Muere a los 94 años, Mohamed Al-Fayed, el magnate egipcio de los negocios, dejó un legado imborrable en el mundo empresarial y personal. Su vida estuvo marcada por el éxito, pero también por una tragedia que conmocionó al mundo entero. A lo largo de su vida, Al-Fayed demostró ser un hombre visionario y ambicioso, construyendo un imperio que abarcaba desde grandes almacenes de lujo hasta equipos de fútbol.
Sin embargo, su historia también estuvo marcada por la pérdida de su hijo, Dodi Al-Fayed, en un trágico accidente automovilístico junto a la princesa Diana.
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“La señora Mohamed Al Fayed, sus hijos y nietos desean confirmar que su amado esposo, su padre y su abuelo, Mohamed, falleció en paz el miércoles 30 de agosto de 2023”, se lee en la declaración que publicó el Fulham FC el viernes.
Mohamed Al-Fayed nació en 1929 en Alejandría, Egipto. Desde muy joven, demostró una gran habilidad para los negocios y una visión emprendedora. Comenzó invirtiendo en el transporte marítimo en Italia y Oriente Próximo, y posteriormente se trasladó a Gran Bretaña en la década de 1960, donde comenzó a construir su imperio. A lo largo de su carrera, adquirió el famoso hotel Ritz de París y el equipo de fútbol Fulham de Londres, además de convertirse en propietario de los prestigiosos grandes almacenes Harrods.
La trágica pérdida de su hijo
El 31 de agosto de 1997, la vida de Mohamed Al-Fayed dio un giro devastador. Su hijo, Dodi Al-Fayed, y la princesa Diana fallecieron en un trágico accidente automovilístico en París. Esta noticia conmocionó al mundo entero y dejó a Mohamed sumido en el dolor y la tristeza.
Al-Fayed estaba convencido de que la muerte de su hijo y de la princesa Diana fue el resultado de una conspiración urdida por la familia real británica. Sostenía que el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II, organizó el accidente porque no aprobaba la relación de Diana con un egipcio. Según Al-Fayed, Diana estaba embarazada de Dodi y planeaban casarse, lo cual la familia real no podía permitir debido a su origen musulmán.
A pesar de sus acusaciones y la teoría de la conspiración que defendió durante años, las investigaciones concluyeron que la tragedia fue causada por la imprudencia del chofer y los paparazzi que perseguían a la pareja. No se encontraron pruebas de una conspiración por parte de la familia real británica.
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