Entretenimiento / Virales

Armand Mattelart, el profeta de la comunicación (V)

Marta Núñez Sarmiento*

XXXVIII

Desde hace décadas los monopolios de la información concentran prácticamente la totalidad de los medios con mayores destinatarios, cuyo propósito es imponer una racionalidad de alcance universal en los seres humanos que legitime al capitalismo y, desde el consenso de Washington, al neoliberalismo. De esta manera ambicionan controlar no solo los mercados, sino las subjetividades de sus audiencias, pretenden imponer el autoritarismo en la política para salvaguardar la opulencia de las minorías y mantener a raya la insatisfacción de quienes reclaman un mundo justo.

Esta globalización neoliberal informativa provoca que se emita un torrente de contenidos, para que pareciera que todos gozamos del derecho a estar informados, encubriendo que producen un laberinto repleto de contenidos que, de hecho, inducen un caos desinformativo, una verdadera enajenación, esa que Carlos Marx explicó tempranamente en sus Manuscritos filosóficos de 1844 y que desplegó rotundamente en El Capital.

Armand Mattelart definió esta situación de preocupante ya que, dijo: “La saturación impide la toma de conciencia, porque la velocidad de la información ya no te deja tiempo de procesar esa información desde la inteligencia política y de lo que pasa en el mundo. Conduce al impresionismo al tiempo que aumenta el umbral de nuestra tolerancia. Uno llega a admitir cosas cada vez más terribles”. Se remontó a los años sesenta y setenta del siglo xx para argüir que “[…] la sociedad no hubiera permitido lo que hoy se llega a aceptar delante de las pantallas de la televisión. Un ejemplo es la guerra de Vietnam”. Reconoció en la entrevista que ha guiado mis últimos artículos –que extraje de Iniciativa Socialista– a inicios de este siglo, que las estrategias de manipulación de la opinión pública se perfeccionaron en la guerra del Golfo y en la que llevó al desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Nunca borraré de mi mente la imagen que repetía la CNN en 1991, que tomada desde el colimador de una poderosa arma ubicada en un avión, apuntaba con precisión un objetivo en el campo de batalla a miles de metros de distancia y lo destruía. Duraba fracciones de segundos, pero el mensaje fue pavoroso: ¡Esto lo repetiremos en cualquier parte del mundo!

Jordi Gordon provocó al Maestro cuando le preguntó cómo interpretaba él los déficits en los contenidos de los medios en un momento de expansión de las infraestructuras informativas. Mattelart argumentó:

El futuro se va a jugar en parte no solo en el déficit cualitativo sino, incluso, en el cuantitativo de los contenidos. Hasta ahora existía un tabique que salvaguardaba la educación, aunque es verdad esa afirmación de que la televisión destruye por la noche lo que la escuela enseña por el día.

Pero progresivamente con la presión tecnológica y para amueblar estas tecnologías con contenidos se empieza a producir una ofensiva de los fabricantes de tecnología frente al campo de la educación. Esto es debido a la necesidad de las empresas de tener nuevos campos de explotación.

Esta predicción constituye hoy una realidad cuando vemos cómo los sistemas educativos elementales, medios y superiores se han subordinado a transacciones comerciales que buscan tornarlos “más eficientes”, esto es para formar personas capaces de someterse a las reglas del mercado sin cuestionarlo. Lo demuestran los programas de los que se han eliminado las asignaturas humanísticas e históricas por considerarlas innecesarias en una sociedad informatizada que requiere de ciudadanos capaces de operar los robots que nos controlan. El filme Matrix, de 1999, denunció esta perversión junto a muchos más que continúan haciéndolo.

¡Y qué hablar de la arremetida que emprende la transnacional Disney World con los niños cuando les inyecta fantasías que supuestamente pueden convertir en realidad consumiendo los productos que comercializan en todo el mundo, por la vía de someterlos a sagas repletas de hadas, princesas, monstruos, animales parlantes, que en ocasiones cambian totalmente los mensajes de los cuentos infantiles originales!

Pero la buena nueva radica en que a esta globalización capitalista que desatan las grandes corporaciones se enfrentan recientemente manifestaciones anticapitalistas en las que participan amplísimos sectores de la población en América Latina. Increíblemente, las nuevas tecnologías de la información son las que mantienen a los manifestantes en las calles, amplían su número y multiplican sus demandas en el éter, porque los celulares y tablets los difunden hasta el infinito con inmediatez, hasta el punto en que quienes ven las imágenes superan con creces a los usuarios de los tuits que emiten desesperadamente los presidentes y los líderes neoliberales de naciones como Colombia y Chile y el “saliente” de Argentina. ¿Será este el preámbulo de una globalización anticapitalista y antineoliberal que comienza por los lemas que enarbolan los manifestantes? ¿Serán capaces de arremeter contra las estructuras que afianzan el poder del capital en esos países, como los monopolios económicos, los mediáticos, las instituciones políticas y, sobre todo, las fuerzas armadas y las que controlan el orden público?

