Cultura

Para Venus Rey Jr., la inauguración de los Juegos Olímpicos de París fue de los más polémicos de forma artística y visualmente

Independientemente de las controversias que la ceremonia inaugural de los juegos de París ha suscitado, es verdad que fue un espectáculo nunca antes visto. No podía esperarse menos de un país tan importante y tan rico artísticamente como Francia.

Aún cuando pueda decirse que el equipo creativo que concibió el show (porque de eso estamos hablando, de un show) careció de tacto, particularmente en la escena “Diversité”, que ofendió a muchos cristianos, desde mi punto de vista sería una exageración afirmar que la ceremonia inaugural fue un acto “satánico-pederasta-sadomaso-degenerado-blasfemo-homosexual-sodomita” que hace apología de la violencia y de las perversiones de la humanidad, como muchos están acusando.

Así como los cristianos (católicos, evangelistas, pentecostales y demás denominaciones) salieron de inmediato a mostrar indignación, así de rápido los llamados “progres” (yo me considero “progre”, pero reflexivo, porque hay “progres” más necios y obcecados que los “fachos” más necios y obcecados) salieron a justificar la escena “Diversité” argumentando que los creadores del show no se referían a la última cena de Jesucristo y sus apóstoles, sino al banquete de los dioses en la boda de Tetis y Peleo, y circularon un cuadro de un tal Jan van Bijlert, a quien seguramente ni conocían.

El espectáculo se dividió en varias escenas y cuadros que mostraron la historia de Francia y resaltaron su riqueza multicultural diversa e incluyente. Fue en verdad ambicioso: un prólogo y once episodios, sobre cuatro horas de duración. Enchanté (encanto, o encantado), con Lady Gaga; Synchronicité (sincronía); Liberté (libertad), que inició con la controvertida imagen de María Antonieta decapitada cantando “todo irá bien, colgaremos a los aristócratas” (Ah! ça ira, ça ira, ça ira! Les aristocrates on les pendra!) y un número musical que combinó death metal con ópera francesa, número que muchas personas miraron horrorizadas asegurando que era prueba de que el espectáculo era un rito satánico.

Luego siguieron los cuadros Égalité (igualdad) y Fraternité (fraternidad) y, como no, a propósito de este último, no podía no incluirse un cuadro que se llamara Sororitè (sororidad, que es el femenino de fraternidad), en el que se rindió homenaje a grandes mujeres de Francia, desde Olympe de Gouges hasta Simone de Beauvoir.

No faltó quien criticara que una feminista atea, como lo fue Simona del Buen-ver (Beauvoir), estuviera incluida entre las grandes mujeres de Francia, un país que ha sido históricamente católico, aunque parece que no por mucho tiempo más. Después del cuadro Sportivité (deportividad) vino el “desastre” para los cristianos del mundo. Sin duda el cuadro más controvertido fue “Festivité” (festividad).

En una de sus escenas muchos cristianos vieron una parodia de la última cena. ¿Por qué la de Leonardo? Pudo haber sido cualquier última cena, pero todos señalan en automático la de Leonardo. Se ve al centro a una mujer obesa a quienes los cristianos identificaron inequívocamente con Jesús Cristo.

Varias personas aparecen a ambos lados de este Cristo redondo que no es otra cosa que un disc jockey con su tornamesa y aparatos. A estas personas, casi todas ellas drag queens, los cristianos las identificaron con los apóstoles. ¿Cuáles apóstoles? Para no ir más lejos, ¿sabrán qué apóstol es cuál en “il cenacolo” de Da Vinci? No dudo que alguien pueda identificar a alguno en el fresco de Da Vinci, pero si era parodia premeditada del equipo creativo del show, todos los apóstoles drags habrían tenido que ocupar un lugar específico.

Por ahí había una menor de edad bailando, lo cual espantó aún más a los cristianos, pues cómo era posible que una niña estuviera cerca de personas tan degeneradas. Cada vez que se dice este tipo de cosas me acuerdo de muchos degenerados sacerdotes que por siglos, y muy notoriamente en los últimos cincuenta años, han violado a niñas y niños en todas partes del mundo, sin que ninguna autoridad eclesiástica ni civil dijera nada sino hasta hace poco, cuando el escándalo mediático ya era mundial y no podía esconderse. Pero, bueno, ese es otro tema.

Lo peor vino con la entrada a cuadro, en una escena más adelante, de un Baco o Dionisios que es destapado en la mesa de la supuesta “cena”, como si fuese el plato fuerte. Y vimos a Philipe Katerine, conocido actor y cantante que en los años 90 viera sus mejores momentos, y que siempre ha alzado el estandarte de la diversidad y la inclusión, pintado el cuerpo de azul y las barbas de amarillo, sí, casi desnudo, pero sin mostrar los testículos, como muchos aseguraron.

Más que presenciar al terrible dios Pan –debe el lector saber que la palabra “pánico” viene de este dios greco-latino, identificado como Baco o Dionisios– lo que vi fue una versión risible de “papá Pitufo” que no asustaría ni a un niño, pero que ha puesto a muchos cristianos del mundo con el “Jesús” en la boca.

