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Rodulfo G. Cantón Cámara, testigo de calidad del inicio del régimen porfirista

Marisa Pérez Domínguez*

Es un placer estar nuevamente en este auditorio, el José Díaz Bolio del Patronato Pro Historia Peninsular, y agradecer a Margarita Díaz Rubio su siempre cálida hospitalidad. A Raúl Casares G. Cantón por la defer="true"encia de invitarme para presentar el libro de su autoría titulado Rodulfo G. Cantón. Sonata de una vida, obra donde recupera la multifacética trayectoria de su tatarabuelo, personaje destacado en la historia de Yucatán en las últimas décadas del siglo xix y los primeros años del xx.

Cuando tuve conocimiento de este proyecto me vino a la memoria una iniciativa que la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia emprendió a principios de la década de los noventa del siglo pasado llamada “Papeles de familia”. El propósito de esta era invitar al público en general para que legaran copias de los diarios, cartas, memorias, recetas o fotografías de sus antepasados, que conservaran en su poder. Con este material se formó el Acervo Histórico de Testimonios Familiares que se encuentra depositado en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de esa misma dirección en la Ciudad de México, en donde se pueden consultar los expedientes que contienen los documentos de muchas familias de muy distintas regiones, épocas y condiciones sociales del país.

Si bien el material testimonial del libro que presentamos no forma parte del repositorio que les acabo de mencionar, el curso-taller de Metodología de la Historia para Historiadores no Profesionales, impartido por la doctora Laura Machuca, constituye una importante y sugerente iniciativa que cumplió su objetivo, por lo menos en este caso, de socializar los “papeles” de un personaje destacado en la historia de Yucatán. Lo anterior constituye una invitación a todos aquellos que no se dedican a la historia de forma profesional y les alienta a sacar a la luz sus historias familiares, lo que indudablemente contribuye a enriquecer nuestra historiografía, pues brinda novedosos materiales que no solo complementan los trabajos académicos existentes, sino que son el origen de otras investigaciones para todos aquellos que lo hacen profesionalmente. En este sentido, felicito a Raúl por darse a la tarea de realizar las pesquisas para que este proyecto llegara a buen puerto. Empero, estos trabajos no suelen realizarse en solitario, pues, como en este caso, fue un proyecto que involucró a muchos miembros de su familia: su madre Enna Rosa, su prima Evangelina Cervera G. Cantón, su tío Rodulfo G. Cantón, así como el apoyo invaluable de su esposa Pilar González Prieto, entre otros, todos con el mérito de haber contribuido a este proyecto de Raúl.

El actor principal de este libro, don Rodulfo G. Cantón Cámara, perteneció a la generación nacida en la década de los años treinta del siglo xix, de la que formaron parte también, entre muchos otros, el exgobernador de Yucatán, Guillermo Palomino, el exmandatario de Campeche y secretario de Justicia e Instrucción Pública durante el porfiriato, Joaquín Baranda, así como también Porfirio Díaz. Esta fue una generación que llegó a la mayoría de edad en uno de los periodos más agitados de la historia de México, pues asiste, y a menudo participa, en la guerra de Castas, la guerra contra los estadounidenses, en las guerras de Reforma y en la de Tres Años entre liberales y conservadores, y finalmente la guerra de Intervención; así que le tocó vivir quizá los tiempos más convulsos del complejo siglo xix. Siendo un hombre maduro, G. Cantón fue testigo del inicio del régimen porfirista que se prolongaría por más de tres décadas. A su muerte, acaecida en 1909, lejos de la tierra que lo vio nacer, ya México estaba en el umbral de la gesta revolucionaria que llevaría a la renuncia del llamado “Héroe de la Paz”, etapa con la que se iniciaría una nueva fase de nuestra historia.

El libro es una biografía contextualizada, en tanto que el autor presenta la trayectoria esencial del personaje como una consecuencia del influjo de la sociedad de la que formó parte. Se trata de un hombre, parafraseando al historiador Allen Wells, citado por el autor: visionario, laborioso, culto y progresista, “un hombre del renacimiento”, expresión que se utiliza generalmente para describir a una persona polifacética, con dominio intelectual o académico, pero también práctico, y no necesariamente ejemplo o seguidor del aprendizaje universal implícito en el humanismo renacentista. Estas características no solo fueron producto de las cualidades propias y empeño del propio G. Cantón, pues su entorno familiar fue propicio para el desarrollo de éstas, sobre todo de su progenitor, de quien recibió un bagaje cultural que lo marcó hasta el resto de sus días.

