Cultura

Trayectoria del Soneto en Cuba (20)

Luis Carlos Coto Mederos

Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido)

También conocido por su seudónimo: Plácido. Nació en La Habana, el 18 de marzo de 1809.

Fue un poeta afrocubano. Tal vez haya sido el poeta de mayor aceptación popular entre los escritores cubanos del siglo XIX. Versificador espontáneo como pocos antes o después, algunos críticos lo consideran entre los iniciadores del criollismo y también del siboneyismo en la lírica cubana. Normalmente se le incluye entre los románticos cubanos, donde le corresponde de acuerdo al período, pero gran parte de la obra de Plácido es mucho más alegre, sin dejar de ser fina, y carente del exceso romántico.

Es cierto que las poesías de Plácido no tienen la perfección ni la profundidad ideológica de Heredia o Milanés. Sin embargo, la versificación es tan natural que algunos de sus poemas eran escuchados cien años más tarde en las calles de La Habana, repetidos de memoria en muchos casos sin saber el declamador quien era el autor.

A fines de 1836, José María Heredia le hizo una visita en el taller donde trabajaba con el fin de conocerlo. Su pobreza conmovió a Heredia, quien le propuso pagarle los gastos para que se fuera a vivir a México, invitación que declinó con distintos pretextos.

Su activa vida social atrajo las suspicacias de las autoridades españolas. Una noche fue reducido a prisión de manera inesperada, pero fue puesto en libertad gracias a gestiones de uno de sus admiradores.

Poco tiempo disfrutaría de libertad, pues fue detenido nuevamente el 30 de enero de 1844, acusado de conspirar contra el gobierno de España. En un proceso amañado, carente de garantías, fue sentenciado a morir fusilado por la espalda, junto con otros diez acusados. El 28 de junio de 1844 fue fusilado en Matanzas bajo la acusación de ser uno de los integrantes en la Conspiración de la Escalera.

1908

Despedida a mi madre

Si la suerte fatal que me ha cabido

y el triste fin de mi sangrienta historia

al salir de esta vida transitoria

deja tu corazón de muerte herido;

Basta de llanto; el ánimo afligido

recobre su quietud; moro en la gloria,

y mi plácida lira a tu memoria

lanza en la tumba su postrer sonido.

Sonido dulce, melodioso, santo,

glorioso, espiritual, puro, divino.

inocente, espontáneo, como el llanto

que vertiera al nacer... ya el cuello inclino,

ya de la Religión me cubre el manto...

¡Adiós, mi madre! ¡Adiós! El peregrino.

1909

La fatalidad

Ciega deidad que sin clemencia alguna

de espinas al nacer me circuiste

cual fuente clara, cuya margen viste

maguey silvestre y punzadora tuna;

entre el materno tálamo y la cuna

el férreo muro del honor pusiste,

y acaso hasta los cielos me subiste

por verme descender desde la luna:

Sal de los antros del Averno obscuros,

sigue oprimiendo mi existir cuitado...

Y si sucumbo a tus decretos duros,

diré como el ejército cruzado

exclamó al divisar los rojos muros

de la Santa Salem: “Dios lo ha mandado”.

1010

Muerte de Gesler

Sobre un monte de nieve transparente,

en el arco la diestra reclinada,

por un disco de fuego coronada

muestra Guillermo Tell la heroica frente.

Yace en la playa el déspota insolente

con férrea vira al corazón clavada,

despidiendo al infierno acelerada

el alma negra en forma de serpiente:

El calor le abandona, sus sangrientos

miembros bota la tierra al océano,

tórnanle a echar las ondas y los vientos,

no encuentra humanidad el inhumano.

Y hasta los insensibles elementos

lanzan de sí los restos del tirano.

1011

Tristes memorias

Amigo Doris, cuando el cielo santo

de Fela hermosa a mi sabor veía,

todo a mi vista plácida reía

porque gozaba su amoroso encanto;

Mas la noche eternal tendió su manto,

mi lira infeliz desde aquel día,

en vez del dulce acento que solía,

canta pesares y respira llanto.

Las aves, y las flores, y las plantas,

testigos fueron ¡ay! de los favores,

de las célicas dichas, y de cuantas

gracias me prodigó, y ora las flores,

las plantas, y las aves, otras tantas

tristes memorias son de mis amores.

1012

El aguinaldo

En el jardín de Venus los amores

revolaban con plácida alegría

cuando el dios de los astros esparcía

en oriente sus vivos resplandores:

Las fuentes y los pájaros cantores

sonaban con acorde melodía,

y un dulce acento entre ellos me decía

que te brindara el aguinaldo en flores.

Venus misma me dio con rostro ledo

aquesta pucha que al mandarte admiro,

ni aguinaldo mejor brindarte puedo

que en ramo de esmeralda, oro y zafiro,

cuyos colores en las flores cedo;

y en fin, en cada flor pongo un suspiro.

1013

A mi cumpleaños

No quiero que de púrpura y de nieve

vista el oriente en mi natal la aurora,

ni que Erato en su cítara sonora

mi nombre al Pindo generosa lleve,

ni que el Eterno mi canción eleve

al sacro Empíreo donde reina y mora,

ni que me brinde mi adorada Flora

que el dulce beso de sus labios pruebe;

ni que mueva mi voz los troncos rudos,

ni que alaben mis obras los discretos,

ni en la guerra ganar bandas y escudos:

Todos mis gozos quedarán completos,

con que se vuelvan ciegos, mancos, mudos,

cuantos piensen mandarme hacer sonetos.