Cultura

Caminamos para encontrarnos con mujeres históricas

“Usted y yo somos muy diferentes, señorita. Todas nosotras, las que estamos aquí y vamos a estar hablando allá, somos diferentes, pero eso no significa que lo que me importa a mí es más o menos que lo que le importa a usted. ¿Usted por qué lucha?”

Fragmento CAMINANTES. Hacia el Encuentro.

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El Primer Congreso Feminista realizado en 1916 en el teatro José Peón Contreras en Mérida, Yucatán, trajo consigo una serie de ecos que hasta el día de hoy podemos atestiguar. Basta con conocer un poco la historia de la lucha de las mujeres para darse cuenta de cómo las estrategias han ido ajustándose a lo largo del tiempo; pero, en esencia, seguimos exigiendo lo mismo. Ejemplos de ello es el Derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo o la defensa por los espacios separatistas o no mixtos.

Asimismo, sabemos, gracias a una amplia documentación y rescate histórico que se ha realizado, lo que sucedió en las sesiones del Congreso. Los anales de la memorable asamblea son información pública a la cual podemos acceder y nos brindan un panorama bastante amplio para imaginar, mediante la información histórica, cómo se fue desenvolviendo el evento. No obstante, aún quedan espacios que no han sido documentados a detalle, por ejemplo, todo lo que aconteció en el cuerpo de las asistentes al momento de asistir al evento. Es ahí donde el arte posibilita crear escenarios que pudieran ser punta de lanza para empezar a reconstruir en colectivo esas sensaciones y escribir juntas nuestra historia, porque como bien menciona Marcela Lagarde: escribir biografia es, también, historizar la vida de las mujeres, y cuánta falta nos hace.

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Corriendo con Lobas. Laboratorio escénico se ha dado a la tarea de tomar esta provocación y poner de manifiesto parte de la principiología que tenemos. En la colectiva constantemente nos preguntamos ¿qué significa encontrarnos? ¿qué potencia tiene el estar en manada? Y más ahora, en una época tan singular como la que estamos habitando.

Decidimos que el acto de caminar pudiera ser una forma de ejemplificar los diversos ritmos que puedes tener al momento de avanzar, incluso de las pausas para tomar un buen respiro y seguir en el camino. También fuimos conscientes que a veces caminamos solas, a veces caminamos acompañadas, a veces caminamos con o sin rumbo, caminamos a nuestro tiempo o con el tiempo de alguien más, caminamos con nuestras reglas o sin ellas, caminamos en manada y, nos atreveríamos a decir que también caminamos para encontrarnos, en principio, a nosotras mismas. 

Así se potencializó CAMINANTES. Hacia el encuentro, el primer montaje escénico de Corriendo con Lobas. Con herramientas escénicas elaboramos el mundo de tres mujeres que asistieron al Primer Congreso Feminista (1916) en el Teatro José Peón Contreras, mujeres que caminan en la Mérida del 2021 y se dan cuenta cómo ha cambiado la ciudad, qué han hecho con su historia, con su legado. Articulamos este montaje para que la audiencia forme parte de tres mundos donde los personajes pudieran compartir sus sentipensares: darle peso a lo que acontece en el cuerpo, a la vibración que se genera cuando alzamos la voz, a las preguntas que nos vamos haciendo en el hacer, en el luchar por lo que creemos justo. Aquellas preguntas que posibilitan avanzar, caminar y encontrarse con más mujeres que nos implicamos para construir un mundo más justo, equitativo, por una dignidad que merecemos todas. Deseamos honrar la lucha de nuestras ancestras, historia que debe estar presente en la memoria, en nuestros cuerpos y en el espacio público, trasladar lo que significó para nuestras antepasadas tomar las calles, a lo que ahora significa salir al espacio público después de más de un año de confinamiento.

