Por Ele Carfelo
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Como la última de las partes de mi columna que he dedicado a recordar a mi queridísima Plaza de Toros “Mérida”, en estos días de su cumpleaños número NOVENTA, mencionaré, sin fechas, sin solución de continuidad, conforme los recuerdos broten en mi mente, algunos momentos inolvidables, vividos en diferentes épocas de mi vida en el predio de la Reforma. Desde cuando el gran subalterno yucateco Manuel Gómez Blanco “Plis”, que era amigo de mi padre, bromeaba conmigo en el patio de cuadrillas de la Plaza, las mañanas de corrida cuando íbamos a ver “la prueba de caballos” de los picadores y sus cabalgaduras, con los yucatecos Saturnino Bolio “Barana”, Solanga Gorocica “Azuquita”, los banderilleros Mundo Grajales “El Nacional”, el español Julián Arizqueta, avecindado en Mérida, así como el eficaz grupo de “monosabios” dirigidos sabiamente por “Bolita”, quienes se encargaban de bañar y vestir a las “mulillas” de arrastre, preciosamente “enjaezadas” con un bello equipo de banderolas y cascabeles adquiridos por don Fernando Palomeque en España.
Nos paseábamos por los patios de cuadrillas y por los pasillos de los corrales, para observar de cerca a los “Palomeques” o los “Sinkeueles” a los que los monosabios iban “enchiquerando” en sus pequeñas corraletas para que fueran saliendo “por orden” por la puerta de “chiqueros” en el espectáculo de la tarde. Nosotros, disfrutándolo todo con el corazón dando de brincos, en nuestra niñez e incipiente juventud.
En diversas épocas, como yo vivía en la colonia Alcalá Martín, estudiaba en el Colegio Americano en Santiago, adonde acudía en bicicleta, mi paso era por la Plaza “Mérida”, y cuando había toros en exhibición por corrida cercana, una o dos veces al día, acompañado de una pareja de amigos también aficionados, hacíamos “escala” diario por los corrales de la plaza “a ver los toros” y comentar acerca del tema.
Vi torear, acompañado de mi padre muchas veces, y ya mayor, con algún amigo, a “Armillita”, a Lorenzo Garza, a Jesús Solórzano, a David Liceaga, a Carlos Arruza, a Silverio Pérez, a Fermín Rivera, a Alfonso Ramírez “El Calesero”, a Luis Briones, a Luis Procuna, a los españoles Manuel Rodríguez “Manolete”, a Pepe Luis Vázquez, a Luis Gómez “El Estudiante”, a Manolo Escudero”, a Paco Gorráez, La peruana Conchita Cintrón, a Paco Camino, Diego Puerta, Manolo Cortés, Santiago Martín “El Viti”, a Antonio Chenel “Antoñete”, a Manolo Vázquez, otros mexicanos como Joselito Huerta, “El Ranchero” Aguilar, Jaime Rangel, Manolo Martínez, uno de los que más admiré, Curro Rivera, a Eloy Cavazos, al que vi muchas veces pero nunca me gustó, al español Manuel Benítez “El Cordobés”. Y en la actualidad, tengo gran preferencia por los españoles ENRIQUE PONCE, por Julián López “El Juli”, al que considero el mejor del momento actual, y entre los mexicanos, siento una gran simpatía por LUIS DAVID ADAME, y también por Joselito.
Pero lo importante, es que sigo siendo un tremendo fanático de la fiesta de toros, y el gran aprecio por el lugar donde este fanatismo nació: Mi Plaza “Mérida”.
De lo visto en “mi plaza”, recuerdo un “mano a mano” de Carlos Arruza con el portugués Manolo Dos Santos, con toros de “Palomeque”, con grandes faenas de Dos Santos, y un “faenón” de Carlos Arruza al toro “TICULEÑO”, tremenda faena durante la que se lastimó la mano derecha, y sin ser zurdo, se perfiló con la izquierda, y metió soberbio estoconazo, que le valió las orejas y el rabo del soberbio toro orizabeño.
Recuerdo grandes faenas, de Luis Procuna a “Carbonero” de Sinkeuel, de “Manolete” a “Farolito” de Sinkeuel, de Manolo Martínez indulto al toro “Morito” de “Moreno Reyes” de David Silveti indultando a “Lunero” de Sinkeuel. Un “mano a mano” espectacular entre “Calesero” y Luis Procuna con tiempo lluvioso, con excepcional encierro de “Palomeque”. Una faena inolvidable del español Juan García “Mondeño” a un gran toro de “Zamarrero”, la gran faena de Paco Camino a “Dispuesto” de “Peñuelas”, y tantas y tantas otras. Por todos estos recuerdos y en agradecimiento a quienes de un modo u otro han ayudado a que todos estos sucesos se hayan quedado en nuestras mentes y en nuestros corazones, ¡Gracias!... y ¡Felicidades, adorada Plaza de Toros “Mérida”!