Mestiza querida por las otras mujeres. Así sean, señoras. Así estén lejos de aquí, pero siempre huyendo de las tenazas de la guerra. Muy estimadas son las mestizas. Aunque algunas mujeres tarden en demostrarlo, porque nunca se sabe la reacción de las otras féminas. Sacarán al Sol los complejos y los secarán a la vista de todos. Mestiza familiar incapaz de producir repudio, tal vez algunas señoras rechacen acudir a la sabiduría de ella, por ejemplo, de Nana Chichí, quizás todavía no estén bastante lastimadas por dentro y las pierde la altivez por fuera.
Llegará la hora. Ya verán, unas y otras serán testigos del minuto exacto cuando la resistencia humana se rompa como una vieja caña.
Nana Chichí ondea el rebozo sobre su cabeza y refresca con la sombra a una carmelita achacosa. El Sol incendió la piedra hasta extraer la visión. El aire se partió en dos para soltar el chisporroteo. La flama dio origen a la imagen y se multiplicó en la mestiza.
El mestizaje no existe. Ni ellos y menos nosotros queremos mezclar nuestras sangres. Cuestión de profecías, mandatos y razas. Cuestión de prevenir el futuro. Para que nuestra raza vuelva a imponerse y a florecer se necesita estar pura. Sacrificio y mandato divino. La extinción del hombre blanco. Su pérdida total y su decadencia, entonces el cardenal volará sobre un cerro de calaveras.
Maximito Koyoc