“Escribir CAMINANTES significó un gran reto para mí, a pesar de ser una mujer que está inmersa en la lucha y reflexión feminista. Fue un reto porque implicó aterrizar una serie de ideas y discursos políticos en el cuerpo y la palabra cotidiana de tres mujeres comunes pero extraordinarias al mismo tiempo, procurando no caer en un tono panfletario y didáctico que alejara a los espectadores de aquello que los personajes les quieren decir. Se trató de visualizar la realidad política y social de las mujeres yucatecas en una temporalidad específica a través de sus historias, sus vivencias, sus emociones y su cuerpo como un territorio político. Fue un reto también por la importancia de cuidar el proceso de investigación histórica, la precisión con las fechas y el contexto, así como la creación de un universo poético en el que nos propusimos imaginar a tres de las mujeres que asistieron al Primer Congreso Feminista de México en 1916, paseando por las calles de Mérida en 2021. Fue una oportunidad para crear junto con las actrices a tres personajes muy diferentes, de contextos y realidades económicas distintas, de ideologías que podrían no coincidir pero que tienen un propósito común: la lucha por los derechos de todas las mujeres y niñas. Ha sido una puerta abierta al pasado para restaurar la memoria de un proceso histórico que, hasta el día de hoy, no es visible en el espacio público de Mérida, y encontrar en la historia de nuestras ancestras similitudes en nuestras luchas y posturas, una aproximación a la interseccionalidad y la posibilidad de reconocernos en el pasado para entender nuestro presente y escribir el futuro que queremos” (Andrea Fajardo).

Asimismo, cuando comenzamos el proceso creativo nos dimos cuenta de la importancia de matizar las diversas intersecciones que acontecen en el cuerpo, lo cual también es un factor de vital importancia para imaginar los diversos sentipensares de nuestras antepasadas.

Desde Corriendo con Lobas militamos el feminismo interseccional y como proyecto mensual contamos con un Club de Feminismos que ha servido para desmenuzar estas intersecciones. Información sensible nos sirvió durante las sesiones de investigación que tuvimos con Martha Ruiz y Jimena de los Santos, integrantes de la colectiva feminista Contingenta Siempreviva. Con ellas comenzamos a construir el imaginario colectivo que nos acompañaría en el andar.

“Para mí, tanto el proyecto como la información que compartimos con las compañeras de Corriendo con lobas significa, con gran estima, cómo el acompañamiento, la sororidad y la escucha fueron fundamentales en los momentos en los que la pandemia nos confinó y, sin embargo, podíamos seguir tejiendo redes (desde la virtualidad). En mi opinión, El Primer Congreso Feminista es uno de los hitos más significativos del discurso feminista en Yucatán y de agencia desde las mujeres en la escena pública; verlo representando por las compañeras actrices es maravilloso y emocionante, es traer de vuelta a nuestras antepasadas e imaginarnos caminando con ellas y pensar que sus luchas siguen vivas en nosotras. Así que cada material de archivo, sea un libro, fotografía, legajo, periódico, objeto, bordado, etc., en donde encontremos a las congresistas de 1916 forman parte de nuestra memoria y genealogía feminista. Gracias a las compañeras de CAMINANTES por hacerlo visible” (Martha Ruiz – Contingenta Siempreviva).

Las sesiones de investigación comenzaron el 18 de septiembre del año pasado y, desde el primer encuentro, empezamos a delinear cómo serían los mundos de las tres mujeres que asistirían al Congreso, cómo serían sus vidas, sus ideologías, sus concepciones de habitar y defender su mundo. Así, construimos tres personajes:

(1) La Profesora propagandista proveniente de Mérida. Defensora de la educación racionalista para niñas y mujeres, de postura moderada-conservadora. Bien educada, de clase media-alta, graduada del Instituto Literario de Niñas y acreedora del título de Profesora de Instrucción Primaria. Cautelosa y analítica, piensa dos veces antes de hablar o manifestar una postura; mediadora hasta donde le es posible. Está en constante búsqueda de los mecanismos más adecuados para la desfanatización de las mujeres y el desprendimiento de la religión en el actuar y pensar de las mismas; defensora del “mejoramiento social” y la emancipación a través de la educación y el acceso al conocimiento, la lectura, el estudio. Disciplinada, culta, puntual, sensata.

(2) La Obrera sindicalista originaria de Hunucmá, trabajadora en una maquiladora. Defensora del trabajo de las mujeres, el salario digno, la autodeterminación de los pueblos y la visibilidad de las mujeres que viven y trabajan en los municipios de Yucatán. Es de postura radical y revolucionaria, con carácter fuerte y determinante, terca y desconfiada. De espíritu comunitario y colaborativo, sólo cuenta con educación primaria. Es arriesgada y contestataria. Tiene actitudes y manifestaciones anarquistas. 

(3) La Escritora liberal. Defensora del amor libre y la educación sexual para niñas y mujeres, proveniente de Mérida. Culta, educada, políglota, con buenas relaciones públicas e involucrada en el mundo de la cultura, las artes y la vida en sociedad. Amiga de grandes figuras artísticas de la época: escritores, pintores, muralistas, músicos, etc. Seguidora de los ideales impulsados por Hermila Galindo sobre la libertad sexual de las niñas y las mujeres, así como la aproximación al desprendimiento de las ideas relacionadas al amor romántico, al matrimonio y la monogamia.

