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El Santo Cristo de Chumayel A los amigos de Chumayel

¡Con esta señal venceremos!

Cuenta la antigua conseja de nuestros abuelos del pueblo de Chumayel, un hecho que ha pasado a la historia como leyenda, que da cuenta del origen milagroso del Santo Cristo de la Transfiguración, que cada año es profundamente venerado el 3 de mayo. Ese añejo relato nos revela cómo llegó a la comunidad, esto gira en torno a un antiguo pozo, actualmente ubicado en los terrenos de la Escuela Primaria “Sebastián Díaz Marín”.

El culto al Santo Cristo de Chumayel tiene sus más antiguas referencias en la última década del siglo XVII, puntualizo el año de 1697, cuando comienza a figurar la existencia de una cofradía, una organización de indios del pueblo para celebrar al Cristo el 3 de mayo. La cofradía tenía un terreno llamado Choh, donde se tenía los bienes de ganado y colmenas, cuyas ganancias eran destinadas para sostener la festividad religiosa. Si la sola cofradía ya aparece en 1697, es evidente que la existencia del Cristo dentro de la Iglesia ya se encontraba desde tiempo atrás.

El relato del descubrimiento del Cristo de Chumayel dentro de un pozo, algunos dicen que también funcionó como una noria, está revestido de ser un hecho milagroso. ¿Tuvo lugar en Chumayel este prodigioso milagro? No lo ponemos afirmar, ni menos osaremos en negarlo.

Una frase latina dice: “Vox populi, vox Dei”, que vertido al castellano dicta la sentencia: “la opinión popular de la gente ordinaria revela la voluntad de Dios y debe obedecerse”. Narradores y cronistas de ese hecho en el pasado que refieren los prodigios que hasta hoy conserva la memoria de ese predilecto pueblo de Chumayel, diré que:

Se dice que era un mediodía de la época de sequía, que corresponde a los meses de marzo a abril, cuando se aglomeraron algunas personas para sacar agua del pozo comunitario, un chen ka´j, que se encontraba a un costado de la plaza del pueblo, que actualmente se encuentra en los terrenos que ocupó la escuela primara ya mencionada.

Se dice que mientras bajaban y subían los cubos de madera, se rozaban con algún objeto en el interior del pozo, que es desde luego un tanto más profundo. El constante roce podía lastimar y romper los artefactos con los que sacan el preciado líquido, y que no eran fáciles de suplir en caso de dañarse.

Se dice que uno de los que estaban presentes se ofreció a entrar al pozo por la escalera que estos contienen, de orificios que corren desde el brocal hasta el fondo donde se encuentra el agua, y al descender al oscuro interior, tras bajar el pie al agua y recuperar la visión, grande fue su sorpresa al encontrarse frente una imagen de un Cristo Crucificado, que allí de pie, como suspendido sobre el agua se encontraba.

Se dice que con asombro y lleno de alegría, hizo el esfuerzo de salir del pozo, y dio a conocer el feliz hallazgo del que él había sido testigo.

Cuando se enteraron los que estaban a la expectativa, decidieron sacar la imagen sagrada, no con gran esfuerzo, buscaron sogas de sosquil, desataron sus “delantares” y con esto, pudieron los dos hombres que se metieron al pozo, amarar la cruz que poco a poco comenzó a ascender a la superficie.

La noticia de ese hallazgo convocó enseguida a los vecinos, mestizos e indios, que tenían sus moradas en ese pueblo de Chumayel, seguramente vinieron también el cacique y Cabildo de Batibioob, para ver y dar testimonio de lo que estaba ocurriendo.

Se dice que cuando ya está estaba afuera el sagrado crucifijo recién encontrado, con paños blancos comenzaron a limpiarlo con mucha reverencia y devoción, todos, ancianos y niños, mujeres y hombres estaban maravillados con tal feliz hallazgo.

Se acordó por unanimidad que el Santo Cristo sería trasladado a la Iglesia de la Purísima Concepción, la Iglesia principal y única del pueblo, para que allí sea venerada por todos los pobladores; ya que el encuentro de este crucifijo mostraba el interés divino de permanecer en el pueblo de Chumayel.

La aparición de la imagen se tomó como algo favorable, y pronto floreció una filiar devoción en su entorno.

Se dice también que el color negro del Cristo se debió a un incendio que ocurrió en la Iglesia donde se encontraba expuesto a la veneración.

Dicen los venerables ancianos de la comunidad que un día se incendió la Iglesia de Chumayel, reduciendo todo a cenizas y carbón, menos el santo crucifijo.

Sobre la construcción de la Iglesia que mira su frente al Sur, se cuenta que varias veces la obra constructiva se vino abajo, quedando solamente la cúpula que albergaba el altar principal donde se encontraba el Santo Cristo de la Transfiguración. De día se trabajaba de norma habitual y de noche perecía la obra. Después de varios intentos los artífices interesados y aun los alarifes, entendieron que era una señal del Cristo de la Transfiguración.

A partir de entonces se cambió la ubicación del frente de la Iglesia, quedando su frontispicio al Sur, casi a mitad del templo quedó aquella cúpula que albergó el altar primitivo.

Dicen los antiguos abuelos de Chumayel que el Señor quería mirar desde su altar a aquel pozo donde había llegado a su pueblo, que tanto protege y que tanto lo quiere.

Por esa especial predilección divina, el pueblo de Chumayel cada año celebra una gran fiesta en honor de su Santo Cristo de la Transfiguración; son miles los que llegan a postrarse ante este milagroso crucifijo. He descubierto que nace una plegaria silenciosa que nace entre los cientos de fieles que hacen una larga fila para llegar a mirarlo y expresar su oración y gratitud.

La devoción al Santo Cristo de la Transfiguración de Chumayel es la máxima expresión de fe, cultura y tradición en el Sur de Yucatán. ¡Viva Cristo Rey! ¡Señor único de Chumayel!

*Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán

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