Cultura

Notas a pie de página XVIII

Fernando Muñoz Castillo

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Los mexicanos siempre pensamos, y lo decimos en voz alta, que en todo somos los peores; parece que se nos pegó eso que dijo Sor Juana: Soy la peor de todas.

Somos los más gordos del planeta, todos tenemos diabetes, somos los más flojos, nunca seremos capaces de salir adelante, somos los más violentos con las mujeres, etcétera, etcétera, etcétera…

Siempre se creyó que los mexicanos inventamos eso de decir que los políticos y los hombres famosos todos eran homosexuales.

Pues figúrense que no es así. La historia desmiente esa creencia.

“El caso más representativo del final de la tolerancia medieval es el proceso contra la orden de los Templarios a instancias de Felipe IV de Francia. Esta orden, que nació en 1119 para proteger a los peregrinos que iban a Tierra Santa, había acumulado una gran cantidad de riquezas con los años, demasiadas para que el rey de Francia, que además estaba endeudado hasta las pestañas con los templarios, no se viera tentado a quererlas para sí. La ley decía que cuando alguien era acusado de un crimen y ajusticiado, el rey se quedaba con su riqueza, así que Felipe IV acusó a los templarios de dedicarse a prácticas de sodomía. En una noche se detuvo a todos los templarios de Francia, a los que la tortura les hizo confesar cuanto quiso. Entonces no fue difícil ordenar que todos ellos fueran quemados y sus riquezas expropiadas para la Corona. Desde entonces, siempre que no se ha sabido de qué acusar a un enemigo con el que quiere acabarse se le ha acusado de dedicarse a la homosexualidad”.1

2

Y como era de esperarse, los dimes y diretes sobre los apoyos y subsidios que recibieron artistas y creadores, ha sacado a relucir datos del pasado de muchos que se vestían con trajes blancos e inmaculados acusando a los otros de vivales y estafadores.

De algo ha servido esta pandemia, ya que sacó a relucir lo podrido del medio y sobre todo, de que “no son todos los están, ni están todos los que son”.

Y sobre todo que, como siempre, el silencio de los políticos culturales es eterno.

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Todos se quejan, ya no tanto, de la ley seca. Pero nadie de que falta droga.

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Y bien, muchos de los artistas y creadores se han puesto a cocinar para hacer comida para vender. Tanto los de Mérida como los de la Ciudad de México. La comida vuelve a demostrar una vez más que es muy noble.

Y algunos (as) se exhiben en feis, promocionándose sexualmente, aunque Facebook los bloquee a cada rato.

Todos hacen su lucha.

Yo sigo pensando qué se hacer además de lo que he hecho para vivir hasta ahora, y todavía no le atino. Y eso de que el agua ya está a punto de subir a mi crecida barba que, por tanto, pensar cómo salir a flote ya está toda blanca.

Bueno, cuentan que a María Antonieta de Francia se le blanqueó todo el cabello, una noche antes de que le cayera la guillotina sobre el cuello.

5

Mientras veo a Sonia Infante en La amante de la mafia (1991), pienso cómo después del proyecto frustrado de que María Félix fuera la protagonista de Toña Machetes (1983), y que la Infante terminó haciendo, ésta comenzó a imitar la forma de hablar de la Doña. Recuerdo cuando me invitó a comer a su casa de Cuernavaca, que los muebles de su comedor eran iguales a los de la casa de María.

En esa época, muchas “estrellas” pusieron en sus rincones ángeles barrocos y también los colgaron en sus paredes, porque en la casa de Las Tortugas los ángeles barrocos formaron parte de la decoración. Además, los ángeles estaban de súper moda.

Hasta surgieron los “angelólogos”… Todas querían ser igual a María. Pero nunca las segundas partes fueron buenas.

“La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”.

Notas

1 Homosexuales Ilustres. El arca de papel Editores, La Coruña, España, 2002 p. 13