Cada una tiene su lucha, pero, a fin de cuentas, están convencidas de que necesitamos erradicar muchos de los pensamientos que -hasta la fecha- mantienen oprimidas a las mujeres.

“El proyecto CAMINANTES. Hacia el encuentro ha sido todo un proceso de cambio, de transformación personal, espiritual y de conocimiento. Me ha movido la mente, me ha hecho reflexionar sobre las situaciones actuales y de las de 1916. Situaciones que aún siguen y que, a pesar del tiempo, no es mucha la diferencia (si es que la hay). Me ha llevado a ser una persona antes que actriz, a fomentar aún más la empatía, la compresión y la constante escucha a las demás personas, y cuando digo escuchar es escuchar no solo con los oídos, sino también con la piel, con el cuerpo.

Al crear mi personaje tomo como referencia a Felipa Poot. ¡Qué dicha la mía! Me topo con una mujer que desde mi punto de vista es la mujer más maravillosa del mundo, y en mi comparación, quejándome de la vida, me doy cuenta de los privilegios que tengo. No hay comparación alguna, porque compararme con ella es ser grosera e insultar todos sus logros y lo mucho que luchó por los suyos. Reconozco mis carencias y agradezco lo que tengo, pero la pregunta es: ¿cómo puedo interpretar, crear a una mujer partiendo de Felipa Poot como referencia? Otra pregunta que me retumbó la cabeza fue: ¿qué hago con lo que tengo para seguir en la lucha? Para dar mi granito de arena a esta sociedad y aportar para el cambio...

El nombre Eleuteria Poot nace de mi abuela materna y que ahora es el nombre del personaje que interpreto en honor a ella. Eleuteria Poot es una mujer fuerte, valiente, protectora de los suyos, de la tierra, sembradora, costurera, madre soltera, hermana, hija, compañera, amiga; es Felipa Poot, son mis abuelas, soy yo, son todas, es ancestra.

Sin duda alguna, CAMINANTES. Hacia el encuentro ha sido un abrazo, pero de esos abrazos fuertes, firmes, que te despiertan, que te hacen replantear una y otra vez las cosas, los pensamientos, las creencias. Es una abrazo que nos invita a abrir los ojos. Estoy muy agradecida con el proceso, con la vida, con el tiempo por este proyecto” (Miriam Chi Chim).

Cuando decidimos generar los perfiles de los personajes, nos fue importante tomar la decisión de no centrarnos en las figuras más reconocidas del feminismo yucateco, sino amplificar el imaginario sobre aquellas otras mujeres que pudieron no tener una imagen lo suficientemente pública, pero que fueron parte fundamental para que la lucha sucediera. Colocamos la lupa creativa en la vida de las mujeres, y con toda la convicción de adentrarnos a los sentipensares de cada una,  imaginar cómo pudo ser el movimiento interno, lo que aconteció en su cuerpo, lo que vibró en ellas; imaginar las manos sudadas del nervio, imaginar y construir la voz quebrada al decir sus discursos, al sentir que están tomando el espacio público, la consciencia de participar en un evento que será recordado por muchos años, tantos que seguimos recordándolas.

“Después de casi un año sin arte vivo, en carne y hueso, presencial, que llega a las entrañas, tuve la dicha de poder regresar a la escena de la mejor manera: rodeada de mujeres fuertes, inteligentes, que me acompañaron en cada paso, en cada palabra. Pude dar voz a cientos, miles de mujeres que desde hace 105 años exigen casi lo mismo que nosotras ahora. Todo eso desde un personaje carismático, noble, que sólo quiere aprender y poner su granito de arena y que no se ha dejado engañar por su educación y la sociedad que la rodea. Caminar como Concepción Medina ha sido maravilloso pues me he reconocido a mí misma en cada paso. Cada función y recorrido ha sido único y solo resta agradecer al público, pues asistir a CAMINANTES es involucrarse en su totalidad; no es ser un espectador pasivo, sino todo lo contrario. Es vivir la historia, recrearla, gritar con nosotras y hacer eco. Gracias a las que caminan con nosotras es posible lograr lo que queremos: permanecer en la memoria. Ya no tendrán la comodidad de nuestro silencio” (Gabriela Jiménez).

Otro de los factores que constantemente nos preguntábamos era sobre el ritmo del encuentro y cuestionarnos constantemente cómo pudo ser. Marina Garcés, en su libro En las prisiones de lo posible, plantea y cuestiona: ¿de qué naturaleza tiene que ser el convivio entre la posibilidad, la necesidad -yo aumentaría el deseo- para que acontezca una grieta detonadora de múltiples campos de acción y reflexión?