Festivité significó “Diversité”, y en ese contexto hay que entender esta escena dentro del show. No veo que esto sea parte de la agenda progre-gay-trans-satánica con la cual pretenden malevolamante hacerse del control del mundo, según aseguran muchos. Tampoco creo que nadie que haya visto el show haya sentido inclinación para hacerse drag u homosexual si antes no lo era. Al contrario, yo vi a quienes se sintieron ofendidos, más unidos y uniformes.

La intención del equipo creativo no fue hacer parodia de la cena. Siempre he sentido una gran fascinación por la teología y la he estudiado, y por eso sé el significado fundamental y sagrado de la última cena, pues es la institución de la eucaristía, la Cena del Señor. Y aunque sea crítico de estas ideas, las respeto y respeto a quienes las creen.

La intención del equipo creativo, encabezado por Thomas Jolly, fue otra. Lo explicaron desde antes, y lo han vuelto a explicar después del escándalo. Desde que fue designado para dirigir el show de apertura, Jolly expresó: “Sobre todo, quiero que la ceremonia incluya a todos. Todos debemos celebrar esta diversidad.”

El domingo, Jolly señaló: “La idea era más bien hacer un gran festival pagano conectado con los dioses del Olimpo… Olympus… Olimpismo.” En efecto, en el show hubo alusión a muy diversos componentes multiculturales de Francia. Quizá a Jolly se le pasó un poco la mano con Festivité y Diversité, pero no creo que ni él ni su equipo hayan blasfemado o profanado deliberadamente uno de los símbolos más importantes del cristianismo.

Si yo, Venus Rey, veo a una mujer obesa –Barbara Butch, que además es judía, lesbiana, activista LGTB+ y activista contra la discriminación de las personas obesas– con instrumentos de DJ en una fiesta al centro de una mesa, y unos quince o veinte bailarines a su alrededor, de los cuales muchos son drag queens, se me pueden ocurrir muchas cosas, pero no que Jesús Cristo está siendo profanado y que el señor satanás se está haciendo presente.

Además, si la teología cristiana es cierta, Jesús Cristo es inmune a cualquier profanación. En todo caso, los profanados fueron los creyentes, que Cristo es invencible, ¿o no? He escuchado también un reclamo según el cual las fuerzas oscuras del mal (los progres, los homosexuales, los liberales, los drag, los comunistas, los creativos del show de apertura, bla, bla, bla) se envalentonan atacando a la iglesia católica y a los cristianos en general.

Pobrecitos jerarcas cristianos, han de estar temblando de miedo en El Vaticano, en todas las iglesias ortodoxas y en todas las iglesias evangélicas después de ver el show. Quienes se ofendieron critican el desprecio con el que los progres atacan al cristianismo, pero son incapaces, por cobardes, dicen, de atacar al islam.

Eso para mí prueba algo muy importante: que en Francia y en el mundo libre existe la libertad de expresión. Un francés, un alemán o un inglés pueden plantarse en una plaza pública y abominar del presidente y del gobierno; o pueden plantarse afuera de una iglesia cristiana y gritar que Lucifer es el verdadero dios y que Yahvé es el malo, pero logró engañar a todos (como de hecho algunas doctrinas han sostenido).

Eso no se puede hacer en otros países con otras religiones, so pena de ser condenado a muerte. El día que el semanario francés Charlie Hebdo parodió al islam, hubo ataques terroristas que dejaron decenas de muertos. El show de los juegos de París podrá asustar y molestar a muchos cristianos, pero no va a haber ataques terroristas ni correrán ríos de sangre.

Eso es lo que distingue al mundo libre… mientras sea libre, pues cada vez la intolerancia y los fanatismos se posicionan más. Europa occidental está en proceso de dejar de ser cristiana. En Francia el laicismo se ha impuesto y cada día las iglesias están más vacías. Por lo que hace al catolicismo, quizá Francia ya no sea tan católica, por mucho que esto preocupe a muchos.

Los otrora franceses católicos se están volviendo ateos. Y los que ahora son franceses pero antes no lo eran, suelen profesar el islam. Ese es el futuro de Europa occidental. No un futuro lejano, sino cercano.

Estamos hablando de los siguientes treinta años: los franceses, ingleses, españoles, alemanes, italianos, portugueses, etcétera, originarios serán cada vez más ateos; los nuevos franceses, ingleses, españoles, alemanes, italianos, portugueses… serán en su mayoría musulmanes.

Cuando estos nuevos europeos sean más que los europeos originarios, veremos el surgimiento de las primeras repúblicas islámicas en Europa occidental. Quizá la primera de ellas sea Francia.

Y entonces los pocos europeos originarios que estén ahí todavía, lamentarán la falta de libertad de expresión y se acordarán del día en que los cristianos hicieron un berrinche en las juegos de París, cuando todavía había libertad.