En la actualidad vivimos en un mundo cuya tendencia a la especialización es cada vez más patente, por eso con frecuencia nos resulta difícil concebir a personajes con intereses tan diversos, como fue el caso de don Rodulfo, quien se formó en la escuela de Jurisprudencia, formación polivalente por excelencia, la que abría puertas a todas las posibles carreras profesionales y sobre todo la de la política. Los abogados eran, a decir del historiador francés Francois-Xavier Guerra, los hombres de la palabra, actores indispensables en los sistemas políticos, en los que era preciso convencer y, sobre todo, “decir”. Su profesión la ejerció sobre todo en la ciudad de Mérida y por corto tiempo en el puerto de Veracruz.

Sin embargo, su trayectoria no se limitó al mundo de la abogacía, pues desde temprana edad reveló una inclinación por las actividades culturales y artísticas. Sus múltiples intereses lo llevaron a establecer, en 1852, la Librería Meridana, probablemente la primera en su especie, pues hasta mediados del siglo xix no existían en la capital yucateca de manera formal. A propósito de esta librería, La Oliva. Periódico de literatura y variedades señalaba que: “antes del establecimiento de este pequeño almacén de libros, no había contado Mérida con ninguno de este género; la lectura hallaba la gran rémora de la adquisición dificultosa y cara de los libros, y la gran necesidad de ocurrir al extranjero por cada volumen que se necesitaba”. Esta además contó con una imprenta propia en donde vieron la luz varios periódicos y revistas, como por ejemplo La Ley del Amor, cuyo redactor, editor y administrador fue el propio Rodulfo G. Cantón, y fue publicada por corto tiempo por el Círculo Espírita Peralta, del cual formaba parte. En sus pa?ginas se hacía hincapié en que el espiritismo no era una religio?n, sino una filosofi?a basada en el amor a Cristo y al pro?jimo, y que teni?a por misio?n procurar el desarrollo y progreso moral e intelectual del hombre.

La visión liberal y progresista de G. Cantón lo llevó a participar y promover, junto con el músico y compositor José Jacinto Cuevas, el Conservatorio de Música y Declamación, del que fue su presidente y director general, y en donde destacó su interés por la incorporación de las mujeres a la educación, no solo en este ámbito cultural, sino en la enseñanza en general. Este interés lo pudo expresar de manera contuntente cuando fungió como presidente del Consejo de Instrucción Pública, durante el gobierno de Eligio Ancona.

En el ámbito de la economía y las finanzas propuso la formación de una Sociedad Agrícola para “vigilar” los intereses de la agricultura, fomentar su mejora, introducir sistemas y maquinaria utilizados en otros países con el fin de mejorar la calidad de la fibra del henequén, entre otras propuestas, pero sobre todo defender los intereses de los propietarios de las fincas rústicas. De igual manera, propuso la creación de un Banco Agrícola que suministraría los fondos que la citada sociedad necesitara, bajo la garantía de hipotecas especiales de las propiedades de sus asociados.

Uno de los emblemas del régimen porfirista fue el desarrollo de los ferrocarriles, símbolo del progreso. En este rubro, nuevamente encontramos otra de las facetas, quizá la más notable en su vida, a la que más recursos y esfuerzos dedicó y la que más afectó su naturaleza, en donde estuvo involucrado el personaje de este libro: la concesión del ferrocarril Mérida-Peto, que el gobierno estatal confirió a los hermanos Rodulfo y Olegario G. Cantón. El proyecto tomó un poco más de dos décadas para su inauguración, sin embargo, derivado de la crisis económica mundial de 1907, que impactó las economías menos desarrolladas como México, al año siguiente, el biografiado se vio obligado a venderlo y a que se fusionara a la Compañía de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán. Esta transacción marcó profundamente su estado de ánimo y a raíz de este trago amargo decidió viajar al extranjero para recuperar la salud perdida. Meses después de consumarse la venta del ferrocarril, Rodulfo G. Cantón fallecería en la capital francesa.

El mismo día que se inauguró el ferrocarril Mérida-Peto, se clavó el primer riel de un nuevo proyecto: los Ferrocarriles Sud-Orientales, entre cuyos accionistas figuraba don Rodulfo como presidente del Consejo Administrativo. El propósito de esta nueva vía era continuar con la campaña “pacificadora” contra los mayas rebeldes que habían vpermanecido en pie de lucha desde la guerra de Castas, sustraídos del proceso “civilizador y progresista”, aunque, ciertamente, también los accionistas perseguían el interés de recibir los beneficios del deslinde y repartimiento de esa región.