“Para mí, colaborar en el proyecto CAMINANTES significó viajar a un espacio y tiempo que, aunque creía conocido porque llevo un tiempo investigando sobre él, volver a éste siempre me hace aprender cosas nuevas. De igual manera, este proyecto me ayudó a tener una nueva mirada del Congreso Feminista; es decir, la posibilidad de imaginar los preparativos, los espacios, pero también el compromiso y la emoción de las mujeres que se organizaron en 1916. Y es que, como investigadora, también es importante alejarnos de “lo objetivo” de la historia y acercarnos a la parte más íntima de un acontecimiento, hacer lo posible por conectar con lo que sintieron y vivieron nuestras ancestras. Esa es la mejor herencia que pudieron legarnos y que hoy transmiten las Caminantes” (Jimena de los Santos Alamilla – Contingenta Siempreviva).

Las preguntas más recurrentes fueron: ¿cómo habrá sido la noche antes del Primer Congreso? ¿Habrán podido dormir? ¿Cómo fueron esos días de sesiones? ¿Seguían los debates después de las jornadas? ¿Cómo era el ambiente en las escuelas donde se hospedaron las maestras? ¿Cómo fue la efervescencia en las calles durante el Congreso? ¿Estaban nerviosas? ¿Será que algunas o muchas salieron pensando diferente? CAMINANTES. Hacia el Encuentro coloca la lupa en la vida de las mujeres, en sus cuerpos, en sus emociones, en la revolución de sus ideas que detonó grandes luchas para que nosotras estemos aquí.

“Cada mujer tiene un recorrido diferente en su vida; cada una ha pasado y atravesado su propio camino, pero eso no significa que muchas no hayamos pasado por los mismos lugares y circunstancias. Caminar juntas es unir nuestros recorridos en uno sólo, en el que caben nuestras historias y nuestras vivencias. Caminar con el personaje Marian Santillán para mí es como caminar con Hermila Galindo, Rita Cetina Gutiérrez, Madeleine Pelletier, con mi abuela, con mi madre, con mis amigas, con mis hermanas y con todas las mujeres que luchan día a día desde 1916 hasta hoy. Caminar con nuestras ancestras de 1916 es también encontrarnos en ellas, es sus historias, en la memoria, en nuestras calles y entender que su lucha sigue siendo la nuestra. Para mí es un honor recorrer las calles de Mérida con este personaje que recoge la historia de las que en el camino han sido olvidadas. En mi voz y en mi cuerpo está la lucha de mis ancestras, de las que ya no están y de las que estamos” (Mónica Ayala Vázquez).

Caminar y disponerse para dejarse atravesar por la historia y, posterior a eso, permitir encontrarse con personas desconocidas en una época tan singular como la que estamos atravesando es un acto de resistencia. Cuidarnos para que así suceda, también. En la primera etapa del proyecto, nuestra meta era sentirnos cerca, mirarnos, saber que quienes han respondido al llamado del encuentro estamos ahí por algo, porque nos preparamos para poner el cuerpo y dejar que el evento suceda.

“Me gustaría empezar diciendo que caminar nunca ha sido tan grato como cuando se comparte con alguien que tiene ideales y luchas parecidas o iguales a las tuyas. Hablar de CAMINANTES es hablar en colectiva, en que la soledad no existe, puesto que compartimos con mujeres poderosas la escena, la memoria y la vida. Me emociona el hecho de que se empiece a visibilizar algo que estuvo oculto por mucho tiempo, por falta de conciencia social y apertura en la forma de pensar de mucha gente al mando de las entidades políticas. Personalmente creo que CAMINANTES me ha ayudado a conectar con mujeres poderosas. Regresar al convivio presencial parecía muy lejano, y al invitarme estuve un poco cautelosa en cuanto a la forma de proceder. Sin embargo, desde el primer ensayo colectivo, se creó una sinergia con mis compañeras que está dando fruto al momento de transitar las calles de Mérida a una sola voz, y estoy muy agradecida porque a pesar de la situación actual que estamos viviendo por el COVID-19, nos estamos enfrentando a tomar las calles y seguir haciendo lo que amamos. Estoy agradecida por formar parte de este proyecto, el primero escénico de la colectiva Corriendo con Lobas, y con Lily por abrirme las puertas de su casa para poder crear en conjunto un proyecto tan guerrero como lo es CAMINANTES. Hacia el encuentro” (Hada Mariel Cortinas Gutiérrez).

