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Cultura

Sentido común y llamado a la acción de la A a la Z

Pedro de la Hoz

Tantas voces no pueden estar equivocadas. Un nutrido grupo de artistas, escritores y científicos, más de 200, suscribieron días atrás un manifiesto titulado Contra una vuelta a la normalidad, publicado en el diario francés Le Monde.

No hace falta subrayar lo evidente: la normalidad aludida es la que debe sobrevenir al término de la pandemia de la enfermedad Covid-19, un escenario en el que muchos preguntan si las cosas volverán a ser como eran o si habrá cambios significativos en la vida social de los conglomerados humanos.

Un análisis somero del documento apunta a varios aspectos que interesa destacar. En primer lugar, la procedencia de los firmantes. Si bien la mayoría nació, vive y trabaja en el mundo desarrollado, se observa una vocación por trascender fronteras y remarcar el carácter global del problema, tan global como lo está siendo una pandemia extendida a más de 180 países. En segundo lugar, la selección del medio donde se publica, un órgano tradicionalmente asociado al pensamiento moderado liberal francés, cuyas opiniones son seguidas no sólo por audiencias locales sino por sectores políticos e intelectuales en varias regiones del orbe.

Sabemos no es lo mismo exponer verdades o denuncias desde medios identificados con la izquierda –blancos favoritos de descalificaciones y amordazamientos por parte de los centros hegemónicos del poder–, o desde los que denominamos alternativos –esos que luchan por romper el cerco y ganar adeptos en condiciones casi siempre precarias–, que aprovechar un canal de comunicación establecido y legitimado por los poderes fácticos. (Dicho sea y no de paso: un medio como POR ESTO!, de apreciable circulación, prestigio social y apego incombustible a decir las cosas por su nombre y abogar por la justicia social, escasean en el mundo).

En tercer término, y mucho más importante, es lo que se dice. Porque la pandemia constituye sólo un punto de partida para lanzar y compartir ideas relacionadas con el futuro inmediato. El llamado está dirigido a “salir de la lógica insostenible que aún prevalece, para trabajar, por fin, en una refundación profunda de nuestros objetivos, valores y economías”.

“El consumismo –prosigue el llamamiento– nos ha llevado a negar la propia vida; la de las plantas, los animales y la de un gran número de seres humanos. La contaminación, el calentamiento global y la destrucción de espacios naturales conducen al mundo a un punto de ruptura. Por estas razones, sumadas a una desigualdad social cada vez mayor. Nos parece impensable volver a la normalidad. La transformación radical que se requiere a todos los niveles exige audacia y coraje. No tendrá lugar sin un compromiso masivo y determinado. ¿Cuándo llegarán los actos? Es una cuestión de supervivencia tanto como de dignidad y coherencia”.

En esto se ha insistido de manera recurrente y desde diversas ópticas en los últimos tiempos: de una parte, las corrientes ecologistas o ambientalistas; de otra, los movimientos sociales antisistémicos. Interesante resulta en el texto la concreción de una plataforma aceptable que integra ambos puntos de vista. Cualquiera con sentido común estaría de acuerdo, sin necesidad de proclamar militancias ecologistas, ambientalistas, antisistémicas ni socialistas ni marxistas.

Sensatez y premura están en el orden del día de los firmantes. En la toma de conciencia y la necesidad de actuar coinciden intelectuales y celebridades, de la A a la Z. En orden alfabético, desde Isabelle Adjiani, laureada en Cannes por Posesión; Roberto Alagna, uno de los mejores tenores de nuestra época, y el inefable cineasta Pedro Almodóvar, hasta el bengalí Mohamed Yunus, Premio Nobel de la Paz y propulsor de los emprendimientos a base de microcréditos, y la cantautora francesa Zazie, popular en las dos últimas décadas. Y no sólo europeos; el respaldo en América Latina se extiende hasta México, donde estampó su firma el cineasta Alejandro González Iñárritu.

Sé cómo se suscriben muchos manifiestos. Circulan por correos electrónicos y por afines simpatías se cosechan unas cuantas firmas. Espero no sea éste el caso, porque el suscriptor se compromete públicamente en algo muy serio. Vuelvo y repito; parece haber triunfado el sentido común entre famosos como Madonna, Ricky Martin, Sting, Penélope Cruz, Jeremy Irons y Marion Cotillard, por citar tan sólo unos pocos nombres.

Todo manifiesto se gesta sobre la base de liderazgos y a ellos me referiré. Contra la vuelta a la normalidad nació de una reflexión compartida por la actriz Juliette Binoche y el físico Aurelien Barrau, cuya iniciativa logró la adhesión de veinte científicos laureados con los Premios Nobel de Física y Química.

A los 46 años de edad, Barrau destaca en la comunidad científica mundial por sus trabajos sobre la antimateria y la gravitación cuántica, pero también ha llamado la atención, más de una vez, sobre los temibles desafíos que afronta la humanidad en términos de sostenibilidad y salud ambiental, preocupación en la que enlaza con posiciones de reconocidos colegas, filósofos, poetas y activistas sociales.

En dichas lides ha hecho causa con Binoche, 56 años, una de las más calificadas y sensibles actrices de los últimos tiempos, ganadora del Oscar en 1996 por El paciente inglés. El año pasado, en ocasión del Día de Europa, promovió una declaración de alerta acerca de cómo “nos hemos dejado embarcar en el placer del tener y el saber desatendiendo toda conciencia espiritual y humana”. La ciencia y el arte trabajando juntos por la humanidad, sin los absurdos compartimientos estancos sacralizados por la modernidad.

Reitero: tantas voces no pueden estar equivocadas. El problema está en los oídos sordos.

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