La coreografía del vals en la película “El baile de los 41”, realizada por el bailarín y actor meridano Pablo MercaderDuch, ha encantado a su público desde que se estrenó a mitad de esta semana en la plataforma de video en demanda Netflix. Dirigida por David Pablos y protagonizada por Alfonso Herrera y Emiliano Zurita, se ha convertido en la segunda cinta más vista en todo México.
En exclusiva con POR ESTO!, Ruby Pérez conversó con Pablo Mercader, cuya participación en el rodaje, realizado durante 2019 poco antes de la contingencia sanitaria, fue fundamental para revitalizar la festiva reunión privada ocurrida durante la madrugada del 18 de noviembre de 1901 en la Ciudad de México.
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“En ese baile”, resume Mercader, “se encontraban 42 hombres homosexuales. La mitad usaba vestido. En esa fiesta se encontraba el ‘yerno de la nación’, Ignacio de la Torre y Mier. Al enterarse el entonces presidente Porfirio Díaz de la presencia de su yerno en la reunión, hace que lo saquen de esa lista (cuando se publica). Entonces se oficializó como ‘el baile de los 41’. La película pinta un poco la historia de Ignacio con su esposa, Amada Díaz, hija de Porfirio, y de su amorío con Evaristo, un abogado llegado de San Luis Potosí”.
Mercader comenta su participación con los actores protagonistas. “En algunas escenas estuve con Poncho Herrera y con Emiliano Zurita, sobre todo en escenas grupales, representando el Salón de los fumadores o en la casona donde se realiza la fiesta. Son increíbles. El resto de los 41 se convirtió en una familia”.
Profundiza en esto: “la unión y la amistad ayudó a que las escenas de la película fluyeran mucho mejor, porque nos conocimos más íntimamente”. Recalcó que su labor, como la de sus compañeros de rodaje, ha sido muy profesional.
“El baile de los 41 es muy importante para la comunidad LGBT”, dice Mercader, quien forma parte de ella. “Es sabida la historia que sufrieron, incluyendo el linchamiento. Al ser parte de la comunidad, era relevante llevar a cabo esto que ocurrió hace 120 años, aunque la problemática (de violencia) sigue pasando”.
Matiza lo dicho: “no es igual. Han cambiado muchas cosas, pero que te sigan gritando ‘maricón’ en la calle es algo que ya no debería existir”.
Para la escena del linchamiento, el elenco, ya portando el vestuario, se trasladó a la Plaza de Santo Domingo, lugar donde agredieron a los originales participantes en el baile. “No faltó el que te gritara así en la calle. Por dentro, uno decía ‘no puede ser’ (ríe)”. Antes en su vida, en la preparatoria, Pablo sufrió violencia homófoba por parte de un compañero de clase. “Le puse un alto, con respeto. Le dije: ‘esto no funciona así. No me puedes tratar de esa manera’. Ahí se detuvo el asunto discriminatorio contra mí en la preparatoria, y no he tenido tan grandes agresiones en mi contra. He vivido mi vida gay muy bien y tranquilo, a diferencia de otros compañeros y otras compañeras que han sufrido violencia en su casa y en la calle”.
El artista presta atención a la actualidad de su lugar de nacimiento en materia de derechos humanos: “en Yucatán, el Congreso no ha aprobado el matrimonio igualitario aún. Eso me parece una estupidez”.
Pablo Mercader, decíamos, elaboró la coreografía que bailan “los 41” en la película. Relata: “mi formación básica es de bailarín, antes de ser actor. Estudie el Diplomado en Danza Clásica de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Sobre el vals, sabía un poco, y cuando me llega la noticia de mi selección en el casting, contacté con el director de la película, David Pablos. Me interesaba montar la coreografía. Propuse un vals vienés de la época, de 1900, muy perfecto, lineal y exquisito, que nada tiene que ver con el de los ‘XV años’, y que yo sabía (ríe). Le mostré desde la postura y la importancia de los ángulos de la mirada, de los brazos y las poses”.
Así, “la coreografía no es sólo bailar. Es también una actitud reflejada en el porte, en el garbo. A él le gustó mucho mi trabajo. Congeniamos muy bien”. Por otro lado, “coordinar a más de cuarenta personas, no necesariamente bailarines, fue un reto. Al final”, dice satisfecho y orgulloso, “la película habla por sí sola”.
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aarl