Por Ele Carfelo
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Una de las cosas que caracterizan a la fiesta de toros, es aquella que hace que los aficionados a ella, tengan diferentes opiniones acerca de la forma como los toreros ejecutan este magnífico arte. Y por consiguiente, este es un tema de discusión, a veces hasta apasionante, cuando dos aficionados discuten acerca de cuál forma de torear es mejor, cuál estilo de torear es más meritorio, o qué despierta más la pasión en los tendidos.
Algunos opinan que el modo de torear al que llamamos “despatarrado”, que es cuando el ejecutante torea con las piernas abiertas, quebrando la cintura, alargando los pases, prendiendo el toro desde el cite, y llevándolo toreado hasta despedirlo, es mejor.
Otros opinan que es más bello y meritorio, torear con los pies juntos, por abajo, o por alto, sin enmendar el terreno. Los hay también, que prefieren el toreo a base de pases cortos, como los molinetes, los pases de la firma, los trincherazos, los pases cambiados por la espalda, y hay hasta los que prefieren el toreo de rodillas, con desplantes… para gustos se hicieron los colores… pero la verdad es que lo que no debe hacer es el afán de ganar la discusión, y concluir sobre cuál es la forma MEJOR.
Yo creo que lo verdaderamente importante, no es en qué forma se torea, sino que lo que realmente importa, es TOREAR BIEN… la forma es lo de menos… porque cualquiera de las formas que he relacionado puede ser mala, SI SE TOREA MAL.
Sucede lo que con las llamadas tradicionales ESCUELAS DE TOREAR… los aficionados antiguos opinaban que había dos escuelas del toreo: la RONDEÑA y la SEVILLANA. Esto, a mí, siempre me ha parecido “una vacilada”. Porque algún torero nacido en Ronda toreó con seriedad, los taurinos pretéritos dedujeron que los toreros de Ronda debían torear igual. Y en contraposición, que los sevillanos, por su carácter, por la fama que siempre ha tenido Sevilla, debían torear con alegría, con pinturería, con adornos.
Es que ha habido toreros rondeños más alegres que unas castañuelas, y sevillanos más serios que una letra de cambio o una hipoteca. Por lo tanto, no hay más que dos escuelas para torear: TOREAR BIEN o TOREAR MAL.
De la misma manera, hay quien torea mal “despatarrado”, y quien lo hace bien con los pies juntos, luego la posición de los pies, nada tiene que ver en el asunto. Lo principal, es TOREAR BIEN, lo que se dice HACER EL TOREO, manejar las embestidas con belleza, mandar en el toro, citándolo, aguantándolo, templándolo, y despidiéndolo como se debe, con los pies quietos, con lentitud, quebrando la cintura… eso es TOREAR BIEN.
Aunque siempre habrá público al que le guste asustarse, que prefiera el valor al ARTE, que le guste que el torero se ponga de rodillas y espere frente a toriles la salida del toro, o que se emocione cuando el diestro se arrodilla, le agarra los pitones al toro cuando ya está agotado de las fuerzas, prácticamente muerto sobre las patas, sin mérito taurino alguno, que prefiera el “tremendismo” a la belleza, pues eso… eso, seguirá habiéndolo en las corridas… pero yo, prefiero ver TOREAR BIEN.