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A partir de la segunda mitad de la década de los 40 del siglo pasado, el cine norteamericano comenzó a prefigurar un nuevo adolescente en la pantalla, aquél o aquélla que le aburría la monotonía de su pequeño pueblo, divido muy claramente en clases sociales y diferencias económicas.

El hartazgo de que sucediera siempre lo mismo, casi siempre un padre alcohólico o una madre sumisa, y una chica con ganas de aventuras diferentes, de conocer el mundo, vivir lo que la pantalla del cine y la televisión le contaban, estar y pertenecer a ese sistema de vida norteamericano que se mostraba en las revistas de la vida moderna.

Entre otras cosas, soñar con pescar un millonario, era como un cuento de hadas, a la mayoría si bien les iba terminaban como el personaje de Muñequita de lujo/Desayuno en Tiffany´s (1961), aunque el final de la novela y de la cinta es muy acorde a la cursilería irónica de Truman Capote. Todos huyen de casa en busca de un horizonte de libertad, dejando atrás a Peyton Place (1957).

En México la única cinta donde se narran los horrores de la gran ciudad es Maldita ciudad (1954), una comedia melodramática, donde la “supervamp” es encarnada por María Victoria.

A partir de entonces, ya nada será igual, la mayoría de las cintas nos mostrarán mujeres y hombres que nunca hablan de sus familias, que son como una especie de hongos que se reparten en las grandes ciudades norteamericanas.

La familia ha sido dinamitada desde su meollo.

Esto siempre me llamó la atención. Y todavía me la sigue llamando.

Actualmente, vemos en el cine a los hijos que no quieren tener contacto con sus padres y también a los padres que aborrecen a sus hijos.

A todo esto le podemos añadir otro ingrediente que es la rebeldía de los jóvenes ante una sociedad opresora y manipuladora, el ejemplo más claro es la cinta de Robert Altman El volar es para los pájaros (1970). Una comedia disparatada y muy sicodélica, a la manera del inicio de la década.

A esta película muchos la consideran sobrevalorada, para otros resulta mediocre y muchos más la consideran una cinta de culto, que todavía conserva muchos significados y significantes de ese momento de la sociedad norteamericana: los hippies, la guerra de Vietnam, el ácido lisérgico, el rock de The Doors, Bob Dylan, Janis Joplin, Joan Baez y El gato Fritz…

La familia, pues, estorba, al menos eso es lo que nos quieren hacer creer los gringos en sus películas y series de televisión.

Y, ¿en verdad estorba?

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