Jorge Canto Alcocer
Nadie puede cantar victoria. Nadie que se considere aficionado al béisbol tiene derecho a la ingenuidad… sí, en cambio, a la esperanza, al sueño imposible, al significado de que “esto no se acaba hasta que se acaba”… hasta que no caiga el out 27… en ocasiones incluso después de haber caído. Leones, con su enorme pitcheo abridor y el espléndido cuerpo de relevistas armado por Gerónimo Gil en el último mes y medio de la campaña regular, está acariciando la gloria de la Quinta Corona, la posibilidad de obtener el título, por vez primera en su historia, en años consecutivos, aunque no de ser bicampeones, dada la aberración de la “temporada falsa”.
Un gran aficionado, con quien discutí álgidamente el pronóstico de la Serie, terminó aquel intenso intercambio con una frase demoledora: “Todos sabemos que el pitcheo manda”. Pero hay sus excepciones, pues no parece que Acereros haya sido construido pensando en los fundamentos del béisbol, pues sólo la suma de estrategia, suerte y prácticas que pueden terminar por provocar severas lesiones a los brazos de sus lanzadores, los ha mantenido con vida a pesar del demoledor dominio del pitcheo melenudo.
¿Dudas aún? Nos parece que la revisión rápida de la actuación de la columna vertebral de la pavorosa ofensiva acerera en la Serie es más que suficiente: Chris Carter, el líder de cuadrangulares de la Liga, batea de 17-1, sin producidas ni anotadas, con 10 ponches (nuevo récord para una Serie Final); Francisco Peguero, tercer mejor bateador en porcentaje, luce un mediocre .277, con sólo tres producidas y una anotada, y también ha sorbido 10 chocolates; Bruce Maxwell, con más de cien producidas en la temporada regular, apenas registra .167, con una miserable anotación como única contribución a su causa; José Vargas, con 30 bambinazos en poco más de 60 partidos, batea para .154, sin ninguna producida. ¿Slump colectivo? Algo mucho más simple, pero más profundo: dominio absoluto del pitcheo.
La actuación de César Valdez del domingo fue histórica, legendaria… pero la de Crenshaw y del bullpen el día anterior no se quedó muy atrás. Considerando los dos últimos partidos, la ofensiva que en temporada regular bateó para .320, con un promedio de tres jonrones cada dos partidos, apenas y logró colocar 9 imparables, para un promedio de .150, con dos carreritas, sumando además 16 ceros consecutivos.
Ha quedado demostrado, pues, y de manera más que palpable, que el pitcheo manda. Leones está cumpliendo los pronósticos, y está a una victoria de la coronación. Tan cerca y tan lejos, realmente, pues todavía hay que volver a construir la hazaña de darle de comer en la boca a un orden al bate que no da reposo alguno, pues, como señalamos en la entrega previa al inicio de la Serie, cualquiera puede en cualquier momento, desatarse con un trancazo.
¿Se equivocó Benavides, el magnate monclovense, al armar una ofensiva hasta los dientes, y dejar un pitcheo sin profundidad? ¿Acertaron finalmente los Arellano, dueños de nuestros Leones, al priorizar el montículo, aprendiendo de amargas experiencias previas? La moneda aún está en el aire y, por supuesto, todo puede pasar. También es cierto que los melenudos siguen bateando apenitas, sólo lo suficiente, y, convertidos, como decía el siempre recordado Russell, en los “reyes del suspenso”, parecen tener pacto con cardiólogos y psiquiatras, por aquello de los infartos y el insomnio que nos producen estos juegos tensos, donde entendemos como sufrimiento y gozo cabalgan juntos a lo largo de los más de 200 momentos dramáticos que ha traído cada encuentro. Reconocimiento, entonces, a ese pitcheo flaco, informe, pero valiente de Monclova, que ha logrado mantener hasta el momento el rayito de la esperanza.
Yoanner Negrín tiró una joya el pasado miércoles, malograda por un cambio prematuro y las limitaciones defensivas de nuestro cuadro –un factor que pesó, afortunadamente, sólo en ese segundo encuentro-. Ahora tratará de repetir, de mejorar, de completar la faena y de hacer valer el contundente dominio del mejor pitcheo de la Liga sobre la ofensiva más intimidante. La historia y la tradición del béisbol están de nuestro lado, pero Acereros intentará hacer prevalecer su apuesta a como dé lugar… Es la pelota caliente, y será de nuevo el eterno duelo… Aquí comentaremos el capítulo final.