Francesc Ligorred Perramon*
I surt dalt de cavall el comte Arnau, que porta la capa blanca, i va a veure l ’abadessa del convent de Sant Joan.
Sant Joan de les Abadesses es un pueblo catalán de la provincia de Girona –comarca del Ripolles– situado en los valles (pre)pirenaicos del río Ter. Con unos 3,200 habitantes cuenta con un sobrio monasterio románico fundado en el siglo ix y que en su época fue el único regentado por mujeres, de ahí el nombre de las “abadesas”. La población conserva también un vistoso puente de estilo gótico y mantiene en su conjunto un carácter medieval, siendo además región de origen de la leyenda del Comte Arnau, el héroe-amante de la abadesa Adalaisa (siglo xi), (des)aventuras recreadas a principios del siglo xx en el extenso poema épico-lírico de Joan Maragall.
En este entorno histórico y natural nace, el año 1824, Jaume Nunó i Roca, compositor del himno nacional mexicano. La casa natal de Nunó, reconstruida recientemente, es hoy el centro cívico y cultural “El Palmás”, en cuya planta superior se ubica el “Auditorio Jaume Nunó” y una exposición permanente sobre los vínculos de Sant Joan de les Abadesses con México. (PALMAS: Herramienta manual que consiste en una pala de madera provista de una hilera de cardones, empleada antiguamente para hacer aparecer pelos en los tejidos).
Gracias a las diligencias del artista mexicano Salvador Moreno, no solo se recuperó la figura del santjoaní Jaume Nunó, sino que se establecieron estrechas relaciones culturales entre el pequeño municipio catalán y México. Este orizabaleño, miembro honorario del Orfeó Catala de Méxic, musicólogo e historiador del arte, que había hecho sus estudios musicales en Barcelona, donde estrenó en el Liceo su ópera Severino, impulsó diversas iniciativas para homenajear a Jaume Nunó. Fue así como en 1980 se establece el hermanamiento de esta población con San Luis Potosí, ciudad natal de Francisco González Bocanegra, autor de la letra del himno mexicano; antes, en el año 1969 se inauguró en Sant Joan de les Abadesses la “Font dels mexicans”, conmemorándose, pues, este año su quincuagésimo aniversario.
La vida y obra de Jaume Nunó son hoy conocidas en México y en Catalunya, pero es oportuno apuntar algunos datos biográficos de un personaje que proveniente de los fríos valles pirenaicos decide viajar a América, primero al caluroso Caribe, luego a México y a Estados Unidos. Inició su vocación musical como solista del coro de la catedral de Barcelona y tras una etapa de estudios en Roma entró en el ejército en 1845 ostentando el cargo de director de la banda del Regimiento de la Reina. Con dichos galones se le encargó organizar las bandas militares en Cuba introduciendo en la isla los instrumentos de metal. En esta época Nunó despertó la admiración del general mexicano Antonio López de Santa Anna –transformista de lealtades y dictador vitalicio– quien no dudó en invitarle a reorganizar las bandas militares, nombrándolo director del Conservatorio Nacional. En 1854 ganó el concurso de compositores para la música del himno nacional mexicano, cuya letra había sido –se ha dicho– escrita por Bocanegra; el himno fue estrenado el 15 de septiembre de ese mismo año en, cómo no, el Teatro Santa Anna, después Teatro de la República. Regresó Nunó a La Habana en 1856 para trasladarse a New York como director de orquesta y pianista; finalmente fijó su residencia en Buffalo donde abrió la academia de música Women’s Union Building. Visitó México en 1901 y en 1904 para dirigir una temporada de ópera y recibir homenajes; en 1921 sus restos fueron sepultados solemnemente en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México.
Font dels Mexicans
El Consulado de México en Barcelona y el consistorio de Sant Joan de les Abadesses deciden conmemorar, a partir del año 2005, la ceremonia del Grito; una fiesta que hasta la actualidad se mantiene viva y que sirve para reunir a mexicanos residentes en Catalunya y a muchos catalanes que por razones familiares, comerciales, académicas, artísticas, etc., han vivido o mantenido algún tipo de vinculación con México.
La Festa del Grito se celebra en Sant Joan de les Abadesses el sábado más próximo a los días 15 y 16 de septiembre; este año 2019, por ejemplo, la fecha será el día 21. Y como ya viene siendo tradición, la plaza central del pueblo se engalana con símbolos patrios mexicanos, se instalan varios puestos en los que se preparan y venden deliciosos antojitos –sin faltar la yucateca cochinita pibil–, se sirven “coronitas” y tequilas, se rompen piñatas, aparecen máscaras y sombreros, mientras que mariachis profesionales animan al baile con canciones representativas del folklore mexicano.
Pero, sin duda, el acto central de la fiesta es la ceremonia del Grito, a les siete de la tarde, cuando el/la cónsul mexicano de turno, acompañado de las autoridades locales, enarbola –sin el toque de campana– la bandera tricolor y grita los “Vivas” tradicionales desde el balcón del Ayuntamiento. Pero, pero y pero, a raíz de los acontecimientos políticos catalanes del otoño del 2017, desde el pasado 2018, el Grito ha trasladado su espacio al “Palmás”, casa natal de Nunó; añadir, aquí, el marcado tono reivindicativo que la Diada Nacional de Catalunya (11 Septiembre) tiene en los últimos años. A fin de evitar, pues, gritos de “Independencia”, “República” y “Libertad” en el centro de la villa, el Consulado de México y las instituciones catalanas (Ajuntament, Casa América- Catalunya,...) tomaron esta salomónica decisión, que si bien no ha restado concurrencia gastronómica y musical a la fiesta sí ha quebrantado su originario carácter histórico y político.
Aunque siempre he intentado alejarme de todo mesianismo redentor (Comte Arnau o Jaume Nunó) y me he manifestado crítico con cualquier tipo de patriotismo estadista, sea mexicano o español, así como con los nacionalismos de “pa sucat amb oli” (“de pacotilla”), creo que las identidades bien entendidas, es decir, forjadas en arraigadas tradiciones culturales (lengua, por ejemplo) y sustentadas en una resistencia creativa y solidaria, siguen siendo una de las bases fundamentales para que los individuos y las naciones –sean el Mayab o Catalunya– puedan desarrrollarse y vivir en paz, justicia y libertad. Es en este contexto humanista, también antropológico, que actos como los de la Festa del Grito de Sant Joan de las Abadesses, pueden servir para que, en este caso, mexicanos y catalanes conozcan un capítulo de su historia compartida y entiendan algo más “al otro”, celebrándolo en un ambiente de ejemplar convivencia y regocijo. Visca totes les Independéncies!
Manlleu, Catalunya, 8 de septiembre de 2019