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Las pobrezas letales que aguardan a la 4T como azote de realidad

Puede desearse otra cosa, pero es seguro que los hijos de la mayoría de personas pobres en México lo serán también con ligeras variantes. No se trata de algún fatalismo nacional, sino de que los niños que nacen pobres en las grandes urbes, las ciudades medias, las comunidades agrarias y los ejidos campesinos, realmente no tienen otras opciones.

Problema transgeneracional

Dígase lo que se diga en sentido contrario, la pobreza sigue ahí donde ha permanecido por décadas en los asentamientos humanos y los territorios aislados de México. Tener en cuenta que sigue presente, servirá a la Cuarta Transformación (4T) para no creer a ciegas que las políticas oficiales dirigidas a determinados colectivos serán suficientes para ayudar a sus hijos a salir de las situaciones de pobreza.

Casi siempre el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador habla del dinero que se tiene y de las reparticiones o aplicaciones que se harán de él, pero nunca la nueva Secretaría de Bienestar declara algo sobre el número de personas que perciben ingresos laborales en los hogares realmente pobres, es decir, en aquellos en que casi nadie ha salido de la pobreza durante décadas. Menos se menciona desde alguna instancia federal que sin participaciones favorables en la fuerza laboral, los hijos de las personas pobres no tendrán muchas opciones para salir adelante.

Sin lugar a duda, la pobreza transgeneracional en México acredita para que hagamos una pregunta trascendente a los gobiernos federal, estatales y municipales: ¿Se está haciendo lo indispensable desde el Estado mexicano para que las políticas públicas puedan garantizar que los hijos de las personas pobres salgan de sus situaciones de pobreza?

El hecho de que la 4T no cuente con un crecimiento incluyente y menos un desarrollo sostenible en las grandes urbes, las ciudades medias, las comunidades agrarias y los ejidos campesinos, es hoy día un obstáculo insalvable para la respuesta afirmativa a esa pregunta.

No puede ser que México siga sin avance significativo en la distribución del ingreso que sea determinante para el combate integral contra la pobreza. Por ahora, todos son simples atenuantes a modo de programas focalizados y subsidiarios, siempre bajo sospechas de que faltan recursos para cumplirlos de acuerdo con los compromisos adquiridos.

Las políticas federales, estatales y municipales de combate a la pobreza están instrumentándose a partir de transferencias etiquetadas de modo plenamente justificado por el gobierno federal. Esto procede así porque, ante la necesidad social de que mejoren los ingresos familiares y los servicios públicos en las zonas empobrecidas, no puede dejarse que continúen siendo rehenes de las prácticas corruptas y los negocios oportunistas.

A pesar de ese acierto, hay que insistir ante las autoridades y los poderes del Estado mexicano en que se necesita mucho más que el acceso a la educación, la salud y la vivienda, además de agua potable, transporte, servicios higiénicos, etc., para garantizar que los hijos de las personas pobres tengan oportunidades para salir de la pobreza transgeneracional.

Planes, programas, acciones, etc., enfocados al combate integral de la pobreza durante varias décadas, para que puedan cambiarse las condiciones históricas y estructurales de la gente pobre en las grandes urbes, las ciudades medias, comunidades agrarias y los ejidos campesinos, se mantienen como asignaturas pendientes de la 4T en todo México.

Pobreza crónica

y degenerativa

¿Alguien en los gobiernos federal, estatales y municipales se atreve a reconocer que más del 35 % de los habitantes de México han permanecido durante décadas debajo de la línea de pobreza extrema, porque además de transgeneracionales son pobres crónicos degenerativos?

No hay estudios de pobreza crónica degenerativa en México, porque ninguna autoridad central, regional o local admite que se trata de personas, familias y vecindarios que no han sido beneficiados durante varios sexenios con algún crecimiento económico, y que tampoco han recibido respaldos de los sistemas estatales de asistencia social.

Se habla bastante de pobreza extrema desde la Presidencia de la República, pero se evita hablar en las instituciones federales y los gobiernos estatales de pobreza crónica degenerativa, porque esto implica no solo saber quiénes son pobres hoy día, sino además conocer tres cosas más importantes: 1) cuánto tiempo hace que son pobres extremos, 2) qué tan pobres eran hace determinado número de años, y 3) cuál será su situación de pobreza extrema en un lapso similar.

Se atreven las autoridades centrales, regionales y locales a tomarse fotos publicitarias y asistir a foros globales para decir que están combatiendo la pobreza de manera eficiente. Sin embargo, no se atreven a reconocer quiénes han permanecido durante décadas en condición crónica degenerativa, ya sea en las grandes urbes, las ciudades medias, las comunidades agrarias o en los ejidos campesinos.

Si observamos las áreas urbanas y las zonas metropolitanas de México, donde se han hecho grandes expansiones inmobiliarias que se pretenden resultados de un boom mercantil en los últimos sexenios, podemos registrar que ahí sobreviven cantidades enormes de habitantes que no han sido beneficiados con este crecimiento especulativo.

Así, podemos entender que lo que ahí sucede, lejos de ser una situación de pobreza transitoria, es un caso de pobreza crónica degenerativa, donde las personas, las familias y los vecindarios mantienen características sociales que les impiden los accesos a presuntos beneficios de cualquier tipo, por lo que requieren urgentemente de políticas especiales que atiendan su situación real.

¿Por qué hablamos de características sociales que les impiden los accesos a presuntos beneficios del entorno económico y que requieren de políticas integrales que atiendan sus situaciones de pobreza crónico-degenerativa?

Aseguramos ambas cosas porque la mayoría de los habitantes de comunidades no favorecidas de México que viven en pobreza letal no pueden salir de ella por tres motivos: a) dependen de los incipientes activos físicos y humanos que tienen para valerse por sí mismos; b) viven a expensas de los entornos laborales, familiares y vecinales y c) porque dependen también de las posibilidades que se les puedan ofrecer desde los poderes y las instituciones.

A pesar de todo, las instituciones federales y los gobiernos estatales no hacen algo relevante por los habitantes en situaciones de pobreza crónica degenerativa, es decir, a favor de aquellos mexicanos que solo pueden preocuparse del día a día y carecen de opciones para superar esta condición.

Nunca mencionan las autoridades si están dispuestos a respaldarlos mediante programas sociales, que les permitan invertir un poco más de sus esfuerzos personales y sus estados emocionales en pensar a mediano plazo.

Y es que, no cabe duda, que necesitamos políticas públicas que desde las dependencias federales y los programas estatales adscritos a la 4T sirvan para avanzar contra el azote que es la pobreza crónica degenerativa, un problema realmente letal en nuestro México.