Cultura

Algo acerca de 'El Vate” López Méndez

Conrado Roche Reyes

Un aniversario más del gran poeta, prosista, locutor y productor radiofónico Ricardo López Méndez, orgullo de su solar nativo y de Yucatán y todo México, que es merecidamente homenajeado para estas fechas.

Conocí a “El Vate”, como todo el mundo le decía, gracias a la muy cercana amistad que mantenía con mi señor padre. Les platicaré una anécdota muy curiosa, pero que retrata el carácter del enorme aeda que fue López Méndez. Es preciso recalcar que era él propietario de alguna estación radiofónica allende nuestro Estado, y otra en Valladolid, Yucatán. Estamos hablando de hace algunos ayeres. Cancún comenzaba a despegar como el proyecto turístico más importante de la república, planeado directamente desde la presidencia del país. López Méndez inauguró, entonces, la primera estación de este tipo en aquel polo turístico, y por ser la única, era de predecir que le produciría muy buenas ganancias. Pero, platicaba a mi padre en el extinto café Sevilla, en el centro de Mérida, que todo estaba listo para echarla a andar, pero –le dijo a papá– que necesitaba a alguien de su absoluta confianza para que quedase al frente de la difusora, ya que él personalmente tenía demasiados compromisos en la capital. Mi padre le externó entonces y le propuso a mi hermanito Ricardo, que llevaba un tiempo viviendo en Cancún y era de profesión contador. “El Vate” no lo pensó dos veces, explicándole a mi padre que si era hijo suyo, el puesto era de él. Y así fue como comenzó a funcionar la difusora XEYI bajo la dirección de mi hermano. El local de la misma se encontraba en la principal avenida del polo turístico: la Yaxchilán.

La estación iba viento en popa. Debo advertir que don Ricardo López Méndez tenía su carácter. Cada cierto tiempo visitaba la estación caribeña para supervisar. Siempre salía satisfecho no sin antes los empleados se ponían a temblar, ya que honestamente, era muy regañón.

En cierta ocasión, acudió a la difusora de Cancún. Era la fecha de su cumpleaños. “¡Viene ‘El Vate’, viene ‘El Vate’”, exclamaban todos los empleados. El momento llegó. El festejado entró a las instalaciones como siempre: imponiendo su poderosa personalidad. Entre todo el personal le compraron un enorme pastel y cada uno de ellos después de los abrazos y felicitaciones, le entregó su personal regalito. Entre las cervecitas y el lechón al horno que tanto le gustaba, el mozo y velador de la estación, un maya puro, ex campesino y paisano izamaleño del festejado, tímidamente se acercó a éste y le dio su regalo envuelto en una caja y su respectivo lacito. Don Ricardo la abrió y se llevó una sorpresa. Todos pensaron y se miraron con expresión de “Este bruto ya la regó”. Y sucede que al abrir la caja “El Vate” encontró un trofeo con la figura en baño de oro de un beisbolista empuñando un bate en posición de chocar la esférica. Don Ricardo se quedó mirando un buen rato la estatuilla ante la expectación de todos y la sonrisa del humilde trabajador. El gran poeta, al cabo de unos minutos exclamó: “¡Miren esta belleza!” y le rodaron algunas lágrimas.

Sucede que este hombre, de extracción netamente agrícola y maya, vivió creyendo que “El Vate” López Méndez había sido un fenómeno de los diamantes beisboleros. La base de la estatuilla tenía la leyenda: “Al mejor bateador de Yucatán”.