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Hilvanan historias de vejez y amor

Los hilitos de mi abuela X’manikté presenta a los niños, con humor, distintas problemáticas actuales

Los títeres pueden sorprender con su reconocible humanidad. Los hilitos de mi abuela X’manikté, de la compañía TíterePlanet, “es una obra para niños que se disfruta”, a la vez que arroja luz sobre la convivencia significativa con los abuelos, la pérdida de memoria e incluso el racismo, según revela el dramaturgo Teo Flores a POR ESTO!

Las presentaciones serán cada domingo de julio y otras más el 8 y 22 de agosto, presenciales en el Centro Cultural Olimpo (Calle 62 por 61, Centro), con aforo limitado, y virtuales por medio de midvi.mx. Los boletos para las funciones presenciales pueden solicitarse al 9991871850, mientras que las entradas digitales están disponibles a través del mismo sitio emisor.

Con esta presentación, la compañía TíterePlanet celebra nueve años de existencia. Teo Flores ahonda en la temática de la puesta en escena: “queríamos hacer un homenaje al bordado y, sobre todo, a la abuelita que tiene ese nombre: X’manikté. La traducción al español es ‘siempre viva’. Con esto, referimos a la memoria, más allá de la técnica de bordado”, revela el dramaturgo.

Complementa: “ya casi no se elabora esa técnica, porque la gente no la paga, aunque es muy complicado hacerla. Empezamos a olvidarlo. Como TíterePlanet, que somos una compañía para niños, un público al que no le atrae el bordado como tema, debemos hablar, mínimo, del nombre, para que así resuene y la gente se pregunte qué es el X’manikté. Así, mantendríamos viva la tradición, aunque sea diciendo el nombre del bordado que ya mucha gente no conoce, o no sabe qué es un bordado y que lo estamos perdiendo, olvidando. Como la obra habla también de la memoria, del Alzheimer, planteamos que, como sociedad, estamos perdiendo el recuerdo de nuestras tradiciones”, puntualiza.

Sobre la distancia entre generaciones, Teo, de 33 años, piensa que hay “un salto bastante notable y rápido. Los milennials estamos en medio de las generaciones más jóvenes y de nuestros abuelitos. Nosotros tuvimos la fortuna de poder vivir y sentir algunas acciones y tradiciones que los mayores conservan o trataban de conservar. Mi abuela tiene celular, pero no le gusta usarlo más de lo que prefiere hablar de frente. Familiares más jóvenes, siendo niños, lloran y patalean si no tienen el celular cerca”.

“Mi abuela es de Kanasín”, comparte. “Creció ahí, cuando era un municipio que no estaba cerca de Mérida. Las tradiciones eran distintas, y éramos parte de ellas de diferente manera. Por ejemplo, debíamos correr a casa de nuestros padres cuando la iglesia tocaba las campanas, a las seis. Había una serie de cosas que parecen impensables para los niños de hoy”.

La enfermedad de Alzheimer, comúnmente conocida por causar, entre otras cosas, una severa amnesia, está presente en la obra, aunque veladamente. “Sé que no todos los abuelitos padecen Alzheimer”, dice Teo, a la vez que admite que la condición “es terrible. Una integrante del equipo me contó que su abuela tiene la enfermedad. Me dijo lo doloroso que es que tu abuela te diga ‘¿quién eres?’. Es como haber muerto en vida. Lo bonito sería que los hijos estén al tanto, siempre, de los abuelos”.

“Hablamos de eso en la obra”, dice. “A veces, somos nosotros los que olvidamos a los abuelitos. Sabemos que ‘ahí están’ y, como nieto, los vas a ver ‘porque te mandan’. Hay generaciones que ya no quieren estar con sus mayores. Falta ese amor cuando se va a la casa de los abuelos sólo para conectarse al Internet. Eso también tiene que ver con las tradiciones que olvidamos. En los fines de semana, se visitaba a los abuelos y se comía con ellos. Eso ya casi no se da. Ahora, muchos de ellos ya se han ido. ¿Por qué esperar a que ya no estén para desear estar con ellos? El momento es ahora, no cuando ya no estén o nos hayan olvidado”.

El racismo como tema también tiene presencia en la obra. “Hay toda una lucha que enfrentaron los abuelitos que vivieron en los municipios y viajaron a la ciudad”. Teo simula una conversación para ilustrar el caso: “‘¡Ah! ¿Eres de pueblo? Necesito que limpies mi casa. ¿Eres moreno? Irás a trabajar a la construcción’. La abuela X’manikté, en la obra, tiene una escena dura, pero juguetona. Cuidamos que, como la presentación es para niños, el mensaje sea directo, aunque bien cuidado. Con ella, queremos mostrar lo que los abuelos han tenido que enfrentar para que sus hijos tengan derechos y sean tratados bien en una ciudad, aunque los nietos no les pase por la mente que, en algún momento, haya sucedido eso. Los abuelitos sufrieron para que nosotros estemos bien”.

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