Este martes se cumplirán diez años de la muerte del cofundador de Apple, Steve Jobs, una década en la que, pese a no haber sacado al mercado dispositivos revolucionarios de la talla del iPhone o el iPad, la firma se ha consolidado como la más valiosa del mundo.
Steve Jobs falleció en 2011 y en ese momento su patrimonio neto era de 8.618 millones de euros, pero la mayor parte de esta fortuna procedía de Disney y no de Apple. La compañía de Cupertino le aportó 1.700 millones, el resto era cosa de la compañía de entretenimiento y de los 138 millones de acciones que recibió cuando vendió Pixar en 2006.
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En 1985, después de una pequeña batalla en la sala de juntas, Jobs abandonó la empresa que había creado. En ese momento poseía el 20% de Apple, pero días después de su renuncia vendió todas sus acciones menos una para poder seguir recibiendo el informe anual de la empresa.
Su muerte fue a consecuencia de un paro respiratorio derivado de las metástasis de un cáncer de páncreas que le había sido diagnosticado ocho años antes dejó pasmado a todo el mundo, especialmente a los cientos de miles de fanáticos y seguidores que ya acumulaba y que todavía crecieron más con su leyenda.
Jobs dejaba el mundo justo un día después de que Cook, quien fue nombrado en agosto de ese mismo año y sigue en el cargo hasta el día de hoy, presentase el último modelo de teléfono de la compañía, el iPhone 4S, en el que fue el primer evento de presentación de un iPhone sin el cofundador de la empresa.
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AR