Pedro de la Hoz
En tiempos difíciles, el canto cura el alma. Treinta y cinco artistas argentinos se pusieron de acuerdo para entonar en cadena, un verso cada uno desde el confinamiento doméstico, la canción Como la cigarra, de María Elena Walsh.
La acción tuvo lugar el pasado jueves 26 de marzo faltando diez minutos para las nueve de la noche y se multiplicó en las redes sociales y tres televisoras del país austral. A lo largo de la semana transcurrida desde entonces decenas de miles de internautas en diversas partes del mundo han accedido a la creación colectiva. Fue una manera de expresar solidaridad y confianza en el enfrentamiento de la pandemia de Covid-19 que asola al planeta.
La lista de involucrados es elocuente: León Gieco, Teresa Parodi, Soledad Pastorutti, Pedro Aznar, Ligia Piro, Abel Pintos, Víctor Heredia, Lula Bertoldi, Wos, Juan Carlos Baglietto, Sandra Mihanovich, Nahuel Pennisi, Nacha Guevara, Marcela Morelo, Alejandro Lerner, Mica Vita, Luciano Pereyra, Kevin Johansen, Elena Roger, Liliana Herrero, Jairo, Hilda Lizarazu, Lisandro Aristimuño, Palo Pandolfo, Julia Zenko, Georgina Hassan, Gabo Ferro, Coti Sorokin, Mavi Díaz, Emiliano Brancciari, Gustavo Santaolalla, Liliana Vitale, Patricia Sosa, Franco Luciani y Javier Malosetti, todo bajo la producción musical de Lito Vitale y la convocatoria de la Red Solidaria que coordina Juan Carr.
Cada nombre cuenta y pesa en la música del continente más allá de las fronteras argentinas. Algunos, como León Gieco y Víctor Heredia, se las vieron negras en los años de la última dictadura, censurados y, sin embargo, con posturas inclaudicables a la hora de estimular la resistencia popular. Como recordarán, Gieco lanzó en 1978 Solo le pido a Dios, devenido himno repartido entre tantísima gente. María Cristina, hermana de Víctor, fue secuestrada por los militares en 1976 y engrosó la lista milenaria de desaparecidos. Sus canciones Todavía cantamos y Sobreviviendo celebraron en las calles el retorno a la democracia.
A esa misma generación pertenece Teresa Parodi, quien en una ocasión me contó: “El padre de mis hijos estuvo detenido. No encontraba trabajo porque las letras de mis canciones estaban prohibidas y entonces tocaba en casas de personas que me ayudaban. Cuando la democracia volvió a Argentina mi canción se nacionalizó y recibí el Premio del Festival Nacional de Folklore de Cosquín en 1984”.
Nacha es un símbolo de la escena musical argentina. A los 80 años ostenta una jerarquía imbatible. Lástima que cierta prensa de baja estofa se haya fijado más en destacar su aparición a rostro lavado y sin apliques en el cabello en el video de Como la cigarra, que en exaltar su generosa contribución al proyecto, donde concurrieron luminarias del rock latino de la categoría de Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale y Alejandro Lerner; cumbres de la canción folclórica tan reconocidas como Liliana Herrero, o cantautores de la talla de Pedro Aznar y Abel Pintos, sin olvidar a Gustavo Santaolalla, con dos Oscar en su carrera por las bandas sonoras de Babel, del mexicano Alejandro González Iñárritu, y Brokeback Mountain, del chino Ang Lee.
La mención a las vivencias de algunos de los artistas implicados en tiempos de la dictadura instaurada en Argentina en 1976 y prolongada hasta 1983 dista de ser fortuita. Como la cigarra alcanzó pleno vuelo en esa etapa, aunque salió del talento de su autora pocos años antes.
María Elena Walsh (1930- 2011) era en aquel momento una reconocida escritora, compositora, dramaturga y cantante. Con los poemarios Otoño imperdonable (1947) y Baladas con ángel (1951) alcanzó tempranas palmas y la admiración de Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez. En los años 50 emigró a Europa con su amiga Leda Valladares. El dúo Leda y María se insertó en los circuitos nocturnos parisinos donde imperaba la chanson a lo Georges Brassens y Jacques Brel.
Paralelamente comenzó a cultivar canciones y cuentos dedicados a los niños. De regreso a Argentina fueron todo un suceso sus entregas para ese público. En esa línea grabó sus primeros discos como solista: Canciones para mirar, Canciones para mí, El país del Nomeacuerdo y Villancicos. En 1968 conquistó al público adulto con su espectáculo Juguemos en el mundo: recital para ejecutivos. Hasta 1978 registró seis fonogramas, uno de ellos titulado Como la cigarra en 1973, que incluyó la canción homónima y cuyo primer corte fue Venceremos, el himno de batalla pacifista estadounidense popularizado por Joan Báez contra la agresión a Vietnam.
Walsh vivía días de efervescencia que luego se trastocaron en incertidumbre: el regreso de Perón, la irrupción de los paramilitares y finalmente el golpe de estado que implementó el nefasto Proceso de Reorganización Nacional, léase terrorismo de Estado.
En su nacimiento, la canción nada tenía que ver con la tormenta política en ciernes. Sobre ello explica el biógrafo de Walsh, Sergio Pujol: “La había compuesto inspirada en los actores que pierden el tren, no pueden volver a trabajar y sufren una suerte de jubilación anticipada. Era un canto de esperanza pensado para ellos. Pero después, como en tantos otros casos, las buenas canciones pueden asumir otros significados en circunstancias particulares y potenciarse casi hasta el infinito”.
Así ocurrió cuando los militares arreciaron la represión. En 1978 Mercedes Sosa grabó una primera versión del tema en los estudios de Polygram con la orquesta de Oscar Cardozo Ocampo para incluirlo en su álbum Serenata para la tierra de uno. La canción fue censurada, pero la Negra logró incluirla en la versión mexicana del mismo disco.
A partir de ese momento sus versos se dispararon, como lo explica el colega Gabriel Plaza: “Mercedes la programa en su concierto de regreso a la Argentina en 1982. Es un momento clave de la historia de la cantante y del tema compuesto por María Elena Walsh, casi una década atrás. Como la cigarra se vuelve un himno generacional en la voz de Mercedes. El tema parece escrito para ella, una cantora que sufrió el exilio y la prohibición en carne propia. A la vez su voz y los versos iniciales de la canción parecen una elegía del propio país: Tantas veces me mataron / tantas veces me morí / sin embargo estoy aquí resucitando”.
Ayer fue la dictadura, ahora es el combate contra una epidemia que cobra vidas. Trasplantada a los tiempos que corren, los argentinos de hoy siguen creyendo en el canto de la cigarra.