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Entretenimiento / Virales

Cultura de resistencia a la cubana en tiempos del coronavirus (II)

Marta Núñez Sarmiento*

Metodología de los “por qué”

 

LVIII

Antes de continuar explicando las medidas que en la esfera laboral y de la seguridad social se están aplicando en Cuba en los tiempos de la COVID-19, deseo aclarar algo.

No poseo un interés sectario cuando concentro mi atención en las funciones que están desempeñando las féminas de la isla en la cultura de resistencia que Cuba entera despliega para vencer a la COVID-19. Lo hago para probar cuán firmemente hemos avanzado las cubanas en todas las esferas de la política, la economía, la ciencia y la ideología a lo largo de 61 años, razón que permite entender por qué ellas son sujetos imprescindibles en esta coyuntura tan peligrosa, que podría echar por tierra el programa inacabado de la Revolución.

Suele afirmarse que la historia se repite. Pareciera que la historia de la Revolución cubana ha desplegado su cultura de resistencia ante tres grandes crisis que aparecieron cada 30 años. En cada una de ellas, las mujeres han ido madurando “con carburo”. La primera comenzó en 1959, cuando los revolucionarios tomaron el poder y emprendieron estrategias anticapitalistas que transformaron radicalmente toda la sociedad. Fueron los años en que comenzó la “Revolución dentro de la Revolución”, que protagonizaron las mujeres y que nunca se ha detenido.

A partir de 1990 tuvimos que renovar las estrategias de sobrevivencia para mantener lo que el socialismo había logrado en los primeros 30 años. Pero en ese año las cubanas ya habían avanzado tanto que, entre otras variables, constituían las dos terceras partes de los profesionales y técnicos del país y poseían niveles educacionales más altos que los hombres.

Y, ahora, al cabo de otras tres décadas, la humanidad entera se enfrenta a una pandemia letal, ante la cual cada nación ha implementado sus políticas para sobrevivir. En estos trabajos argumentaré las funciones que han desempeñado las cubanas, con el fin de demostrar que ellas son una pieza clave para que el país pueda resistir con inteligencia, de manera que se mantenga la continuidad del proyecto socialista.

Retomo las medidas que ha adoptado el Ministerio del Trabajo y de la Seguridad Social para enfrentar la crisis que mencioné en el artículo previo (publicado en la página 7 de la sección Internacional de POR ESTO! el pasado miércoles 13 de mayo).

Cuba cuenta con 5 mil 136 trabajadores sociales, quienes identificaron en la actualidad 587 mil 863 núcleos familiares vulnerables, definición que en la situación presente se amplió para incluir a los núcleos que tienen personas ingresadas en sus hogares, aquellos donde viven madres solas con niños pequeños, así como a los hogares donde viven ancianos solos. Las medidas urgentes para enfrentar la COVID-19 sacó a la luz que este número de trabajadores sociales es insuficiente para atender con rigor a la población vulnerable, especialmente para crearles un servicio a domicilio de alimentos, artículos de higiene y medicinas. Sobre esto habrá que actuar rápidamente cuando Cuba retorne a la “normalidad”. Pero la urgencia de atención a estas personas obligó al país a ingeniar acciones para contar con trabajadores sociales emergentes que puedan atender las necesidades básicas de estos sectores de la población, a quienes se ha instado permanecer en sus casas. Entre otras acciones está reubicar provisionalmente en estas funciones a trabajadores que han quedado “interruptos” porque sus centros de trabajo cerraron. Muchos alumnos universitarios, cuyas clases recesaron también han asumido estas funciones. Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) promovieron entre sus miembros que no sobrepasaban los 60 años, que atendieran también a estos núcleos familiares.

La crisis creada por la COVID-19 ha traído a un primer plano cuestiones que la seguridad y la asistencia sociales no han resuelto. Este es el caso de las estrategias para atender a los “adultos mayores”, uno de los aspectos de la cultura de la resistencia cubana que tiene que enriquecerse. El sociólogo cubano Juan Carlos Alfonso afirmó que Cuba atraviesa por una transición demográfica epidemiológica. Esto significa que el envejecimiento poblacional, consistente en que el 21 % de la población tiene 60 años y más, conlleva que la mortalidad se distinga por enfermedades crónicas (cardiológicas, oncológicas, cerebrovasculares y pulmonares), tasa equivalente a la de los países desarrollados. Esta información ha sido vital para desarrollar las medidas previstas para enfrentar la COVID-19, porque el 80 % de quienes mueren a causa de ella rebasa los 60 años. ¿Por qué la Dirección del país insistió en singularizar el cuidado de la población envejecida desde un primer momento en que se declararon las medidas de aislamiento social y físico? Porque se conoce que en el 46 % de los hogares cubanos hay al menos un adulto mayor. Además, existe un 22 % de los hogares en los que los adultos mayores viven solos.

