Cultura

Lo recuerdo siempre con afecto.

José Díaz Cervera

JUAN…

Aquellas mañanas en Coyoacán, estimuladas por una buena taza de café, se constituyen entre los momentos más valiosos de mi memoria. Allí estábamos: Carlos Illescas, Roberto López Moreno, Fernando Espejo, Jorge Tappan, Juan y yo, charlando y mirando pasar el tiempo en las formas más inverosímiles que uno pudiera imaginar.

Escuché por primera vez a Juan Helguera en una cinta que Jesús Galindo, nuestro camarada y maestro de la Universidad Iberoamericana, llevó para amenizar el viaje por carretera que hicimos a Maconí, en Querétaro, para visitar a unos compañeros que estaban haciendo una investigación por esos rumbos.

Después lo conocí personalmente, por mediación de Carlos Illescas, cuando lo entrevisté para la revista Cultura Sur que dirigía el poeta Óscar Oliva. Ahí nos hicimos amigos y comenzamos un tiempo de convivencia que para mí fue oro molido.

Un domingo, después de beber un par de cervezas en “El Frontón”, uno de los bares coyoacaneros al que acudíamos con mayor regularidad, me invitó a beber un trago más en su estudio, pues quería mostrarme alguna de sus composiciones más recientes. Bertha, su mujer, nos trajo unas tostadas de frijol con carne deshebrada para acompañar los tragos.

Debo confesar que escribo estas líneas trabajosamente. A medida que la hoja va cediendo su blancura, los recuerdos, las escenas y las palabras se arremolinan junto con una melancolía que parece romperme la garganta.

¿Cómo habrán sido los últimos años de Juan?

Me duele imaginar que su poco menos que precaria economía se hubiese agudizado; conocía también algunas de sus circunstancias familiares y muy poco sabía de él desde hace cinco años, salvo por lo que me comentaba Mario, uno de sus sobrinos más entrañables.

Yucatán le debió a Juan Helguera ese gran reconocimiento que merecían tantos años de lucha y de trabajo. Estuvo entre nosotros en el otoño de 2011, junto con gente como Julio César Oliva y Gerardo Tamez. Su tierra nunca más lo vio volver con vida; en los ojos de Juan nunca más se volvieron a forjar los sonrosados atardeceres meridanos. Estoy seguro de que Juan vio con tristeza pasar sus últimos años casi olvidado por los de su terruño.

Escribo estas líneas trabajosamente. Juan murió hoy muy temprano después de varias semanas de lucha; desconozco los pormenores, pero creo que todo derivó de una caída. Juan Helguera nació en 1932, estaba por cumplir 88 años. La guitarra en el mundo lo llora.

Mérida, Yucatán, 3 de marzo del 2020.