Síguenos

Última hora

En vivo: Pumas recibe a Querétaro en CU

Cultura

Trayectoria del Soneto en Cuba (3)

Por Luis Carlos Coto MederosEstructura del soneto

Todo soneto clásico debe constar de catorce versos y cada uno de ellos debe estar compuesto a su vez por once sílabas, es decir, sus versos son endecasílabos.

El soneto siempre se divide en cuatro estrofas bien diferenciadas: dos cuartetos y dos tercetos.

Siendo de rima consonante posee el siguiente esquema métrico: ABBA ABBA CDE CDE. La rima de los tercetos puede variar de poeta a poeta o de época a época, es decir, que el manejo de la rima de los tercetos ha gozado de cierta libertad.

Veamos este ejemplo archiconocido de Lope de Vega.

Un soneto me manda hacer Violante

Un soneto me manda hacer Violante,

que en mi vida me he visto en tal aprieto;

catorce versos dicen que es soneto:

burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

mas si me veo en el primer terceto

no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando

y parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho

que voy los trece versos acabando;

contad si son catorce, y está hecho.

Claro está que hemos mencionado las reglas para los sonetos clásicos, pero a través del tiempo la estructura del soneto ha sufrido cambios.

En su historia reciente hay importantes escritores que han utilizado el soneto y lo han renovado o alterado, como Rubén Darío, que usó versos alejandrinos (catorce silabas) en sus poemas, o Pablo Neruda que escribió sonetos sin rima con mucha efectividad.

La gitanilla

Maravillosamente danzaba. Los diamantes

negros de sus pupilas vertían su destello;

era bello su rostro, era un rostro tan bello

como el de las gitanas de Miguel de Cervantes.

Ornábase con rojos claveles detonantes

la redondez oscura del casco del cabello,

y la cabeza, firme sobre el bronce del cuello,

tenía la pátina de las horas errantes.

Las guitarras decían en sus cuerdas sonoras

las vagas aventuras y las errantes horas,

volaban los fandangos, daba el clavel fragancia;

la gitana embriagada de lujuria y cariño,

sintió como caía dentro de su corpiño

el bello luís de oro del artista de Francia.

Rubén Darío.

XXV

Antes de amarte, amor, nada era mío:

vacilé por las calles y las cosas:

nada contaba ni tenía nombre:

el mundo era del aire que esperaba.

Yo conocí salones cenicientos,

túneles habitados por la luna,

hangares crueles que se despedían,

preguntas que insistían en la arena.

Todo estaba vacío, muerto y mudo,

caído, abandonado y decaído,

todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,

hasta que tu belleza y tu pobreza

llenaron el otoño de regalos.

Pablo Neruda.

El incansable investigador cubano que fue Samuel Feijóo nos dejó dicho sobre los sonetos en Cuba que sus formas fueran alteradas a veces. Sencillamente se estrecharon o fueron enormizadas.

Veamos un modo de enflaquecimiento en el siguiente sonetín de Francisco Echazábal.

Fe, mi amor

Di,

Fe,

que

sí.

Ni

de

mí.

Ya

ten

a

quien

va

bien.

Los sonetos también han estirado el silabaje en nuestro país. Como una muestra este cuarteto de veintiuna silabas de un soneto conversacional de Fernando Echazábal:

Yo estaba conversando con dos o tres amigos; las cinco de la tarde

Serían, más o menos; fue entonces cuando vimos correr a todo el mundo.

Un hombre que pasaba nos cuenta lo que ocurre y dice con profundo

terror en la mirada: ¿La guerra ha comenzado, hermano, Dios nos guarde!

Y como ya estamos en Cuba diremos de una vez que los primeros sonetos escritos en la isla no se pueden considerar cubanos. Algunos fueron escritos para acompañar o introducir alguna obra escrita como es el caso de los sonetos que introducen el poema épico de Silvestre de Balboa “Espejo de Paciencia”.

Terminamos con uno de los primeros poemas escritos en Cuba.

Soneto escrito al terminar la obra

Aquí suelto la pluma ¡oh patria amada!

Noble Habana, ciudad esclarecida,

pues si harto bien volaba presumida,

ya es justo se retire avergonzada.

Si a delinearte, patria venerada

se alentó de mi pulso mal regida,

poco hace en retirarse ya corrida,

cuando es tanto dejarte mal copiada.

Mas ni aún así ha logrado desairarte;

pues si tanto hijo tuyo sabio y fuerte

en las palestras de Minerva y Marte

te acreditan y exaltan, bien se advierte

que donde han sido tantos a ilustrarte,

no he de bastar yo solo a oscurecerte.

José María Félix de Arriate.

Siguiente noticia

Primero de mayo, Yucatán y el Artículo 123