Paso a resumir las acciones de resistencia de lo que podría denominarse el sector clave en esta crisis epidemiológica, el de la salud, que incluye no solo los servicios médicos, sino también los institutos científicos que le tributan sus resultados. Desde mediados de la década de 1980, las mujeres han constituido la mayoría absoluta de quienes laboran en él. Hoy representan el 70 % del personal profesional y técnico del sector, desde los consultorios del médico y la enfermera de la familia –que constituyen la base de la pirámide– hasta quienes laboran en los centros de investigación que contribuyen a la salud.

Ellas son el 57 % de los integrantes de las brigadas médicas “Henry Reeves”, que actualmente prestan servicios en zonas afectadas por la pandemia en los países que soliciten sus servicios.

Tanto los especialistas de la salud que laboran directamente con los pacientes de la COVID-19 o que manipulan las muestras en los laboratorios para detectar el SARS-CoV-2, deben seguir un protocolo que les exige permanecer trabajando en estos lugares por 14 días para después pasar otros 14 días en centros de aislamiento. Por tanto, solo al cabo de casi un mes podrán retornar a sus hogares.

Por estos días, mientras salimos a las 9 p.m. a los portales y balcones para aplaudir al personal médico, la TV presenta un video que reproduce el poema “Quererse de lejos (amor versus pandemia)”. Fue escrito por el grupo de poetas decimistas que integran El Club del Poste, de la ciudad de Santa Clara. Cuando lo vi y escuché por primera vez, me molestó que los declamadores fueran hombres. ¡Gran error! Después me di cuenta de que las imágenes homenajean a las mujeres que laboran en la salud. Al final, se ve a un padre solo en su casa ayudando a sus hijos pequeños en las tareas escolares que se dictan por la TV. A continuación presentan a su esposa, que se despide de ellos desde la calle, porque evidentemente marcha hacia sus 28 días de trabajo y aislamiento.

Le presento la letra y, si quieren disfrutar el video, “pinchen” este sitio de Youtube: www.youtube.com/watch? v=HTCXoIR5bro

“Quererse de lejos

(amor versus pandemia)”

I

Este virus criminal, / muchacha, te hace lejana. / Cercanas, tú y la mañana / me alivian de cualquier mal. / Te vi, y te quise frutal, / rumorosa y decidida. / Pero acato esta medida / de aislarme de lo que vi, / pues me separa de ti, / pero nos salva la vida.

Tu pupila en el pañuelo; / debajo de él: tu boca; / mi beso, que no te toca, / se detiene ante ese velo. / En mi desmayado anhelo / ya te beso con mirarte. / Sé que lograré abrazarte, / pues venceremos al mal / y el aislamiento social / no me va a aislar de soñarte.

Entre las cosas que espero, / espero por ti, mujer, / ahora que quiero tener / tu olor en mi cuerpo entero. / Todo de ti saber quiero: / de tu azúcar, de tu sal, / de tu miel y tu panal/ para guardar la fragancia, / porque este abrazo a distancia / me libra de todo mal.

II

No por lejos tu figura / se me hace pequeña, hijo; / recuerda que yo no fijo / límites a tu estatura. / Me quedo con la ternura / que estrecha todos los lazos, / para unir los dos pedazos / de nuestro abrazo visual, / como si desde el portal / te abrazaran veinte brazos.

Te saludo con el codo; / tú bien sabes la razón: / es mi codo la ilusión / de sentirte de algún modo. / Cuando lo salvemos todo, / sabré que salvé tu ser. / Tendré el corpóreo placer / de entregarte día tras día, / los besos y la alegría / que se hicieron humo ayer.

Y entrarán en nuestro abrazo / sin brazos, tantas personas; / vendrán de todas las zonas / sin titubear, paso a paso. / En el alba de este ocaso / crecerá nuestra verdad. / Y cuando la enfermedad / no nos contagie a ninguno, / a ver si nos damos uno / que abarque a la Humanidad.

III

Hoy que la fiebre se asoma / con un puñal en los dientes, / y recorre continentes / hablando su cruel idioma. / Hoy que hasta a la piel de Roma / llega luz desde La Habana, / soñemos con el mañana / más limpio del universo. / Yo solo entrego este verso, / y espero tras mi ventana.

Te miro pasar, doctor, / camino al laboratorio, / como un ángel promisorio / en la patria del dolor. / Por eso aplaudo tu honor, / tu bálsamo de piedad / y esa firme voluntad / de cruzar la lejanía, / enfermo de cubanía, / curando a la Humanidad.

Como nos devolverás / a la salud y al abrazo, / la hora del cañonazo / es la hora de la paz. / Doctor, tú no tienes más / fortuna que una ovación: / por la férrea vocación / de que siempre haces derroche, / el pueblo, noche tras noche, / te aplaude desde el balcón.

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