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El socialismo no debería ser una ideología, sino un derivado cultural asociado al reconocimiento de que cada individuo y la especie humana en conjunto son fenómenos sociales. Robinson Crusoe nunca estuvo solo en su isla y ningún humano lo está nunca. Cada individuo y todos en conjunto son beneficiarios de legados culturales ancestrales y diversos.

Con cualquiera persona en situación de aislamiento, está siempre la humanidad en forma de conocimientos, actitudes y valores. La mala noticia es que la herencia cultural funciona para bien y para mal. La maldad, los desmedidos afanes de lucro y poder y el odio se trasladan por inescrutables vasos comunicantes y están presentes en todas las épocas, lugares y civilizaciones.

Si bien para los naturalistas, historiadores, arqueólogos y antropólogos posteriores a Charles Darwin que han construido hipótesis y teorías y procurado evidencias arqueológicas mediante las cuales explican las estrategias de supervivencia de los antepasados del homo sapiens, que hicieron posible la humanización, resulta más difícil intuir por qué criaturas primarias, acosadas por ambientes sumamente hostiles, sintieron la necesidad de hablar, amar, imaginar, creer, fabular, dibujar, narrar y crear que los distinguieron de otras especies menos dotadas y afortunadas.

Al levantar el Mapa del Genoma Humano en la arquitectura de la genética humana, no se encontraron elementos materiales a los que atribuir la codicia, la maldad, el egoísmo, aunque tampoco el amor y otros atributos que, como los modos arbitrarios y en ocasiones sanguinarios de ejercicio del poder y las manipulaciones de la fe, son construcciones culturales y conductas aprendidas.

Por esas andaduras, apareció el capitalismo, la más contradictoria de las épocas recorridas por la humanidad en la cual, sobre la base de una injusta relación entre el capital y el trabajo, de la mano del progreso económico, la creatividad, el ingenio científico, tecnológico y artístico humanos alcanzaron las más altas cumbres y, amparado por la democracia el pensamiento se liberó de cualquier atadura. Para ser perfecto al capitalismo le faltó la justicia social.

En la búsqueda de ese eslabón perdido que la humanidad necesita y anhela y que no procede de la evolución ni de la naturaleza, sino de la convivencia, las mentes más ilustradas reivindicaron la condición social del hombre. De ese modo, como un pensamiento alternativo a la acomodaticia idea que la felicidad se asocia a los bienes y al consumo, apareció el socialismo, la expresión más elaborada de las ansias de justicia social y complemento perfecto de la eficiencia productiva, del derecho y de la democracia que legitima y regula el ejerció del poder.

El socialismo es el futuro de la humanidad, pero al parecer no se llega al mismo solo por el altruismo y la buena fe, aunque tampoco por las sendas de la economía. Tal vez el profesor Nicolás Ríos fue profético al sostener como un credo que: “La verdad es mezcla”. Allá nos vemos.

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