Deportes

Polvo de Estrellas

La fauna y la naturaleza evitaron algunos bambinazos

La máxima emoción en el béisbol son los palos de vuelta entera o jonrones, aquellos batazos sólidos que vuelan detrás de la barda. Cuando eso sucede, los espectadores estallan en aplausos y aclamaciones al bateador. Sin embargo, ha habido ocasiones en el béisbol del patio, en las que después de conectarse los estacazos y en medio del júbilo frenético de la afición, esos batazos han sido interrumpidos y no precisamente por una atrapada del jardinero, si no por curiosos eventos.

En 1923, durante un juego entre la novena cubana Bacardí y un equipo local en el parque de Itzimná, el jugador antillano Juan Garzón Platanito bateó un elevado sobre el jardín derecho, pero cuando la pelota pasaba sobre la cerca le pegó a un zopilote y al caer la bola fue fildeada por el jardinero, por lo que se decretó aut el bateador; por su parte, el zopilote pasó a mejor vida.1

En el parque Juárez de Progreso en 1930, la barda hecha de pedazos de madera de barriles estaba muy dañada y decidieron sustituir algunos trechos por lo que las viejas maderas se apilaron al fondo del jardín izquierdo; sucedió que un bateador de la novena visitante conectó un flay muy elevado que siguió Pedro Escamilla, jardinero del Águila de Progreso, quien al llegar al cerro de viejas maderas apiladas subió a ellas y en un intrépido movimiento escaló la base de la cerca y atrapó la pelota, con lo que evitó un jonrón que ya se daba por anotado.2

Otro caso ocurrió en 1949 durante un juego de la Liga Peninsular en el Estadio Salvador Alvarado, entre los equipos Motul y Estrellas Yucatecas. El ex ligamayorista Roberto Ortiz El Guajiro, quien jugaba con el Motul, conectó un profundo batazo que salió sobre la cerca del terreno como a unos 30 metros de altura; el jardinero izquierdo de Estrellas, Adolfo Loría, cerca de la barda, se limitó a contemplar el paso de la pelota pero de pronto sopló un fuerte viento del norte que regresó la esféride al terreno, donde Loría la recibió e hizo el aut. El Guajiro fue el primero en reírse de dicho “aut de aire”, que le robó un jonrón.3

Años más tarde, en un encuentro efectuado en 1966 en el campo Enrique Cantillo Montes de Oca, mejor conocido como del Rastro (calle 75 con 80 ) entre las novenas Sindicato de Matarifes y Pepsi Cola, el bateador César Quiñones mandó un elevado al jardín izquierdo que llevaba etiqueta de jonrón, pero en su trayectoria la pelota se impactó sobre uno de los muchos zopilotes que volaban sobre el terreno y cayó cerca de la barda; el ave aparentemente desconcertada y tambaleante siguió su curso y el corredor llegó hasta la tercera base; sin embargo, el ampáyer Alfonso Chiquini declaró el batazo bueno pero solo para dos bases.4

Como vemos, en el rey de los deportes la naturaleza, la fauna y el ingenio también juegan.

 

1 Diario de Yucatán, Rarezas del diamante, 8 de julio de 1973, segunda sección, p. 4.2 Diario de Yucatán, Rarezas del diamante, 28 de agosto de 1973, segunda sección, p. 2.3 Diario de Yucatán, Rarezas del diamante, 17 de junio de 1973, segunda sección, p. 2.4 Diario de Yucatán, Rarezas del diamante, 8 de julio de 1973, segunda sección, p. 2.