Los hoy juzgados aseguran que las condiciones laborales que tienen les obligan a buscar un ingreso económico extra.
https://youtu.be/1by-Q8HEbt4
Aquel video que desnuda, durante el América-Morelia del sábado, cómo se rebaja con agua la cerveza que se vende en el Estadio Azteca sirvió para destapar más cloacas.
Los vendedores de bebidas en el Coloso de Santa Úrsula son señalados por ofrecer productos alterados, lo que ha provocado que la administración del inmueble despida a los involucrados en el video que circuló en redes sociales, pero algunos de los hoy juzgados aseguran que las condiciones laborales que tienen les obligan a buscar un ingreso económico extra.
“No he visto [que rebajen la cerveza], pero sí me han dicho y vi el video”, reconoce un vendedor de bebidas en el Azteca, quien —por cuestiones de seguridad— prefiere ser conocido como Víctor Jiménez, en charla con EL UNIVERSAL Deportes. “Si eso pasa, lo hacen porque no nos dan lo justo, lo que tenemos que ganar, porque supuestamente es el 18.5% [de la venta bruta] y nos vienen dando el 12, 13 o 14”.
“Además, no tenemos prestación alguna: seguro social, aguinaldo, vacaciones. Nos han contado que, cuando se accidenta algún compañero, lo llevan a la Cruz Roja o algún hospital y hasta ahí llega el compromiso del sindicato”. Jiménez revela que “por cada cerveza vendida, nos toca de 14 a 16 pesos”, lo que les genera una ganancia —en promedio— por partido de 300 a 400 pesos.
Los vendedores trabajan en cuadrillas de tres a seis personas. Al final del día, se hace la cuenta y la ganancia de la venta de cada grupo se reparte en partes iguales entre los integrantes. “Como han estado jodidas las ventas, nos aventamos seis, siete u ocho cartones, por mucho [en cada encuentro]”, relata.
“Nos orillan a hacer lo que no debemos”. Aunado a eso, y sin justificar el error cometido al rebajar la cerveza con agua, lo cual implica un delito, el vendedor acusa que las maneras en el inmueble no son las mejores hacia ellos. “Cuando uno entra al Estadio Azteca, nos revisan como si estuviéramos en el reclusorio.
Si llevamos una torta, debemos destaparla para que la revisen”, comparte. “Tenemos que comer antes de ir a sacar la carga, porque después ya no se puede”.
Al término de cada partido, hacen cuentas y ahí mismo reciben su pago correspondiente. La única prestación, o símil, que tienen es aguinaldo, aunque Jiménez revela que bromean entre ellos mismos porque nunca es mayor a 130 pesos. (El Universal)