de paja, luego, animales vivos, y, por último, cadáveres humanos.
Sanson inauguró la era de la guillotina ejecutando a Nicolas Jacques Pelletier, un ladrón de poca monta en la Plaza Greve de París en 1792. El nombre de “guillotina” fue de debe al médico y diputado francés Joseph-Ignace Guillotin, quien abogó por su uso, al considerarla un medio más humano para los condenados a muerte.
Charles Henri Sanson ejecutó a casi tres mil personas. Muchos personajes famosos cayeron bajo el peso y el filo de esta máquina de muerte, entre ellos el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta, Danton, Robespierre, Saint Just, Charlotte Corday –la mujer que asesinó a Marat–. Dice Sanson en sus memorias –escritas por el afamado escritor francés Honoré de Balzac– que “el rey soportó todo con una compostura y una firmeza que nos asombró a todos nosotros (el pueblo de Paris que acudió en masa a la ejecución)”.
En un principio, Henri Sanson se negaba a ejecutar al rey, aunque finalmente él fue el brazo ejecutor. Cabe aclara que durante doscientos años, su familia ejerció el trabajo de matar gente. Fueron los verdugos de Francia, no solamente en línea directa, sino sobrinos, primos, tíos y demás de los Sanson fueron verdugos. La familia tenía los derechos reales para ejercer como verdugos de Francia.
En el cementerio de Montmartre está la tumba de Charles Henri Sanson, junto con varios miembros de su familia.