¿Quién está preparado en el mundo globalizado para los peores momentos de contagio comunitario de la pandemia del coronavirus?
Si ya sucumbieron los principales países europeos con las más poderosas economías y está llevándose la desgracia a los Estados Unidos de Donald Trump, ¿sucedió así porque estaban preparados para enfrentarla?
Nadie en el mundo occidental está preparado para enfrentar la pandemia del COVID-19; ni el mismo papa Francisco y el Estado vaticano. Esto significa que, con miedo populista o sin miedo individualista, en los países con curvas ascendentes de contagio comunitario, lo peor está por venir.
Digan lo que digan en sentido contario las oposiciones partidistas y los medios alarmistas, lo peor no sucederá en México. Lo más dramático ocurrirá en los países caribeños, centroamericanos, sudamericanos y africanos, que son más vulnerables económicamente y carentes de servicios comunitarios para atender la contingencia.
El Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador ha estado calmando al pueblo mexicano para manejar con aplomo y acierto la situación pandémica del COVID-19, sorteando los reclamos de los medios irresponsables, los comentaristas falaces y las oposiciones reactivas.
Saben AMLO y los poderes de la Cuarta Transformación (4T) que el miedo populista funciona mejor que el individualismo temerario en estas crisis, pero reconocen de modo serio y responsable que no se podrán evitar los contagios comunitarios y tampoco los toques de queda.
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, pone las cosas en claro cuando ratifica, de acuerdo con el Presidente de la República y la mayoría del Congreso de la Unión, que lo peor en México está por venir.
En su comparecencia ante el Senado de la República, el epidemiólogo e investigador López-Gatell indicó que se calcula que el 70 % (90 millones) de los mexicanos contraerá el coronavirus; 250 mil desarrollarán la enfermedad del COVID-19; 175 mil de ellos buscarán atención médica; el 80 % de ellos solo requerirá tratamiento ambulatorio, sin hospitalización; el 20 % restante requerirá de hospitalización; el 14 % no requerirá terapia intensiva, y el 6%, que serían 10,500 personas, serían casos graves. Esto significa que la tasa de letalidad que espera el gobierno federal de la pandemia es del 2.5 % de los pacientes enfermos, un total de 4 mil muertos por coronavirus.
Además de la claridad prospectiva sobre la contingencia pandémica, otro aspecto relevante de las posturas de la Presidencia de la República y los poderes de la 4T ante los reclamos de una declaratoria de emergencia nacional y una suspensión total de actividades, es que saben que hay otro asunto muy importante que tienen que controlar.
Tienen que controlar con eficiencia institucional que la presencia de funcionarios corruptos y vividores en el gobierno federal: panistas, priistas, perredistas, etc., que siguen enquistados en el Sector Salud, impacte negativamente en el manejo institucional de la contingencia del coronavirus en México.
No se trata de llegar el 15 de abril al punto más alto de la emergencia nacional que durará de 3 a 5 meses, dispensando que permanecen ahí porque AMLO y la 4T no los han corrido de los puestos públicos. Se trata de que ambos poderes tienen que evitar que esos engendros siniestros vayan a estar saboteando y entorpeciendo las acciones de atención y cuidado a los enfermos por COVID-19.
Ya vimos varias veces cómo proceden panistas, priistas y perredistas bajo cualquier circunstancia de contingencia nacional, sea sanitaria, climática, accidental, etc., para defraudar mediante compras y robarse como iniciativas falsas todo lo que puedan, como sucedió con Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.