Desde temprana edad, el de la letra era un aficionado al béisbol, ya sea por herencia o porque en aquellos años de mi mocedad era lo que se practicaba de manera habitual. En aquellos entonces, el futbol no estaba de moda entre loa juventud, aunque se jugaba de manera ordinaria. Se escuchaba hablar de los Venados de Yucatán de la Liga Peninsular y posteriormente de la Liga Mexicana de Béisbol, ya con el nombre de los Leones de Yucatán quienes obtuvieron su primer campeonato en el año de 1957 (casualmente fecha de nacimiento del de la tinta).
En la casa del autor de la nota, recuerdo que entre las fotografías de la familia habían algunas en donde mi papá lucía traje bombacho de beisbolista y según él, jugaba la segunda base y en un momento de mi infancia pude tener en mis manos una medalla, que seguro no era de plata pero en ella se registraba “Jesús Aguilar, campeón de robo de bases...”, ignoro su actual destino pero fue algo que ahora seguro estaría ocupando un lugar privilegiado en mi hogar.
Históricamente el primer partido de béisbol se realizó el 5 de febrero de 1893 entre los equipos Sporting Meridano y el Colón de Progreso, cabe mencionar que el equipo yucateco se organizó y fundó gracias a las aportaciones de algunos hacendados y comerciantes yucatecos. La historia comenta que fueron varios los sitios en donde se jugaba el béisbol, algunos lugares amplios y en un espacio de la hoy colonia Itzimná.
Recuerdo mis primeras experiencias en el béisbol cuando acudía con mis hermanos y amigos del rumbo (Cocoyol y Río Hondo) a ver los partidos de los Leones de Yucatán en aquel vetusto parque ubicado en la colonia Chuminópolis y que se llamaba de manera oficial “Julio Molina” pero que se le conocía como el Carta Clara.
Hay que recordar que el primer partido oficial de los Leones de Yucatán fue el 17 de abril de 1954, fecha en que hicieron su debut en la Liga Mexicana de Beisbol y su primer enfrentamiento fe contra los Tecolotes de Nuevo León, partido que ganaron los de patio con un abultado marcador de 8x 0, gracias al buen pitcheo del lanzador yucateco José “el Indio” Peraza, y siendo timonel yucateco Oscar Garmendia. Tres años después en 1957 se coronaron Campeones de la Liga.
El jugar béisbol ha formado parte del de la letra, ya que recuerda que con sus primos y amigos del rumbo, formaban un equipo que se enfrentaba cada determinado tiempo en un espacio cerrado, ya que estaba bardeado y que ase conocía como el xtocoy, ubicado en la calle 38 entre 67 y 65 frente a la Iglesia de Lourdes. Los juegos eran por la tarde y lo mejor del caso es que ninguno de los equipos usaba trajes, se conseguían por otros lados las mascotas, los arreos del cátcher y los bates. Las pelotas por lo general no eran de spoli sino de hilo.
Desde hace algunos años, el acudir al béisbol representa una oportunidad para adentrarse en la gastronomía del parque, esto es, tener la posibilidad de ingerir alimentos que cobran un sabor especial viendo el juego y que con el paso del tiempo han evolucionado y se ha convertido en toda una aventura y en ocasiones se paga el precio por la llenura o la importante ingesta del lúpulo color ambarino posterior al partido.
Siempre se ha consumido la cerveza, de manera general la Yucateca, ya que el parque pertenecía a esta firma y se podía conseguir, la Carta Clara y la Negra León. No podían faltar las pepitas, cacahuates (pelados, peladitos), los garapiñados, también es posible que también se expendieran kibis y para tales años surgieron ya en los partidos de béisbol los famosos polcanes de don Martino Liberato, quien en días pasados cumplió 100 años de edad y más de 60 años vendiendo los polcanes quienes posteriormente se les dio el nombre y hoy se conocen de manera general y popular como las piedras. Había un personaje que desde los años setenta y principios de los ochenta estaba en el parque Carta Clara vendiendo las famosas quinielas, esa persona era conocida como Japo.
Posteriormente a su traslado al nuevo parque de béisbol Kukulcán (1981) que pertenecía a un complejo de Polifuncional y cancha de futbol. Al nombre de Kukulcán, posteriormente se le añade Álamo. Los partidos de béisbol representaron una manera no solo de participar en ellos sino que se constituyó en una experiencia en el campo de la gastronomía yucateca, no de la alta cocina, pero si de paliar con antojitos y pasar bien el momento.
La aventura de la cocina en el béisbol o en la pelota se 9inicia desde las puertas del inmueble, ya que en cada uno de los accesos se encuentran personas con su mercancía, en una de ellas se encuentra establecido desde hace años (puerta 14), don Martino Liberato, ya con 100 años de edad mercando sus polcanes o piedras, también están otros vendedores que no acceden al interior del parque.
Una vez y en ocasiones antes de instalarse en la butaca, los aficionados ya tienen entre sus manos la bebida fría de lúpulo con la espuma asomándose por el borde del vaso. A partir de ese momento la historia se comienza a escribir, antaño se escuchaba desde algún punto del parque “…se oye el rumor del pregonar, que dice asiiiii, que Miguelito llegoooo, lleeeeeeeeegó!, la singular cantaleta de Miguelito, el Rey de los Pastelitos (Miguel Aarón Echeverría Ontiveros) , quien con su inseparable “secre”, un huero, cargando latas en donde reposaban los pastelitos rellenos de margarina o bien de jamón y queso que eran muy bien recibidos y esperados por la afición. Siempre fue muy reconocido Miguelito, desde sus inicios en el Carta Clara. Grandes triángulos hojaldrados que esperaban ser degustados por el respetable.
Habían otras personas que pregonando sus pepitas y cacahuateeees, y daban degustaciones al público, los bolis, recuerdo que habían unos que se pregonaban bolis tan largos como las 9 entradas del partido. Los refrescos se vendían ya sea en la nevera donde se resguardan y helaban o bien dentro de sus cubos donde iban de fila en fila ofreciéndolos. Ya que entramos en el ramo de los líquidos hay otro producto que aunque no es líquido en su forma si cumple la función, más que de un granizado, son los famosos y sabrosos machacados de diversos sabores.,
No hay que olvidar que los que asisten al parque a ver el béisbol, van a saborear toda la gama de comida que se ofrece, las pizzas se despachan en sus cajas o cajitas personales, no hay que olvidar los tamales colados, los famosos sándwiches de Manolo (quien en estas fechas se encuentra delicado de salud), los hot-dogs (denominados juicios allá por el norte), hasta tacos se pueden conseguir en el parque.
Si se trata de degustar algo dulce, no hay que dejar pasar las famosas marquesitas rellenos de queso de bola, hay también frituras, ya sea papas y otros productos de maíz, se me estaban pasando los garapiñados que han sobrevivido a la modernidad.
Ir a un partido de los leones de Yucatán, no solo equivale a ver enfrentarse a los nuestros con otros equipos de ambas divisiones, sino que es una invitación a conocer la gastronomía del béisbol, que sin lugar a dudas algún producto se habrá quedado en mi memoria.
Desde esta tribuna hago una invitación - recordando que solo quedan 5 series- a mis caros y caras lectoras vayan aunque sea una sola vez a ser partícipe en algún encuentro de nuestros Leones y no quedarse con las ganas de saborear alguno de los sabrosos productos que se venden en el parque Kukulcán-Alamo.