Cultura

Por una nueva normalidad

Hugo Carbajal Aguilar

Veamos aquí propuestas específicas para irlas meditando, comentando, discutiendo. No perdamos de vista las causas principales de nuestras calamidades actuales. El Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz analiza la coyuntura actual y propone. Resumamos sus esenciales propuestas.

Esta profunda crisis mundial que hoy sufrimos es un síntoma de la normalidad enferma en la que vivíamos y es magnificada por un modelo económico que antepone los intereses particulares sobre los derechos universales, que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas, que estimula la acumulación de unos pocos a costa del despojo de muchos, y que impone una cultura política depredadora de la vida. Ningún bien está a salvo de las garras del egoísmo exacerbado por políticas privatizadoras: ni el agua que bebemos, ni el aire que respiramos.

Parece que nos afanamos por regresar a esta perversa normalidad.

Una normalidad consistente en mirar hacia otro lado mientras consumimos irresponsablemente… (…)… consistente en alinearse con quienes saquean el erario público recogiendo sólo migajas, o con quienes exprimen el sudor ajeno para multiplicar sus ganancias a costa de la riqueza de la Tierra.

Es una normalidad que nos ha hecho cómplices de la producción, reproducción y normalización de la exclusión, del odio, de la pobreza, del dolor, de la violencia, del miedo, de la violación, de la frustración, del desánimo, la depresión y la muerte. …Que invadió nuestro sentir y condicionó nuestros anhelos y deseos… Que colonizó nuestro pensar al arrinconar los saberes ancestrales de nuestros pueblos.

Es la de una conciencia anestesiada que no repara en los impactos tremebundos de un sistema corrupto y corruptor que hicimos nuestro. Que no repara en la sistemática violación de unos derechos a los que terminamos renunciando, ni al daño que sobre los bienes más preciados terminamos practicando como la condición paupérrima de nuestros sistemas de salud: carentes de hospitales, respiradores y medicamentos, pero repletos de esperanzas vanas por evitar una muerte más.

Necesitamos, proponen:

1. Una nueva normalidad que garantice el sustento de la vida y la atención de las necesidades materiales del pueblo: que sustituya el paradigma economicista de la producción exacerbada, la acumulación de capital y el crecimiento exponencial, por el paradigma de la redistribución equitativa de la riqueza, la sustentabilidad y el buen vivir.

2. Que le devuelva el valor a la vida, basada en el cuidado y el respeto, que tenga en cuenta a las generaciones venideras, y que ponga fin al cambio climático, a la explotación de los seres vivos y de los bienes naturales, a la contaminación del agua y del aire, y a la destrucción de bosques y playas. Un paradigma que nos entienda como parte del cosmos y una especie más de la biodiversidad planetaria.

3. Que sustituya el paradigma de lo mío por el de lo nuestro, que reconozca que somos profundamente interdependientes, que no hay “otros” ni “otras”, sino un compromiso y un horizonte común.

4. Que sustituya la lógica de la representación política por la lógica de la participación deliberativa, directa y transversal. Un modelo democrático que asegure la participación propositiva y vinculante del conjunto de la población, especialmente de quienes han sido sistemáticamente excluidos en la toma de las decisiones políticas.

5. Que reconozca las diferentes formas de conocimiento y promueva su florecimiento a partir de una educación pública y gratuita de calidad, y no de cuotas y cantidad, basada en la corresponsabilidad de quienes integran el proceso de construcción de conocimiento y en estrategias educativas dialógicas, sentipensantes, participativas y emancipatorias. Un paradigma educativo que fomente la reflexividad crítica, los afectos y la solidaridad entre los pueblos.

6. Una nueva normalidad fundada en una concepción de la salud que se oriente al bienestar, que potencie los saberes diversos, ancestrales y emergentes, y que priorice la dignidad, la soberanía de los cuerpos, y la sanación de la violencia. Un modelo de salud como derecho universal y no como negocio, que garantice el acceso gratuito a la cura...

7. Que rescate el valor de las memorias diversas, la intersubjetividad y la singularidad, que reconozca la diversidad como característica de lo humano y elimine cualquier forma de dominación y discriminación.

8. Que permita el encuentro desde la diferencia, en la que nuestras identidades, erotismos y goces no sean penalizados: donde no se ejerza violencia alguna en razón del género o de la orientación sexual, no se trafique con personas, no haya feminicidios, y donde los sujetos decidan sobre sus cuerpos y deseos…

9. Que estimule el arte y la cultura entendidas como escenarios de creación y experimentación que reivindiquen y renueven nuestras maneras de conocer, habitar y compartir el mundo.

10. Y que promueva la acción no violenta asumiendo la construcción de paz como proceso integral y participativo, y la emergencia de conflictos como oportunidad para el desarrollo de culturas de paz y modelos convivenciales de atención sinérgica de las necesidades.

Esta nueva normalidad es posible, y la construiremos juntos y juntas haciendo camino al andar.