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Imagen de Pedro Mártir de Anglería

En abril de 1519, Hernán Cortés salió furtivamente de Cuba hacia Yucatán. El recelo de Diego Velázquez, gobernador de la isla, lo había llevado a decidir la cancelación de la empresa, pero Cortés adelantó el viaje antes de darse por enterado.

Para entonces, ya se tenía la certeza de que Colón no había llegado a las costas de Japón (a las que llamaba Cipango) y que, en los hechos, se estaba ante una tierra desconocida para el hombre europeo, a la que se le empezó a conocer con el nombre de Nuevo Mundo.

Uno de los primeros personajes que dio cuenta de la situación fue Pedro Mártir de Anglería, un humanista lombardo que fue acogido por Isabel la Católica en la corte de Castilla como Consejero Real.

Nacido en 1457, en Italia, Mártir de Anglería emigró a Castilla como preceptor de los hijos del Conde de Tendilla en 1487; allí ascendió rápidamente con el cobijo de la reina Isabel, a quien en 1501 lo nombró como su capellán. La cercanía con los reyes de España (y su amistad con Colón) permitieron al lombardo vivir de manera muy cercana todo el proceso que supuso el viaje del genovés y la posterior colonización del territorio americano. En 1520, Anglería fue nombrado por Carlos V con el cargo de “Cronista Real de las Indias”.

Mas Anglería no fue solamente un relator, sino un cronista relevante en esa primera etapa del suceso histórico que supuso el choque de dos universos con perspectivas y formas de vida diferentes.

Y es que las crónicas de Pedro Mártir de Anglería constituyen documentos peculiares en la medida en que se pueden leer cabalmente como documentos periodísticos. Anglería hizo entrevistas directas a personajes diversos que participaron en las expediciones de Colón, y durante treinta años mantuvo intercambios epistolares con todos aquéllos que pudieran proporcionarle información sobre el proceso histórico que se había puesto en marcha. Su crónica, contenida en la obra titulada “Décadas del Nuevo Mundo” (que refiere por primera vez en un documento ese nombre para nuestro continente y no el de “Las Indias”), se construyó durante muchos años, con referencias verbales de quienes participaron directamente en la gesta, con cartas, documentos diversos –oficiales y no oficiales– y con observaciones directas (cuando Cortés regresa a Europa después de su primer viaje, en abril de 1493, y es recibido por los Reyes Católicos en Barcelona, Anglería es un testigo de primer orden del suceso).

A Pedro Mártir de Anglería se debe la primera mención en un documento impreso, (“Décadas del Nuevo Mundo”, publicado en 1516), de la palabra Ma’ia, como referencia a una región de la que provenían unos mercaderes encontrados por Colón durante su cuarto viaje y que hoy se conoce como Mayab, la tierra de los mayas de Yucatán.

En poco más de un año, el próximo 13 de agosto de 2021, de cumplirán quinientos años de la caída de Tenochtitlán, lo que significó el comienzo del dominio español sobre el territorio americano; crónicas como la de Pedro Mártir de Angelría nos ofrecen información espléndida para entender un suceso altamente complejo que sigue marcando nuestras vidas, nuestra manera de ver el mundo y nuestra sensibilidad.

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