Luis Carlos Coto Mederos
José Luis Alfonso y García de Medina: Noble español de origen cubano que nació en La Habana, Capitanía General de Cuba, el 22 de junio de 1810, en el seno de una familia aristocrática formada por Don Miguel Luis Alfonso y Soler, y su primera esposa Doña María del Carmen García de Medina y Bonilla. Fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País gracias a su fortuna monetaria. Por Real Despacho emitido el 21 de noviembre de 1864 por la monarca Isabel II de España, se le concedió el título de Marqués de Montelo.
1020
A Washington
En la ribera amena y floreciente
que va besando el Potomac callado,
se descubre a lo lejos un collado
coronada de pinos la alta frente.
El Genio tutelar del Occidente
reposa allí, de gloria circundado;
y saludar ansiando aquel sagrado
acerquéme con planta reverente.
Mas ¿dónde están, clamé las inscripciones
que en bronces mil su patria le debiera?
Y respondió un acento sobrehumano:
No ha menester el héroe de blasones;
la Libertad grabó más duradera
su memoria en el pueblo americano.
1021
A mi amada
Pura es la nieve que en Olimpo dora
la clara antorcha del naciente día,
pura la rosa que en sus campos cría
la hermosa Tracia, envidia de la aurora.
El aura de la tarde me enamora
cuando el aroma del jardín envía,
y en las nubes se goza el alma mía
si el sol de grana y oro las colora.
Mas yo adoro una bella muy más pura
que nieve y rosa y aura perfumada,
brillante más que un astro su hermosura;
Y si en mi seno posa reclinada,
ningún placer se mide a la ventura
que gozo yo en los brazos de mi amada.
1022
Regreso a Villaclara
Cuando retorno a mis nativos lares
tras larga ausencia, y sus contornos miro,
la risueña expresión de nuevo admiro
de sus verdes campiñas y palmares;
ornado de aguinaldos y azahares,
rico de pompas muéstrase el Capiro,
y su ambiente odorífico respiro
al eco de mis débiles cantares.
Estos instantes de emociones puras
que, al saludar mi patria en este día,
me recuerdan mis tiempos de venturas,
sean augurios del bien que mi alma ansía,
al deplorar pasadas amarguras
y el mal que agobia la existencia mía.
1023
A una palma
Reina del campo, soberana diosa,
con cuanta majestad alzas la frente,
envidia dando a la plateada fuente,
al bosque, al llano y la pradera hermosa;
sobre tus pencas juega deleitosa
el aura pura matinal, sonriente,
y la prístina luz del claro oriente,
derrámase en tu copa esplendorosa.
¡Bella y sublime creación del cielo,
que ostenta tu poder y lozanía
en los pensiles del cubano suelo!
Escucha grata de la lira mía
el débil canto que en mi ardiente anhelo
tributo a tu beldad y bizarría.
1024
Impiedad
¡Cuánto es pobre el mortal que imbécil niega,
en su delirio de impiedad insano,
de un ser eterno la potente mano
y a sus creencias de ilusión se entrega!
El a la luz de la verdad se ciega
y, ante la inmensa creación, ufano
a Dios maldice como un ente vano
y hasta el dogma divinal reniega.
Ese que vive escéptico y sombrío,
mísera escoria del mezquino suelo,
sucumbe del Creador al poderío;
y en angustiosa pena sin consuelo,
lleva al sepulcro un corazón impío,
sin conocer la majestad del cielo.
1025
A la memoria del célebre
presbítero D. Juan de Conyedo
Aunque ya el polvo de los tiempos cubra
del hombre justo la sagrada losa
y el albergue tranquilo en que reposa
su nombre guarde y su memoria encubra.
Permítase que osada desencubra
mi débil mano su mortuoria fosa
y una lágrima ardiente y respetuosa
sus restos bañe y mi dolor descubra.
Pobre es la ofrenda al mérito eminente
del genio insigne y bienhechor que un día
ciñó de lauros su fecunda frente;
mas pueda al son de célica armonía
su nombre proclamar de gente en gente
como una gloria de la patria mía.