En otro aspecto importante de su multidisciplinaria carrera profesional, si bien Rodulfo G. Cantón ocupó desde muy joven algunos cargos de relevancia en la administración pública y la política, cabe destacar el papel que desempeñó durante el proceso de selección y cabildeo para que Olegario Molina fuera “elegido” gobernador en 1902. Como muchos de ustedes saben, Yucatán, desde el triunfo de la revolución tuxtepecana hasta el porfiriato tardío, vivió una situación política disonante, de alternancia, en el contexto de un régimen que se caracterizó por la prolongada permanencia de las autoridades en sus cargos.

Desde 1901 los vientos electorales comenzaron a sentirse en la entidad. Se hablaba del deseo de reelección del general Francisco Cantón, la eventual candidatura de Juvencio Robles, que no era oriundo de Yucatán y el lanzamiento de Olegario Molina, personaje muy conocido en los círculos políticos regionales y nacionales y de gran empuje en los negocios. En este contexto, don Rodulfo formó parte del Centro Liberal Yucateco, plataforma política creada para trabajar por la candidatura de Molina.

Como era costumbre en estos procesos electorales, diversas comitivas solían visitar la ciudad de México para entrevistarse con el “árbitro de la nación”, Porfirio Díaz, de suerte que autorizara la pertinencia de determinada candidatura. Si bien varios grupos de adeptos a Molina hicieron lo propio con el presidente, fue por Rodulfo G. Cantón que se tuvo la primera noticia en Yucatán de que el general oaxaqueño había dado su venia para que los trabajos de propaganda electoral iniciaran a favor de su candidato, lo que denota no solo la cercanía que tenía con el hombre que finalmente ocuparía la gubernatura, sino que también daba cuenta de las relaciones que había cosechado con algunos miembros de las altas esferas del poder nacional, en particular con el secretario de Hacienda, Jose Yves Limantour y con Joaquín Casasús, el primero cabeza del grupo de los llamados “Científicos” y considerado como uno de los personajes más allegados a la figura presidencial, y el segundo, entonces pesidente del Congreso Nacional.

Cuando Olegario Molina tomó posesión del cargo de gobernador, Rodulfo G. Cantón fue nombrado presidente del Ayuntamiento de Mérida. Durante su gestión emprendió un programa de “moralización” de la sociedad y, entre otras iniciativas, tomó severas medidas para evitar la embriaguez, prohibió las peleas de gallos y la prostitución, condenó las corridas de toros; se preocupó por mejorar la higiene y salubridad de la ciudad, y puso particular empeño en el ámbito educativo.

Con relación al tema de Hacienda y Tesorería, mantuvo saldos favorables, y al concluir el primer año consideró que la organización en estos rubros haría posible que se realizaran mejoras importantes en la capital yucateca, como en efecto sucedió con la ampliación del servicio de la luz eléctrica, el inicio de los trabajos de pavimentación y de desagüe, entre otras iniciativas que eran símbolo del progreso. Durante este periodo se dio gran empuje al proceso modernizador de Mérida, apoyado en el modelo que fomentó el grupo de los Científicos en las últimas décadas del porfiriato.

Su colaboración con el gobierno molinista no solo se ciñó a lo antes expresado, pues don Rodulfo ocuparía por breve tiempo la gubernatura interina de Yucatán, cargo que tenía la lealtad como condición indispensable, por lo que a menudo recaía en parientes, amigos y hombres de confianza del gobernador titular y aprobado por la legislatura local, quien era la encargada de autorizar al gobernante dejar temporalmente el Estado y designar durante su ausencia un interino. Lo anterior significaba franquearse un paso suplementario en la jerarquía política: acercarse al puesto de gobernador titular.

Tenemos el gusto de presentar un libro que no solo es parte “del culto a los ancestros”, sino que viene a abonar y enriquecer en muchos rubros a la historiografía yucateca. No es únicamente la trayectoria de un hombre que se distinguió, entre otras muchas cosas, por su tesón y trabajo, sino que representa un modo de conocer, de buenas y distintas fuentes, el devenir histórico de nuestra entidad.

Para finalizar, todos hemos escuchado el popular dicho basado en la adaptación de un relato profético de Mujámmad, el mensajero del islam que dice: “en la vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo”. Con la obra que presentamos, Raúl Casares, a quien felicito objetiva y entusiastamente por una obra muy bien lograda en contenido y presentación editorial, ha cumplido con esta encomienda. Muchas, muchas felicidades.

Palabras leídas en la presentación de Rodulfo G. Cantón. Sonata de una vida, de Raúl J. Casares G. Cantón, realizada en el Centro Cultural ProHispen el 6 de febrero de 2020.