Luis Carlos Coto Mederos
Ramón Zambrana
Nació en La Habana el 9 de julio de 1817.
Médico, catedrático, publicista y poeta. Humanista y precursor de la medicina forense. Dejó una huella indeleble en la ciencia médica cubana. Primer cubano en recibir el título de Doctor en Medicina y Cirugía.
El doctor es reconocido también por su labor como poeta, crítico literario y filósofo.
Este prestigioso médico y escritor que tanto aporta a la ciencia y las letras cubanas muere en La Habana 18 de marzo de 1866, enfermo de tuberculosis.
1056
A Cuba
¿Del sinsonte los índicos cantares
imitan sus preciados ruiseñores?...
Que me importan grandezas y primores
que de Europa me cuentan a millares,
Cuando a la sombra estoy de tus palmares
respirando el ambiente de tus flores?
¿Forman del Sena y Tíbet los rumores
ese grato murmullo de Almendares?
Si eterno luto y horroroso duelo
en vez de dulce y perdurable calma
me brindases no más ¡oh Cuba mía!
Fiel lo protesta mi ardoroso anhelo,
a cada pena que sintiera el alma
un suspiro de amor respondería.
1057
La palma
Esbelta, sin rival, de estirpe indiana,
mece rico penacho la palmera
para que altiva ostente la pradera
lujo en la tarde, pompa en la mañana:
pero en la enhiesta cumbre soberana
saluda el sol brillante la primera;
y con el oro de la luz postrera
sus primorosas pencas engalana.
De la virgen beldad enseña pura,
símbolo bello y santo del martirio;
emblema inmarcesible de victoria.
El alma se enajena en su hermosura
y amor y fe y honor en su delirio
en ceñirla inmortal cifran su gloria.
Mercedes Valdés
Nace el 11 de noviembre de 1820 en Guanabacoa, Cuba.
Su vida retirada la hubiese hecho pasar inadvertida si un poema suyo titulado La rosa blanca no hubiese sido leído por Francisco Javier Foxá, sin que ella lo supiera, en una tertulia de Nicolás Azcárate, siendo acogido con especiales aplausos y celebraciones.
A partir de entonces empezó a destacarse en los círculos literarios, donde leyó varios trabajos que aparecen incluidos en el tomo I de sus Noches literarias.
Sencilla, tierna y sentimental, supo arrancar también las notas elevadas, enérgicas y solemnes propias de la epopeya.
Murió a muy avanzada edad (75 años) el 1 de junio de 1896, en Guanabacoa.
1058
Tú y mis versos
Celos te dan los plácidos cantares
con que en noches hermosas y serenas,
engaño los rigores de mis penas
y adormezco la voz de mis pesares:
Celos tienes de Cuba y sus palmares
y también de las blancas azucenas
que de inocencia y de hermosura llenas
se levantan al pie del Almendares.
Quieres al fin, que de la lira mía
arrojando las cuerdas en el suelo
enmudezca la triste melodía;
mas deja tanto afán y desconsuelo,
pues son mis versos luz de noche umbría
y tú mi sol y nacarado cielo.
1059
Mi pensamiento
Duerme tranquilo, pensamiento mío,
en tu feliz y suave indiferencia,
y tus cándidas horas de inocencia
no perturbe jamás el hado impío:
No aprisionado mires tu albedrío
por el vano oropel de la opulencia;
todo cuanto seduce la existencia
te encuentre siempre como el mármol frío:
Y no despiertes nunca pensamiento
de tu sueño sublime y apacible,
y sé del mundo al engañoso acento.
Roca en mitad del mar, dura y terrible,
que despreciando el espantoso viento
a su fuerza y poder es insensible.
1060
A Scévola
Tiende la mano Scévola, arrogante,
sobre el carbón en ascuas convertido,
y no exhala su boca ni un gemido,
ni oscurece una sombra su semblante.
Lleno de fuego el pecho palpitante,
a un combate glorioso, decidido,
es un volcán que brota enfurecido
la hirviente lava de su amor triunfante.
Tiembla a su aspecto el mísero tirano,
y su futura suerte comprendiendo
cobarde rompe el cetro soberano;
y allí entre tanto, Scévola, sonriendo,
le muestra altivo su abrasada mano,
al monarca, y al mundo confundiendo.
1061
A mi amiga
Bellas las flores son, Dorila mía,
de la dulce y alegre primavera,
bella ostenta la rosa placentera
su verde pompa y grata lozanía.
Vierte el clavel suavísima ambrosía
en la esmaltada américa pradera,
y la brisa murmura en su carrera
inocentes canciones de alegría.
Mas sólo miran mis amantes ojos
en el color de la encendida rosa
de tu candor los núdicos sonrojos:
Veo en la azucena tu mejilla hermosa,
y en el dulce murmullo de la brisa
oigo tu voz y adoro tu sonrisa.