Por Ele Carfelo
Un maestro de la crónica taurina, el español Don Luis Fernández Saucedo, ha escrito estas verdades: “La crítica muchas veces ha perdido su MISION ORIENTADORA DEL PUBLICO, sobre todo cuando tiene que contrariarla en sus gustos, que es la principal, aunque sea la menos grata”. Nunca debería perder el objetivo principal de su trabajo, de su misión como periodista que es la de orientar a sus lectores, corregir los criterios equivocados al entender los sucesos del ruedo.
El principal criterio de un aficionado taurino, es que la fiesta tiene DOS EJES: EL TORO Y EL TORERO. Ambos deben tenerse muy en cuenta. Fijar la atención exclusivamente en el toro, o prescindir desatendiendo la labor realizada por el torero, es parcial y vituperable. Para poder estimar la potencialidad artística del torero, su dominio, y valorizar su actuación, es forzoso ver al toro, para poder valorar su grado de bravura, la longitud de su embestida, su nobleza, las transformaciones que presenta durante su lidia, y si éstas son espontáneas o derivadas de la eficacia muleteril del torero. El que juzga lo que sucede en la arena, debe fijarse en los factores de la faena: el toro y el torero. Y apreciar no sólo el efecto, sino también LA CAUSA. Hay trasteos cuyo mérito pertenece en partes iguales al toro y al torero, como también se dan casos en los que el toro, POR EJEMPLAR BRAVURA, SUAVIDAD Y NOBLEZA, se torea solo. Pero también hay veces que el torero hace lucir a un toro manso, bronco, resabiado, tardo o de aparatosas embestidas, que engañan a las mayorías del tendido, ingenuas e ignorantes, gracias al valor, pero más al aguante, temple o mando del diestro, lo que es sumamente meritorio. Y es entonces, cuando la verdadera crítica taurina debe señalar al público los porqués del mérito del toro, del mérito del torero, o del mérito de ambos.
Como anécdota ilustrativa, apunta Fernández Saucedo que en la antigua Plaza de Madrid, cabían 13,000 espectadores, de los cuales, según él, 8,000 eran conocedores, por lo cual, el 62% de aficionados, fácilmente “imponían su criterio”, educando a la multitud restante… pero después, al aparecer la nueva Plaza, la “monumental” de “Las Ventas”, con capacidad para 22,285 personas, el porcentaje cambió, pues dice que ahora, únicamente el VEINTE POR CIENTO de los espectadores son CONOCEDORES y el 80% son faltos de conocimientos, que son los que pueden imponer sus caprichos. Y si esto ocurre en Madrid, en México la cosa se acentúa más todavía, pues el grueso de espectadores que igual van a la Plaza que al fútbol o al cine, se suma un porcentaje considerable de turismo, quienes se guían por el aplauso o la protesta de sus vecinos de tendido y hacen que el resultado del criterio mayoritario, que influye en las decisiones de los jueces de Plaza, que además, en la capital de la República, tienen malísima preparación, y pésimos criterios personales de decisión, los hace equivocarse frecuentemente al otorgar trofeos, al conceder indultos, al aplicar sanciones, o cambiar toros.
Es muy comprensible que las muchedumbres que llenan los tendidos, se guíen por sentimentalismos, y es por eso que los públicos necesitan adquirir más cultura taurina, la crítica tiene que poner más énfasis a su labor orientadora que a la narrativa, y los Jueces de Plaza, normar mejor sus criterios.
No me estoy refiriendo específicamente a lo que sucede en nuestra Plaza “Mérida”, pues considero que en nuestra Plaza, las Autoridades Taurinas están bien capacitadas, nuestro público mejora día a día en sus criterios, nuestros empresarios tienen afición y honestidad y a nuestro periodismo taurino no puedo calificarlo por ser parte de él, pero creo que TODOS, por el bien de nuestra amada fiesta de los toros, tenemos que empeñarnos día a día por mejorarla.
¡Que viva la Fiesta Brava!