Cultura

El siglo de oro del repentismo en Cuba (9)

Luis Carlos Coto Mederos

Rafael Rubiera, “El Ñato”, nació el 31 de julio de 1922 en San Antonio de Río Blanco, Jaruco. Es uno de los decimistas populares cubanos más notables e influyentes del pasado siglo, sin embargo, resulta paradójico que sea prácticamente desconocido a lo largo del país. Pertenece a la hornada de improvisadores que conformaron la avanzada renovadora del verso campesino a partir de 1940. Falleció el 12 de febrero de 1996 en Madruga.

Guillermo Sosa Curbelo, “El poeta de las multitudes”, nació el 3 de febrero de 1915 en Sagua la Grande. Desde su juventud se dedicó al arte de la improvisación. Fue uno de los repentistas más ágiles que ha dado Cuba en todos los tiempos. Escenificó candentes controversias con los mejores decimistas del país. Falleció el 9 de febrero del 2001 en Miami, EE. UU.

1790Tema: El amor (1)

Rafael Rubiera vs Guillermo

Sosa Curbelo

Hoy traemos el primer fragmento de la controversia cantada en Madruga, La Habana, la noche del 28 de mayo de 1967 entre los bardos que nos ocupan. Comienza con un tanteo de reconocimiento y presentación de ambos juglares. Archivo y transcripción: Patricia Tápanes Suárez.

Rafael Rubiera

Para derramar las flores

ya llegó la primavera

y hay que ayudar la pradera

con ensueños y sudores.

Poeta, en mí no avizores

estrellas que no soy ellas,

no avizores noches bellas

en mi mundo espiritual,

yo soy un cielo otoñal

que tiene apenas estrellas.

Guillermo Sosa Curbelo

Tú eres un cielo otoñal

con un racimo de estrellas

y que llorando por ellas,

me desvelé en el portal.

Tú dejas el manantial

para que la ninfa cante

y si dices: adelante,

haces en suelo fecundo,

todas las flores del mundo

para una cesta gigante.

Rafael Rubiera

Para una cesta gigante

está el campo floreciendo

y el río sigue corriendo

regando dulce y constante.

Yo no soy el caminante

que por tu interior anduvo,

¡ah!, pero amigo del jubo,

de la canción y el sollozo,

te doy el agua del pozo

que consigo cubo a cubo.

Guillermo Sosa Curbelo

Me consigo cubo a cubo

agua de un pozo redondo

que es tan ancho y es tan hondo

que con trabajo lo subo.

Nunca otro viviente tuvo

la virtud de tus virtudes

si cada vez que sacudes

los bosques de nuestro clima,

le echas a volar encima

guitarras y mil laúdes.

Rafael Rubiera

Ya yo he roto mil laúdes

la campiña recorriendo

para que sigan naciendo

canciones y juventudes.

Y ahora que a mi lado acudes

en tiempo primaveral,

matemos la sed total

cada uno con su Dios,

si no morimos los dos

y se seca el manantial.

Guillermo Sosa Curbelo

Quiero para el manantial,

el lindo sol del estío,

muero en la muerte del río

y vivo tomando sal.

Cuando se rompa el cristal

donde el río se durmió,

deja, que el cristal soy yo

que de abajo resucito

para cuando necesito

tocar lo que no se vio.

Rafael Rubiera

Tocas lo que no se vio

en el monte y la arboleda,

porque una mano de seda

de tu corazón subió.

Y el cristal no se rompió,

que sus brillos perseveran

para que a su lado mueran

la fe cariñosa y fina

de la vieja golondrina

y de las novias que esperan.

Guillermo Sosa Curbelo

Deja que tu golondrina

vuele entre las verdes hojas,

que bebiendo paradojas

estoy donde se me inclina.

Cuando por tu disciplina

sale tu verso, Rubiera,

yo no sé de qué manera

tu verso vuela imantado

y el mundo queda amarrado

a un hilo de tu bandera.

Rafael Rubiera

Yo no tengo golondrina,

ni tomeguín, ni sinsonte,

yo vivo solo en el monte

junto a la rosa y la espina.

No intercedo lo que trina,

lo que ama la primavera;

deja que el sinsonte quiera

cantar en la guardarraya,

para que no se me vaya

un hilo de mi bandera.

Guillermo Sosa Curbelo

El hilo de una bandera

que se estira es una farpa,

por lo que puedes un arpa

bien fabricarte, Rubiera.

Tu canción por donde quiera

halla un acompañamiento;

si la bandurria del viento

no te niega su cordaje,

tu palabra estrena un viaje

de la tierra al firmamento.

Rafael Rubiera

De la tierra al firmamento

yo quiero hacer una escala

¡ay! Pero me falta el ala

y, además, no tengo aliento.

Sólo pienso, sólo siento,

sólo sueño en esta hora

hacer una voz sonora,

luz de ritmo acompasado,

con las arpas del pasado

y los laúdes de ahora.

Guillermo Sosa Curbelo

Con los laúdes de ahora

le haces orquestas al monte

para que tenga el sinsonte

la música de la aurora.

Pero si la tarde llora

en su lánguida quietud

vas por esa magnitud

que te llena tu control

y haces trinar otro sol

con las cuerdas del laúd.