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Ivi May Dzib

En el año 2004, la Universidad Veracruzana publicó su cuaderno de teatro Tramoya número 79, el cual fue un especial dedicado al teatro para niños, en donde podemos encontrar ensayos y textos dramáticos mexicanos, pero también un trabajo de la autora Suzanne Lebeau. La dramaturgia para niños y jóvenes tiene en México a varios exponentes, entre los que podríamos mencionar el trabajo de Maribel Carrasco, Bertha Hiriart, Verónica Maldonado, Alberto Lomnitz, entre otros. Además de los ya mencionados, en nuestro país gracias a la visión de muchos directores hemos conocido el trabajo de autores extranjeros que trabajan para el público más pequeño. Hoy quisiera hablar de la quebequense Suzanne Lebeau y en particular de su obra Cuentos de niños reales.

Esta obra está compuesta a manera de verso y lleva en su título el nombre de “cuentos”, pero es finalmente una obra de teatro que consta de seis historias: “El monstruo”, “Lo que yo no quiero hacer es lavar la vajilla”, “Titi”, “El que amaba demasiado la ciencia”, “El gusto” y “El niño rubio que no quería tocar el violín”.

Con su particular estilo, Lebeau explora el universo de los niños y el de los adultos (desde el enfoque infantil). Estos cuentos ahondan en diversas actitudes y comportamientos que siempre son vistos de manera prejuiciosa por los adultos, pero están planteados de manera lúdica, fantasiosa, insólita, alegórica, poética, pero (esencialmente) con una fuerza dramática sin igual. Lebeau escribió este texto gracias a que sus amigos, personas ahora funcionales, le contaron sobre sus problemas de la infancia, es decir, los adultos volvieron a ser niños expresando sus grandes terrores de aquel entonces.

La traducción de Cecilia Iris Fasola aún conserva esa música de cada verso que va sosteniendo la acción, la Cahiers de théâtre JEU, Montreal señala: “El lenguaje de Suzanne Lebeau maravilla el oído, con una plenitud de rimas y aliteraciones; melódico, rítmico, con la minuciosidad de una partitura”.

En “Titi” vemos la confrontación de la madre consigo misma, ya que está embarazada y no deja de fumar: “No entiendo por qué bebé/ aprecia tanto/ el humo./ Tal vez será un futuro bombero/ O un asesino/ que quiere acostumbrase al veneno/ y hacer provisión/ Mamá rechaza esta visión/ que le carcome las entrañas/ que le arruina el día/ que le hace sentirse mala sangre/ Y se pone nuevamente a fumar/ para olvidar/ que no se debe fumar/ cuando se espera un bebé”. Este caso está basado en la hermana de la autora, quien durante su embarazo curaba la ansiedad fumando, pero al final tuvo a un hijo sano.

Entre niños que matan con crueldad a los animales, que son el terror de su barrio y otros que pasan inadvertidos ante la presencia paterna o que son explotados para tomar cursos y cursos de arte y ciencia y no vivir su niñez, la dramaturga quebequense nos llena de poesía, de vida, de sentimientos y emociones de dos mundos: el adulto que soy y el niño que fui, o, el niño que soy y el adulto que seré.

En 1975, después de haber fundado le Carrousel junto a Gervais Gaudreault, Suzanne Lebeau abandona la actuación poco a poco para consagrarse exclusivamente a la escritura. En la actualidad, la dramaturga cuenta en su activo más de 25 obras originales, 3 adaptaciones y numerosas traducciones; es reconocida a nivel mundial como una figura clave de la dramaturgia para público joven y figura entre los autores quebequenses más puestos en escena en el mundo con más de 100 producciones repartidas en los 4 continentes. Sus obras han sido publicadas a nivel internacional y traducidas a 16 idiomas: Una luna entre dos casas (1979), primera pieza de teatro canadiense escrita para la primera infancia (3 a 5 años), fue traducida a seis idiomas; Salvador (1994), presentada, entre otros, en el New Victory Theatre de Broadway, ha sido traducida a cinco idiomas; El Ogrito, creada en francés, inglés, italiano y español por le Carrousel, cuenta también con traducciones al alemán, al maya, al portugués, al griego y al ruso. Su texto El ruido de los huesos que crujen (2009), creado por le Carrousel, fue llevado a escena por la Comedia Francesa (2010) y por la Compañía Nacional de Teatro en 2014.

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