Fernando Muñoz Castillo
Este cartel de cine da fe de que Meche no comenzó como rumbera en el cine mexicano, sino como dama joven.
Sus primeras seis cintas con crédito fueron: “Sota, caballo y rey”, bajo la dirección de Roberto O´Quigley (1943).
“Rosalinda” con la dirección de Rolando Aguilar (1944). Además de “Rancho de mis recuerdos” (1944), “El hijo de nadie” (1945) y “Loco y vagabundo” (1945), todas bajo la dirección de Miguel Contreras Torres.
Fue hasta la séptima película que bailó como rumbera.
De “Rancho de mis recuerdos”, Meche recordaba lo siguiente:
“Don Miguel era duro con uno, o sea, él presionaba. Cuando llegué al estudio, él estaba filmando con Medel, quien acababa de hacer ‘Pito Pérez’, con mucho éxito. Cuando llegué al foro me dijo:
–¿Quieres trabajar conmigo?
–Sí, señor (en realidad yo quería trabajar con quien fuera).
–Es un papel de rancherita, ¿lo podrás hacer?
–Trataré.
–Entonces llévese este script.
–Era así de gordo el script. ¡Así, eh!
–Léalo y en la tarde viene para que me diga si le gustó el papel.
–Sí, señor!”.
Eran las doce de la mañana; me fui a mi casa, ni comí por leerlo completo, tenía que regresar a las cuatro de la tarde. Así que llegué al estudio con el script leído.
–¿Le gustó?
–Sí, señor, sí me gustó!
–Esta película va a hacerse con Jorge Negrete.
¡Entonces Jorge era un figurón! Yo lo recordaba de la época de Soto, cuando él y Armengod estaban de cantantes, y de tiples Lucha María Bautista. Morena de ojos verdes que se casó con uno de los Martínez Gil, Consuelito Gómez y Marina Tamayo. Como se imaginará, yo estaba fascinada ante la idea de filmar con él, no tanto por él, sino por el nombre que tenía.
–¿Leyó el script?
–Sí, señor, ya lo leí.
Se me quedó mirando muy serio y me dijo:
–¡Y qué tal cuando usted se cae de la barranca?
–¡De eso no me enteré!
–Veo que sí, lo leyó,
De ese tipo era don ‘Miguel.
–Es suyo el papel. Pero me va a filmar dos más, porque yo no la voy a lanzar para que luego usted se vaya con otro productor.
Así fue como hice un papel de rancherita, que me encantó.
Yo como se imaginará, estaba fascinada: 3,500 por una, creo que 4,000 por la otra y cinco por la tercera, no, ni a cinco llegué porque en “Humo en los ojos” cobré cinco.
Yo subí “pian pianito”. En esas peliculitas casi casi barría el foro para granjearme el papel. 1
NOTAS
1.- Fernando Muñoz Castillo. Las Reinas del Trópico. Editorial Azabache, México, 1993, p. 67.