Sucede que los contenidos de estos mensajes que pululan en las redes sociales, que son sencillos y no requieren maquillajes ni escenografías, ni grandes casas productoras que los elaboren, se difunden no solo de una zona de la ciudad a otra, sino de un continente a otro. Así ocurrió con el himno feminista y la coreografía “El violador eres tú”, que resumí en mi artículo anterior, que fue creado por jóvenes mujeres en las calles de Santiago de Chile y en pocos días se repetía casi universalmente, incorporando un matiz político a las demandas para que cese la violencia contra las mujeres. Hasta el 11 de noviembre, el sitio con este título lo habían visitado 42 millones 700 mil personas según el buscador Google.

Mi amiga y colega colombiana de POR ESTO! Zheger Hay Harb fue quien me envío esa composición “callejera”. Sigue nutriéndome constante y solidariamente por whatsapp con otros vídeos de no más de 4 minutos, que, basados en la super transnacional Youtube, reproducen contenidos nada agradables para quienes crearon y operan esta red, que en un principio y por años difundía mensajes para mercantilizar las mentalidades de los seres humanos. Coincido con ella en que estas imágenes y las letras que las acompañan representan una manera humorística, refrescante y actual de luchar contra el capitalismo, herederas de los movimientos que en distintos momentos del siglo pasado lo hicieron por otras vías, incluyendo la lucha armada.

Hace dos días Zheger me mandó La bomba de la resistencia que publicaron en Youtube el 7 de diciembre. La transcribí para este espacio en Unicornio. Por cierto, lo de “bomba” es una modalidad rítmica colombiana autóctona, popular y pegajosa, lo que indica que los ritmos que muchas veces han difundido los consorcios musicales para alienar a la gente con simplezas y chabacanerías pueden asumir contenidos tan políticos como el de esta “Bomba sensual”.

Así apareció en Youtube:

“Published on Dec 7, 2019

”El Paro no para. No para, no. Queremos que en el país haya un cambio que lleve a un futuro digno y justo, pero esto depende de todos y de todas. Nuestro cambio llega con el carnaval.

”Nos juntamos entre amigos y amigas para mandar un mensaje a la gente y al (sub)presidente. Esto es la Bomba resistencia”.

La bomba de la resistencia o

Antiuribismo sensual

(Se escuchan gritos de “Viva el paro nacional”)

“Antiuribismo sensual, sexy. / Antiuribismo muy sexy, sexy. / Y aquí se viene duro, duro. / Este paro es una bomba, / Pa’protestar es una bomba”. / Bomba. / Pa’marchar es una bomba. / Pa’exigir es una bomba. /Y la gente lo siente así, así, así. / Todo el mundo cacerolas en las manos, cacerolas, cacerolas. / Antiuribismo sexy. / Que se tenga el Presidente / que la gente está presente. / Que Colombia despertó. / Este gobierno para abajo, para abajo, para abajo. / Y el pueblo para arriba, para arriba, para arriba. / Pa’protestar esto es una bomba. / Pa’marchar esto es una bomba, / Pa’exigir es una bomba. / En las calles ya se siente / que cambiemos al Presidente. / No queremos marionetas. / Este pueblo se respeta. / Que Colombia tiembla. / El paro no acaba, no acaba. / Queremos un cambio y un futuro mejor. / No acaba, no acaba, no”.

Transcribo algunos de los comentarios que publica este espacio:

“Me les quito el sombrero, muchachos”.

“Este video sí es una bomba”.

“¡Viva el paro nacional!”

“¡Militares y tombos asesinos!”

“¡Bueno!”

“¡Genial!”

El último comentario lo “preside” la foto de una bebé que dice: “La verdad yo soy una niña no puedo ir a marchar, pero sin embargo yo “ago” (sic) “cazerolasos” (sic) desde mi casa. Viva el paro. Que el presidente renuncie”.

El 21 de noviembre el sitio KienyKe.fm “7 canciones para salir a marchar” reproduce las letras y las tonadas de siete himnos emblemáticos que simbolizaron –y aún simbolizan– las protestas contra las injusticias. Entre ellas aparecen las siguientes:

Bella ciao (1943-45), himno de la resistencia italiana contra el fascismo; A las barricadas (1995), de España, un frack anarcosindicalista en pro de las luchas obreras; What? Why? (1977), un funk creado por Paul Simon y Joe Strummer, tras la detención arbitraria por la policía de un niño negro acusado de robo durante los carnavales de Nottinghill; Orgullosos de estar o Vals del obrero (1996), del grupo español Escape, a favor de las contiendas de los trabajadores; Give me the Power (1997), del grupo mexicano Molotov; de Víctor Jara (1971) El derecho a vivir en paz, que se ha convertido en un himno contra la opresión en las manifestaciones chilenas actuales y Baile de los que sobren (1985), del grupo chileno “Los prisioneros”.

Si quieren escuchar estas canciones vayan al sitio: https://soundcloud.com/kienykefm/canciones-para-salir-a-marchar

Las “profecías mattelarianas” que he comentado en estos trabajos me permiten comprender cuánto pueden servir las tecnologías avanzadas de la comunicación cuando proyectan las demandas populares que arremeten contra las esencias del capitalismo de hoy en sus caras globales y en las que aparecen en cada país.