KAMPALA, Uganda, 24 de octubre (AP).- La sospecha de que existía una tercera esposa pasó por la mente de Irene Atenyo cuando su marido no pudo justificar su último salario.
Cuando le preguntó, él la golpeó “como a un animal” y la echó brevemente de casa, explicó estremeciéndose al recordar su confesión, días después, de que mantenía una relación con una estudiante.
“Mi temor es que yo estoy en casa, siendo fiel a un hombre infiel, pero ¿quién sabe qué enfermedades me traerá?”, dijo a The Associated Press Atenyo, una vendedora de fruta de 27 años de la capital de Uganda.
Atenyo no está sola. En el África subsahariana, millones de mujeres siguen viviendo complejas relaciones de poligamia, una práctica con siglos de antigüedad que en su día era la norma entre los hombres africanos que buscaban tener una familia numerosa para cultivar la tierra.
Según Naciones Unidas, que se opone a esta práctica, la política era legal o generalmente aceptada en 33 países, 25 de ellos en África, en 2009.
Los activistas instan a los gobiernos a promulgar leyes que protejan la dignidad de la mujer y a que rechacen argumentos religiosos en favor de esta práctica, señalando que la poligamia encadena a las mujeres y suele agravar el riesgo de enfermedades y pobreza.
No han tenido demasiado éxito
Varios jueces rechazaron el mes pasado un pedido de que se declare inconstitucional la poligamia en Uganda, donde le está permitida a los musulmanes y en matrimonios tradicionales en los que se paga por la novia, pero no si una persona busca una unión civil o una boda cristiana.