Cultura

Trayectoria del Soneto en Cuba 13

Luis Carlos Coto Mederos

José Cornelio Díaz (Sadi)

Nació el 16 de septiembre de 1801, en Guanajay, provincia La Habana.

Fue poeta y maestro que extendió su quehacer pedagógico renovador por varios municipios de la provincia de La Habana durante 60 años, ejemplo de virtud y erudición. Su vida estuvo llena de pobreza y decoro.

Pueblos como La Salud, San Antonio de los Baños y Güines, donde se desempeñó como Director de la Escuela de Varones fundada por Francisco de Arango y Parreño, recibieron los aires renovadores del maestro.

José Cornelio desempeñó su actividad educacional por espacio de 60 años de manera ininterrumpida, formando a generaciones de hombres de bien, con su adelantado sentido pedagógico, sentando pautas en la enseñanza en varias localidades. Dice mucho de su erudición y amplísima cultura, el hecho de que todos los cargos más relevantes desempeñados por él fueron obtenidos por oposición.

1867

La ausencia

Ay!, mi Dorila, que la cruda ausencia

es la prueba de amor la más terrible:

si el amor es constante es insufrible,

insufrible si no hay correspondencia:

Quien goza de su amada la presencia

quien su voz oye, séale ya insensible,

o dura condición muestre y terrible

algún alivio encuentra a su dolencia,

Mas a todo consuelo se resiste

quien se aleja ¡infeliz! del dueño amado,

el aliento le falta y la esperanza:

Todo a sus ojos se presenta triste,

futuro mal, o gloria que ha pasado,

todo es temor y todo desconfianza.

1868

Amor fugitivo

Amor huyó de su mansión de Gnido:

viendo su culto y aras profanadas,

recogido el carcax, con las doradas

alitas cubre el pecho dolorido:

Los ojos vuelve en llanto sumergido,

al ver por almas crueles, despiadadas,

al engaño y perfidia abandonadas,

su templo a vil codicia prostituido.

Del voluble querer, la fe perjura

vese por la maldad entronizada

en lugar de tiernísimos amores:

La tierra es un desierto, una espesura

de serpientes y monstruos habitada;

doquier hay sólo amargos sinsabores.

1869

A Nérida cantando

Bella Nérida, cuando a Filis cantas

que al Anacreón ibero inmortaliza

se turba el pecho, el alma se electriza,

a Dioses y hombres con tu voz encantas;

piedras sienten, muévense las plantas,

el blando ruiseñor oye, y se hechiza,

y a quien amor suavísimo esclaviza

al duro trance del partir trasplantas.

De la dulce tristeza conmovido,

se eleva a las mansiones eternales

el corazón, de un numen poseído;

Que sólo de las arpas celestiales

tan bello tono fuera producido

para encantar oídos divinales.

1870

La belleza y la ternura

Quien ve el hechizo de tu rostro bello,

tu apacible reír y el sonrosado,

que da a tu faz el seductor agrado

de angélica beldad puro destello;

Quien en rizos moverse ve el cabello

por la natura y arte hermoseado,

a tus ojos el cielo trasladado,

los labios de coral, de nieve el cuello;

¿Qué ha de hacer quien te ve sino adorarte?

¿y quién te adora te hallará piadosa?

No pudo el cielo sin piedad formarte:

cuando le plugo hacerte tan hermosa,

en belleza y amor has de igualarte,

para tener el título de Diosa.

1871

Para la cubierta de un billete

Al dulce bien por quien ansioso vivo

lleva papel noticia de mi pena;

dile que alivie el peso a la cadena

que arrastrando por ella va un cautivo;

Y con humilde ruego y expresivo

dile que amor en mis ardientes venas

mora, y fallezco si no encuentro llenas

de compasión sus gracias y atractivos.

Dile que al suave encanto de sus ojos,

y a su divina boca, a todo bello,

rendida el alma ofrezco por despojos,

Y pues cual diosa tiene el gentil cuello,

las formas celestiales, la hermosura,

también tenga de diosa la ternura.

1872

El premio del amor

Al dulce premio y palma afortunada,

a quien le sigue fiel, amor convida;

palma con tiernas ansias merecidas,

palma, al fino querer sólo acordada:

Llegaste, y tu ternura y fe preciada

juraste con afecto a tu querida;

¿cómo no te pagara agradecida,

si en su favor su gloria ve cifrada?

Muestras dando de amor a los amantes,

ejemplos ofreciendo de confianza,

modelos de inocencia presentando;

Así enseñaste a los que son constantes,

a alimentar su amor en la esperanza,

venturas sin medida acumulando.