Por Fernando Muñoz CastilloI
A Alejandra Moreno Roche
En México, Lupe Vélez hizo una meteórica carrera teatral en la revista musical de la época; comenzó a base de escándalos y de enloquecer a los tandófilos al darles la espalda para mover los glúteos a una velocidad que nadie había visto antes.
De allí que se dijera que parecía “jaletina”.
Ella decía que eso era el charlestón.
Caminó por la pasarela del Teatro Principal, enloqueciendo, literalmente, a varios de los muy jóvenes y futuros Contemporáneos. Y al ya aficionado a tiples y actrices de teatro desde su Mérida natal: Ermilo Abreu Gómez, quien en una noche de bohemia, bailando danzón en famoso cabaret de Antonieta Rivas Mercado –El Pirata, ubicado en el hoy Claustro de Sor Juana–, expresó que si no hubiera existido Sor Juana, ella sería la Décima Musa.
Todos le escribieron obritas, obritas que luego en la década de los 50, José Gorostiza mandó a sacar de los archivos de la Sociedad de Escritores de México y quemarlos, con la anuencia de sus autores, para que las nuevas generaciones no pensaran que ellos eran superfluos por escribir tonterías.
Sin embargo, todos se subieron a bailar con Lupe y las otras tiples de la época.
La constancia de todo lo anterior lo encontramos en la correspondencia de José Gorostiza, en los diarios de Abreu Gómez, en las novelas de Agustín Yáñez y, para rematar: en los murales de Diego Rivera.
Y para cerrar con broce de oro, con la película que le dirigió en México, Celestino Gorostiza a Lupe: Naná (1943). Casi una especie de autorequiem.
Lupe hablaba un inglés muy fluido, había estudiado en Gringolandia. Esto le sirvió perfectamente bien para comenzar una carrera en Broadway y en Hollywood, ambas con mucho éxito, al igual que en West End de Londres.
Esto último es increíble, pues logró lo que sólo su rival, Celia Montalván, había conseguido: hacer temporada en las varias giras que realizó por Europa.
La carrera de Lupe fue bastante irregular, ya que comenzó con una serie de películas que podríamos llamarse “de calidad” durante el cine mudo, para terminar fincando su carrera con actuaciones cómicas, cantando y bailando en la saga de “la mexicana que escupía fuego”.
Indudablemente, era una excelente actriz cómica y buena imitadora. Tan así lo fue, que amasó una buena fortuna durante su carrera.
Continuará.