Cultura

Mérida en la Historia, la memoria y vida de una ciudad

El blog de Sergio Ceballos, historiador, cumple ocho años de divulgación gratuita

Tener más memorias en un momento que en mil años de vida es posible gracias a la Historia. Sergio Ceballos Castillo, creador del blog “Mérida en la Historia” (www.meridaenlahistoria.com.mx), que reúne y divulga patrimonio, cultura y actualidad, conversa con POR ESTO! sobre su iniciativa, que continúa vigente y en continuo crecimiento.

“Hace ocho años, empecé a aventarme a cualquier conferencia que veía abierta, a escuchar qué se decía de historia. En la biblioteca de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Yucatán -yo estudié contaduría-, leía los libros de historia. Encontré cosas que me llamaron la atención, tanto de la ciudad de Mérida como del Estado”, cuenta Ceballos.

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Historia, crónica y memoria. El blog, que también se encuentra en Facebook e Instagram, se desarrolla en estas dimensiones. “En el inicio”, comenta Sergio, también estudiante de la licenciatura en Historia, “pensaba que era lo mismo, como mucha gente todavía piensa. Pero no todas las memorias son históricas. Un cronista que hace una gran labor para una comunidad puede ser diferente de un historiador, que hace un juicio un poco más crítico”. 

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¿Por qué es importante conocer la historia? Ceballos contesta: “para entender dónde estamos y a dónde queremos llegar, y saber cuáles son esos lastres del pasado que siguen afectando a la sociedad actual”. Por ejemplo, “continúan el clasismo y el racismo, los más cruentos vestigios del pasado”. Además, “permite ampliar nuestra perspectiva del tiempo y de grupos sociales, de nuestras cualidades. A veces, somos propensos a exacerbarlas y a callar nuestras deficiencias. Mirar que no somos una sociedad perfecta nos hace sentir incómodos; hay enormes problemas que podemos rastrear en la historia. A partir de eso, podemos involucrar acciones que puedan trabajar para remediarlos. Pero si seguimos haciendo lo mismo, con los mismos paradigmas, será complicado solucionarlos”.

“Es triste que se apele a un romanticismo de la historia”, piensa el entrevistado sobre las llamadas “verdades históricas”. “Cuando alguien quiere tocar esos ídolos tan adheridos a nuestra identidad, nos cuesta trabajo cuestionarlos. Un compañero decía que la historia es la incertidumbre eterna. Efectivamente. Lo es porque hay que seguir cuestionando dónde estábamos, quiénes éramos y seguir cuestionándonos con fundamentos, aunque sea incómodísimo. Debemos saber cuál es la enfermedad para curar los síntomas”.

Se abre de nueva cuenta la discusión, “algo que no existía antes. ¿Quiénes podían acceder a trastocar la historia, tan sólida, tan de piedra? Eran muy pocos: políticos y cronistas del régimen. Ese es otro problema: la distinción entre lo que ha sido la historia con fines cívicos, legitimadoras de un régimen, y la historia como tal. Pero los revisionismos deben tratarse con cuidado. No hay una verdadera historia de nada. Aunque tuviéramos cámara, video y hasta lectores de marcapasos de los personajes más icónicos de la historia, no sabríamos la total verdad”.

Entonces,¿la historia debe ser revisada? “Debe hacerse revisionismo, pero con cuidado. Si antes nos dejábamos llevar por el lado romántico de la historia, ahora tenemos el riesgo de exacerbar lo negativo sin algún criterio, lo que resulta en construir leyendas negras donde quizá no las había. Debemos tener una mirada crítica, sin llegar prejuiciados”. Ceballos menciona, como ejemplo, a Miguel Hidalgo. “Habría que disociar entre el personaje y lo que intentaba representar él: un ‘padre’ para una patria naciente, un grupo de territorios que estaba intentando cohesionarse. En ese punto, tiene lógica que se haya buscado un ‘padre’ de la Patria. Que el señor haya sido tal y cual cosa es una cuestión de los hombres de carne y hueso, como todos los que han existido. A final de cuentas, la elección de estos personajes es una cuestión política. No tiene que ver con los méritos, sino con lo que intentaban representar”.

Cuestionar es hacer historia: “si todos tuviésemos la misma participación y las mismas oportunidades, no estaríamos enojados con los símbolos de la patria. Pero en estos contextos, es obvio que cuesta trabajo agradecer a esta idea de nación”.