El primer texto que leímos este año en el Club de Feminismos fue Una habitación propia, de Virginia Woolf, y ahí la frase “Anónimo era frecuentemente una mujer” resonó mucho en el montaje. No está de más mencionar que, por muchos años, las mujeres no tenían la oportunidad ni las condiciones sociales para compartir sus escritos, para socializarlos y mucho menos para publicarlos. CAMINANTES. Hacia el Encuentro también encamina el potencializar que nosotras, las mujeres del presente, tenemos una responsabilidad de escribirnos y pensarnos también en colectivo, en cómo imaginamos este mundo y las acciones para devenirlo en una realidad y entender que nuestro primer territorio político es el cuerpo que habitamos. Escribimos nuestra historia con cada acto, con cada manifestación, con cada grito, con la justa rebeldía por un mundo que garantice nuestros Derechos y a todas las mujeres.

“Caminar acompañada de grandes mujeres para contar la historia de otras grandes mujeres ha dado como resultado que CAMINANTES. Hacia el encuentro sea uno de los procesos creativos que más he disfrutado tanto como creadora escénica como persona. Transitar los pasos que aún resuenan en la memoria y en los espacios que visitamos es asimilar que las acciones trascienden y que poco a poco seguimos picando piedra, abriendo camino para que la igualdad que tanto anhelamos sea efectiva algún día” (Alexandra Benavides).

Cada día me convenzo que somos manada, que lo estamos tirando y que todos los días se incrementan ecos de lucha por y para nosotras, por las que estamos aquí, por las que ya no están y por las que vendrán. Desde el arte y la cultura también nos comprometemos con la causa. Desde nuestra trinchera utilizamos el convivio para producir reflexión, para dimensionar, desde otra perspectiva, la importancia de conocer nuestra historia, porque, cuando se pone el cuerpo, no hay vuelta atrás.

“Caminar parece simple, pero la pregunta es: ¿caminamos con algún propósito?; y tú, ¿por qué luchas? Ambas preguntas son cuestionadas en esta propuesta escénica para recordarnos que, desde 1916, las mujeres y su caminar tenían un propósito que hoy nos permite votar, estudiar, divorciarnos, escribir, tener un lugar en la toma de decisiones; entre otros que también nos negaron.  De modo que nos corresponde a nosotras ahora, en 2021, contar la historia de nuestras abuelas, madres, tías a nuestras niñas. Así comenzaremos a escribir una nueva historia feminista. Ocupamos lugares para repensar la historia, crear imágenes de cambio. En esta propuesta, la ficción y la realidad se abrazan para habitar el espacio público, revivir la lucha de las mujeres y dejar esa huella efímera que cuestiona y crea eco en nuestros cuerpos como actrices y en quienes nos acompañan en cada función” (Fátima Caamal Medina).

Para mí, Liliana Hernández Santibañez, quien ha guiado este texto, ha significado un goce y recordatorio del por qué hago lo que hago, de entender el compromiso social que pide mi quehacer artístico, de reforzar mi principiología, mi ética profesional, de encontrar las estrategias para devenir en colectiva, de siempre mantenernos en manada, porque juntas somos más fuertes.

El proyecto ha llegado a buen puerto. Logramos la meta que nos propusimos para la primera temporada: encontrarnos y, sobre todo,  contagiar la esperanza, la lucha, reviviendo en nuestros cuerpos y en el imaginario colectivo lo que nuestras ancestras vivieron hace más de 105 años. Ahora estamos encaminando la segunda temporada, la proyectamos para los fines de semana de junio 2021. Más adelante publicaremos mayor información para que caminen con nosotras. Este proyecto, literalmente, se va construyendo sobre la marcha y nos estimula la compañía y la calidez que le han dado al proyecto. Les invitamos a seguirnos en redes sociales para que se enteren de todas nuestras actividades.

“CAMINANTES. Hacia el encuentro es un proyecto sumamente especial. Me llena de sororidad artística el compartir un espacio de creación feminista con creadoras escénicas que admiro y adoro para conmemorar la memoria e historia de nuestras ancestras” (Mariela Bojórquez).

No quiero cerrar este texto sin antes contestar la pregunta del epígrafe. Yo lucho por mi independencia, mi dignidad, mi autonomía, por volver con bien a mi casa todos los días, por no silenciarme, por mi autocuidado, porque ya no me voy a disculpar por ocupar un espacio en el mundo. Ahora te pregunto: tú, ¿por qué luchas?

SY