Cultura

El soneto: musicalidad y persistencia

José Díaz Cervera

II y última

El soneto es una forma poética que ha arraigado con una fuerza sorprendente en la lírica femenina. Sin embargo, lo interesante del soneto practicado por las mujeres es su tono marcadamente transgresor.

Si bien el mejor ejemplo de lo anterior podemos encontrarlo en muchísimos de los sonetos escritos por Sor Juana, hay un factor decisivo que parece ser el energético que da su forma a la rebeldía en la sonetística practicada por las mujeres: el empleo de una imaginación libre, tal y como en la propia monja mexicana queda expresado en los dos últimos versos de uno de sus trabajos más afamados (el soneto que da comienzo con: “Detente, sombra de mi bien esquivo…”). En los versos referidos sor Juana afirma: “poco importa burlar brazos y pechos / si te labra prisión mi fantasía.”.

Las mujeres sonetistas nos han enseñado que la verdadera fuerza de la imaginación se verifica cuando ella es la que conduce nuestros procesos psíquicos y no cuando queda subordinada al entendimiento o a nuestras pulsiones.

Entregada al juego de la imaginación (con una valentía envidiable), sor Juana se entrega al entusiasmo cabal donde lo increíble, lo grandioso y lo maravilloso nos abren a nuevos mundos posibles en los que se nos rebela el cosmos como una eclosión de la diversidad.

Mas Sor Juana es solamente el ejemplo más conspicuo de esta imaginería que opera en el soneto escrito por mujeres.

De hecho, cuando nos acercamos al trabajo de escritoras más o menos contemporáneas de la monja jerónima, como por ejemplo las ibéricas Clara Barrionuevo, Leonor de la Cueva, Francisca Abarca, Luisa de Medrano y Feliciana Enríquez de Guzmán (considerada por algunos la primera escritora profesional de España) o las peruanas “Clarinda” y “Amarilis” (que se vieron obligadas a escribir con seudónimo y que hasta hoy día permanecen en el anonimato), encontramos una vocación imaginativa notable, donde la fantasía es una entidad agente que permite la subversión y la creación de una realidad alterna.

Esto, sin duda, ha prevalecido a lo largo de las centurias y así vemos en el siglo XIX, en el siglo XX y en el siglo XXI a mujeres sonetistas refrescando una forma que parece estar muy lejos de su agotamiento.

Sería interesante hacer un libro que antologue el trabajo sonetístico que las mujeres han hecho en lengua española desde el siglo XVI hasta nuestros días. La reunión de quinientos años de versos salidos de la gran voz de las mujeres sería todo un acontecimiento.

Voces como las de Concha Urquiza, Delmira Agustini, Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni, Dulce María Loynaz, Carilda Oliver Labra, Ernestina de Champourcín, Carmina Casala o Idoia Arbillaga ejemplifican, con muchas otras sonetistas de la lengua española, una forma poética que en tan sólo ciento cincuenta y cuatro sonidos nos obsequia el resumen de una vida, de un tiempo y de una mirada.

Incluyo aquí un soneto de la colombiana Olga Isabel Chams Eljach (1921-2009), quien nos ofrece una muestra mínima de lo que aquí se ha referido.

Digo tu nombre, mar, tu nombre ardido

de soles y de júbilo creciente,

y el corazón enamorado siente

más clara la presencia del latido.

Velero que navega repetido

por los quietos espejos de la frente,

regresa tu paisaje lentamente

como si retornara del olvido.

Y surge tu comarca marinera

como una trashumante primavera

de espumas en las manos del cristal.

Y tu voz de colores y tu alada

corona de blancura trabajada

en gaviotas y pétalos de sal.