A sólo unos días del triunfo de enero, el joven Ministro de Educación del primer gabinete del Gobierno Revolucionario envió un entrañable saludo a los Maestros, que fue publicado íntegramente en las páginas del periódico Revolución, el 26 de febrero de 1959. Por la vigencia y la importancia de aquel texto y en homenaje a la labor que realizan todos los maestros cubanos, esta Columna de los diarios POR ESTO! lo reproduce en digno homenaje a ellos.
Salutación a los maestros cubanos … Nuestra patria, para ser verdaderamente feliz, habría de tener en todo momento más maestros que soldados.
… Una sociedad educada para la libertad necesitará, cada vez más, de los combatientes del libro que de los combatientes del fusil.
La historia de nuestra nación, oscurecida tantas veces por el despotismo asentado en la bota militar, negador de toda buena educación, ha convertido esa aspiración en el primer ideal de cuantos han luchado en Cuba, por la superación de sus vicios institucionales y su definitiva plasmación en una República culta y dichosa.
El Gobierno revolucionario me encomendó, desde los primeros días del mes de enero, la tarea de aplicar el programa revolucionario desde el Ministerio de Educación. Grande y difícil tarea, si se tiene en cuenta que él mismo tenía, en los gobiernos anteriores, una principal función política de compensación burocrática a sus apaniguados y sólo entonces como secundaria función, es que tenía la inalienable de propender al mejoramiento de la escuela cubana en todos sus niveles de enseñanza; y por eso hay que considerar, lo urgidos que estamos de una profunda revisión de su estructura que mejor concuerde con las necesidades del país.
Es por ello que, como nos encontramos en la Semana del Niño y enfrentado al hecho de que dentro de la misma se ha dedicado un día a la justa y merecidísima exaltación del Maestro. Queremos, por este medio, unir nuestra voz a la de todo el pueblo de Cuba, que saluda en ustedes al ciudadano abnegado y ejemplar, que sin otro afán que el del servicio a la niñez, en los campos y en las ciudades de Cuba, en el aula de tablas de pino o de concreto se dedica a la noble tarea de formar ciudadanos cultos y libres.
Nuestra historia presente nos lleva a concluir, que no puede ser tan mala la escuela cubana si acaba de producir una generación tan heroica, como la que nos acaba de devolver la libertad. Pero, también, nos indica que la misma puede y debe ser ampliamente mejorada.
Al saludar a los maestros ejemplares de toda Cuba, queremos dedicar también una frase de necesaria recordación a quienes, como Frank País, Pepito Tey, Fraga Moreno y tantos otros que perteneciendo nuestro honroso magisterio en aras de nuestra libertad, ofrendaron sus preciosas vidas.
Dr. Armando Hart DávalosMinistro de Educación